En el foro el secretario general de la ONU, Ban Ki Moon señaló
que "cada cinco segundos fallece un infante de los seis millones que
pierden la vida todos los años por falta de acceso a los alimentos",
e insistió en que no se puede seguir viendo a millones de personas
sobrevivir la realidad cotidiana sin comida.
Vaya panorama, unos piden comida y otros la botan. En Francia los
productores se deshicieron de más de 100 000 litros de leche y en
Bélgica de unos 3 millones sin el menor remordimiento, lo cual fue
emulado por sus pares de Alemania, Holanda, Suiza, Austria, Italia,
y Luxemburgo, y todo porque exigían más dinero por esos alimentos.
Esto ocurre en la civilizada Europa, en la que por ahora se calmó
la situación, luego de que el Europarlamento aprobó aumentar el
presupuesto del 2010 para "ayudar" a sus ganaderos, decisión
adoptada en medio de una espiral de subsidios que perjudica a los
productores del Tercer Mundo.
Lo absurdo de este hecho contrasta con el drama del oriente de
África, donde la organización Oxfam alerta de al menos 23 millones
de personas amenazadas por la hambruna.
Una realidad igual sufre América Latina, donde cerca de 70
millones de personas viven en la pobreza extrema, lo cual significa
que no tienen acceso a una dieta mínima diaria. En esta misma
región, de doce millones de infantes que nacen anualmente, 700 000
perecen antes de cumplir un año de vida.
La directora ejecutiva del Programa Mundial de Alimentos de la
ONU, Josette Sheeran, advirtió que el incremento del costo de los
alimentos ha hecho aumentar este año en otros 105 millones el número
de personas que pasan hambre.
En fin, hasta hoy Occidente sigue haciendo "oídos sordos" ante
aquellos más de 1 020 millones de hambrientos del planeta.