Abrazos efusivos, manos tendidas y miradas húmedas de emoción,
entretejían una solidaria red que desde entonces nos ha hermanado a
las mujeres de Nuestra América. Era la primera vez, las primeras
voces directas, testimoniales, de mujeres protagonistas de una gesta
revolucionaria triunfante, que llegaban desde el Caribe al sur del
continente, portadoras del influjo vivificador de nuestra
Revolución.
El pueblo chileno, en especial las mujeres, se esmeraban en
rodear a las visitantes cubanas de cariño y admiración. Los Andes
eran ahora testigos de los nuevos tiempos de reencuentro, de las
nuevas independencias, que cantaba el amigo, compañero, ilustre
Neruda, al describir ese momento mágico en una poesía especialmente
dedicada al Congreso. De ella, estos versos:
Mujer,
Título de oro y nombre de
la tierra,
Flor palpitante de la
primavera
Y levadura santa de la
vida,
Ha llegado la hora de la
aurora,
La hora de los pétalos
del pan,
La hora de la luz
organizada,
La hora de todas las
mujeres juntas
Defendiendo la paz, la
tierra, el hijo.
Amor, dolor y lucha se
congregan
En nuestros reunidos
corazones
Y mi palabra es esta:
La tierra es grande y
sufre:
Está dando a luz el
futuro:
Ayudemos al nacimiento
De la igualdad y la
alegría.
Vilma Espín Guillois, al frente de la singular avanzada, atraía
la atención de cuantas personas escuchaban sus palabras tan firmes,
sus convincentes argumentos. Las cubanas representaban al Movimiento
Revolucionario 26 de Julio, al Ejército Rebelde, a varios sindicatos
y agrupaciones de mujeres, muchas que ya existían y otras de nueva
creación, como la Organización "Católicos con la Cruz y con la
Patria", que envió a una de sus más destacadas dirigentes: la
recordada Lula Horstman. Allí estaban juntas combatientes de las
luchas clandestina y guerrillera; trabajadoras, campesinas, amas de
casa, estudiantes, intelectuales, luchadoras de los tiempos de Mella
y de Guiteras, como las doctoras Delia Echeverría de Moret y Rosario
Guillaume; mujeres que fueron salvajemente torturadas, como la
valiente maestra Esterlina Milanés, a quien sus verdugos no pudieron
arrancar ni siquiera una palabra.
Les acompañaban, como invitadas de honor, dos compañeras de
lucha: la guatemalteca María Vilanova de Arbenz y la independentista
puertorriqueña Laura Meneses de Albizu Campos, quien reclamaba en
aquel foro la independencia boricua y la libertad de Don Pedro, su
esposo, encarcelado entonces en una prisión estadounidense.
El lema "Mujeres de América, unámonos en defensa de la vida, el
trabajo y la cultura", sirvió para abordar temas relacionados con la
legítima aspiración a la igualdad social y a la consideración de un
todo indivisible de mujer, como madre, trabajadora y ciudadana. A la
delegación cubana correspondió conducir el debate del tercer punto
del temario: "Por salvaguardar la vida de las generaciones presentes
y futuras, la soberanía, el progreso y la cultura de los pueblos".
El informe de Vilma al Congreso, junto a un invaluable bosquejo
histórico sobre nuestro país, expone una magnífica reseña del
programa de la Revolución, con su visionaria interpretación del
momento histórico y del porvenir. Solo con los fragmentos que hemos
seleccionado puede aquilatarse el valioso contenido de su discurso,
cuyo eco aún resuena en las nuevas batallas que libran esperanzadas
millones de mujeres de nuestros países unidos por la cultura, por el
tesoro de sus antiguas civilizaciones, por los troncos comunes de
nuestra identidad, por el amor a la tierra donde nacimos, por
nuestra historia que nos colma de orgullo.
Fidel había conocido de la invitación a participar en ese
Congreso que sirvió para constituir la primera plataforma unitaria
de los sectores femeninos de la Revolución. Por aquellos meses de
1959, Vilma le trasladó las inquietudes y los planteamientos que le
hicieran las mujeres revolucionarias que pedían organizarse,
participar, defender y hacer la Revolución.
El Comandante acogió la idea con entusiasmo. Y entonces, en medio
de la intensidad de sus tiempos, dedicó horas fecundas a hacer y
compartir reflexiones pronósticas sobre la historia y la situación
real de las cubanas, dramáticas muchas veces, tal como lo pudo
apreciar en la Sierra. Y calorizó el proyecto de la asistencia a la
reunión de Chile, intercambió con aquel grupo pionero de compañeras
y encendió el ímpetu creador para organizar y unir a todas las
mujeres del país con la idea de transformar su desventajosa
situación social.
La dedicación de Fidel a estos análisis justicieros y
revolucionarios en las decisivas horas de 1959, signó a la
delegación de las cubanas, trazó su rumbo y su espíritu, fue
antecedente necesario para forjar la unidad. Por ello, resonaron
como una sola en las sesiones congresionales, las voces, los anhelos
y los sentimientos de Vilma y sus 76 compañeras.
El Primer Congreso de Mujeres de Chile adquirió una significativa
trascendencia para las cubanas. Al regreso, Vilma y su delegación se
dedicaron de lleno a las tareas organizativas con el fin de
construir una nueva organización: el Congreso de Mujeres Cubanas por
la Liberación de Latinoamérica, como le llamaron a la Asociación de
Mujeres oficializada el 22 de marzo de 1960. Ciertamente, el
nacimiento de la nueva institución estuvo impregnado por los fuertes
sentimientos patrióticos y latinoamericanistas de Vilma, quien
diseñó un acertado plan de acción que conjugaba la construcción de
bases organizativas con la incorporación femenina a las urgentes
tareas del momento, culminando el 23 de agosto de ese mismo año con
la creación de la Federación de Mujeres Cubanas. Como ella misma
definió años después: Fidel sigue siendo quien pone las banderas
allí, para que nosotras sigamos demostrando, sigamos promoviendo...
.
De su primera experiencia en una tribuna internacional, son las
palabras pronunciadas por Vilma aquel noviembre de 1959:
[... ] "es con profunda emoción que las mujeres cubanas
venimos a reunirnos con nuestras hermanas de América; nuestras
hermanas en idioma, en hábitos, en costumbres, pero sobre todo,
nuestras hermanas en el dolor de la explotación sin límites, en el
sufrimiento del hambre y la miseria, en la infinita desolación de la
ignorancia. Hermanas todas, en el padecer los mismos males bajo la
misma mano expoliadora e implacable que, día a día, ha venido
robándonos el aliento y la sangre de nuestros hijos y la riqueza de
nuestras patrias.
Cuba trae el abrazo conmovido de todo un pueblo, que emerge hoy a
la libertad conquistada sobre 20 mil muertos, hijos gloriosos
arrancados de nuestros brazos por la tiranía más feroz que recuerda
nuestra historia.
[... ] el pueblo cubano se ha ganado con heroicidad y
sacrificio su derecho a la vida, su derecho al trabajo, su derecho a
su soberanía e independencia. Cuba desea vivir en paz, desea
dedicarse a crear su bienestar en el mundo pacífico, a construir su
Revolución en un país próspero, independiente, seguro de sí mismo,
donde no existan ni el hambre, ni la ignorancia, ni el terror.
La Revolución cubana afronta peligros muy grandes. La cercanía de
nuestra isla al coloso del norte, nuestra pequeñez y escasos
recursos, necesitan de la solidaridad de toda la América nuestra,
tan dolida, tan herida por los intereses extranjeros [... ]
Del mismo modo que prepararon con todo cuidado, en el siglo
pasado, su intervención en la isla de Cuba, luego de fracasar en su
compra a España, ahora preparan asimismo, la agresión a nuestra
Revolución [... ] y las agresiones hace tiempo que han
comenzado. Desde que alumbrara la gloriosa mañana del 1ero. de
enero, no han dejado sus enemigos un momento de reposo a nuestra
Revolución.
[... ] Aquí, desde esta alta tribuna continental, a vosotras
mujeres de América, pedimos la solidaridad ardiente, combativa,
alerta, de las madres, esposas, hijas, hermanas y novias; a todo lo
ancho y largo de la América Nuestra, de todos y cada uno de los
países americanos, a fin de levantar unidas, con nuestras
voluntades, una muralla inexpugnable de amor, en torno a la
Revolución cubana, en torno a este David pequeño y erguido que es
hoy nuestra patria, en la que un pueblo heroico ha levantado, en
medio del Mar Caribe, su grito de dignidad, encendiendo con su
sangre un faro de libertad y emancipación para todos los pueblos de
la América Latina".