Cuando
entre el 29 de noviembre y el primero de diciembre los altos
dignatarios de las naciones iberoamericanas se reúnan por décimo
tercera ocasión, esta vez en Portugal, será inevitable que la agenda
de dicha Cumbre no traspase el tema de la innovación y el
conocimiento, asunto elegido para consumir los debates.
Es que una cosa es la proyección, y otra la realidad.
Ciertamente, el panorama global, y en particular de las naciones
convocadas a la localidad lusitana de Estoril, cercana a Lisboa,
marca hitos vitales y enormes riesgos que no pueden quedar fuera de
la tribuna.
Se trata de una crisis mundial que afecta tanto a Portugal como a
España, en la vieja Europa, y a la vez hace estragos en el llamado
Nuevo Mundo, donde los males ya vigentes se transforman en más
complicados y terribles.
No puede olvidarse que en l99l, cuando se llamó a la Primera
Cumbre Iberoamericana, en Guadalajara, México, el neoliberalismo
trascendía para muchos de los allí reunidos como el paradigma en la
esfera económica, tal vez sin sospechar siquiera su carga de doblez,
explotación multiplicada, y desastres por venir.
Ahora es evidente que el modelo idílico resultó un enorme fraude,
y quienes desde el Norte opulento patrocinaron semejante engendro,
no hicieron otra cosa que crear las bases para la masiva debacle de
nuestros días.
Pero el asunto es que en América Latina la acción injerencista
del gran promotor norteño no cesa. La Cumbre de Estoril no podrá
soslayar, por ética y sentido de responsabilidad, episodios tan
alarmantes como el golpe fascista en Honduras y su prolongación
contra todo criterio internacional y contra la propia voluntad
popular interna.
Tampoco el respaldo nada solapado de los sectores reaccionarios
de Estados Unidos a semejante violación de las más elementales
normas legales y democráticas.
Los mandatarios no podrán hacer silencio frente a la apertura de
siete nuevas bases militares norteamericanas en Colombia, virtual
anexión de ese país, cuya oligarquía ha asumido el papel de punta de
lanza de Washington contra sus hermanos regionales.
La Cumbre deberá, además, hacer referencia a la prolongación del
bloqueo económico estadounidense contra Cuba, país presente en todas
las reuniones iberoamericanas desde el propio surgimiento de ese
mecanismo, y sede de una de sus citas años atrás.
De manera que junto a las tradicionales temáticas que previamente
se acuerdan antes de cada encuentro entre las naciones del sur de
este hemisferio y sus dos fundamentales troncos europeos, deberá
abrirse el espacio necesario para el análisis de las coyunturas que
se imponen a nuestros pueblos.
No puede soslayarse que, a cuenta de la agresividad gringa y
derechista, se ponen en riesgo, entre otras cosas, las sanas
intenciones de trabajar en paz y colaborar creativamente entre todos
los convocados a la cita de Portugal.