El 40 por ciento de
los muertos por las recientes lluvias en El Salvador son niños y
adolescentes, revela un informe del Sistema Nacional de Protección
Civil.
Los torrenciales aguaceros, asociados a la tormenta tropical Ida
y a una baja presión en el océno Pacífico, se registraron los días 7
y 8 de noviembre y provocaron deslaves e inundaciones en cinco
departamentos.
Las zonas más afectadas son San Salvador y San Vicente, donde
aludes de piedras y lodo sepultaron decenas de casas, sobre todo en
tres comunidades ubicadas en las faldas del volcán Chinchontepec.
La catástrofe, considerada una de las peores desde el paso del
huracán Mitch por Centroamérica en 1998, dejó un saldo de 196
muertos, 78 desaparecidos, 13 mil damnificados y cuantiosos daños en
viviendas e infraestructuras.
Jorge Meléndez, director del Protección Civil, precisó que 84 de
los fallecidos eran menores de edad, aunque la cifra podría aumentar
en la medida en que avancen las labores de recuperación de las
víctimas.
En los albergues habilitados por la emergencia, la mayoría de los
internados también son niños provenientes de barrios pobres que
proliferaron en el país durante décadas de políticas neoliberales
aplicadas por la Alianza Republicana Nacionalista.
El estado salvadoreño invertirá 14 millones de dólares en gastos
de alimentación, frazadas, colchonetas y otros artículos de primera
necesidad para los afectados por las lluvias, explicó Meléndez.
Mientras, equipos médicos laboran en las zonas de desastre en el
control de vectores, la atención a los pacientes y el análisis de
los alimentos para evitar la proliferación de epidemias.
La Asamblea Legislativa declaró el estado de calamidad en todo el
país, lo cual permitió al gobierno destinar fondos para atender la
emergencia y para comenzar la reconstrucción de unas mil 500
viviendas en lugares seguros.
Algunos funcionarios estiman las pérdidas en mil millones de
dólares, pero la cifra final se conocerá después de un estudio de la
Comisión Económica de la ONU para América Latina y el Caribe.