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Hombres de las canteras
Insisten en moler piedras… y obstáculos
Yaíma Puig Meneses
Por cada tonelada de cemento que se utilice en una obra se
requieren, como promedio, cuatro toneladas de áridos. Entonces no es
preciso ser un avezado matemático para llegar a una conclusión: Sin
arena, piedra, recebo... no se puede hablar de construir.
El
62% de las canteras posee en la actualidad tecnología con más de 20
años de explotación, lo que afecta en gran medida el proceso
productivo.
La insistencia de los "cantereros" cubanos por moler piedra, aun
a costa de grandes sacrificios, deja entrever una máxima común en la
casi totalidad de los colectivos: "aquí nadie mira mucho si una
tarea corresponde a los objetivos de su puesto de trabajo, sino que
la planta no permanezca inactiva; la producción es sagrada".
Son palabras de José Eloy Martínez, operador de grúa en la
cantera XX Aniversario, de la provincia de Ciego de Ávila. Como él,
decenas de obreros que trabajan con grandes bloques de rocas
calcáreas e ígneas, mantienen su empeño diario en los yacimientos a
fuerza de sudor, destreza y consagración.
Los
áridos son la materia prima fundamental para el desarrollo de las
construcciones.
Solo de esta forma ha sido posible sostener la producción de
áridos en Cuba en los últimos 20 años. Pero las numerosas
deficiencias tecnológicas inciden en la constancia de estas
producciones, esenciales para el desarrollo del país.
LAS DIFICULTADES ENSEÑAN
Antes del periodo especial más de 300 canteras asumían la
obtención de áridos; en la actualidad, apenas funcionan 89, debido
al deterioro de los equipos o el agotamiento de los yacimientos,
afirman especialistas del Grupo Empresarial Industrial de la
Construcción (GEICON).
Mientras en 1989, a partir de los esfuerzos que encabezó el
Comandante en jefe, la producción rebasó los 17 millones de metros
cúbicos de áridos; la capacidad disponible hoy solo supera los siete
millones, y el plan anual es de cinco, pese a las inversiones en las
plantas, reajustes económicos y los proyectos constructivos
actuales.
Aunque ese plan se cumple anualmente, esta cantidad continúa muy
por debajo de la demanda, si tenemos en cuenta las necesidades
constructivas del país, entre ellas, el deplorable estado de la
mayoría de los viales, las reparaciones y mantenimientos de
escuelas, hospitales, centros de trabajo, así como la urgencia por
incrementar la rehabilitación y construcción de viviendas.
"Siete años atrás se inició un proceso de recuperación
tecnológica que aún no satisface, pero introduce ciertas mejoras en
las labores diarias: incluye la compra de camiones para el
transporte de materiales, cargadores, barrenadores...", asegura
Reisvel Rosquete, director de GEICON.
De acuerdo al criterio de este directivo, una de las principales
dificultades que enfrentan los trabajadores de las canteras de todo
el país es la explotación de instalaciones que tienen más de 20 años
de uso. No obstante, la innovación y el empeño por "sacar a flote"
las producciones diarias, minimiza un tanto los daños que ocasiona
al proceso constructivo la paralización de cualquier equipo, añade.
"Por eso, hay que aprovechar su tiempo de vida útil; no podemos
permitirnos pérdidas de tiempo. Cuando mi grúa se rompe soy yo mismo
quien la arregla; 23 años lidiando con esos equipos deja muchos
sinsabores, también experiencias que intentamos aprovechar al
máximo", refiere José Eloy.
De esta forma han tenido que hacerlo muchos otros en su afán por
mantener producciones estables.
EFECTOS QUE AFECTAN
A la par de estas deficiencias tecnológicas subsisten, además,
incongruencias que también influyen negativamente. Entre otras
cosas, urge evaluar la distribución actual de las canteras, para
acercar la producción a los territorios.
Por ejemplo, para el desarrollo de la vivienda en los municipios
del norte de Las Tunas —Puerto Padre, Jesús Menéndez y Manatí—, hay
que transportar los áridos y el bloque de hormigón de una cantera
ubicada en Las Parras, municipio de Majibacoa, situada a 84
kilómetros de distancia de Puerto Padre, 94 de Jesús Menéndez y 78
de Manatí, lo que provoca el consumo de enormes cantidades de
combustible.
Mientras, en el municipio de Jesús Menéndez permanece sin
explotar la cantera de La Yaya, inutilizada desde 1991, cuando fue
paralizada por la imposibilidad de suministrarle piezas de repuesto.
"La puesta en marcha de esta planta, con tal de abastecer a los
municipios del norte, significaría —entre otros beneficios—, el
ahorro de 74 kilómetros por cada viaje al propio municipio de Jesús
Menéndez, y 44 al municipio de Puerto Padre", asegura José Rafael
Almaguer, director de desarrollo de la empresa de materiales de la
construcción en Las Tunas.
Esta cantera, por ahora inutilizada, no dispone de las
instalaciones tecnológicas necesarias, ni de equipos de transporte y
carga; mas, sí se conserva la infraestructura indispensable para su
adecuado funcionamiento, como las instalaciones del taller, el muro
de contención, el piso tecnológico, un vial de acceso en buenas
condiciones y la línea eléctrica.
Resulta sencillo comprobar que de comenzar a utilizarse esta
cantera, desde el punto de vista económico sería beneficioso, al
aumentar sustancialmente el ahorro de combustible, piezas de
repuesto, neumáticos... y se aprovecharía con mayor eficiencia el
transporte de la industria.
No es este el único lugar donde esto sucede. Aunque quizás un
poco tardíamente, los responsables de dichas decisiones en GEICON,
no permanecen ajenos a tal deficiencia y adoptan medidas.
"Tratamos de reducir los gastos innecesarios, así como aproximar
la producción de materiales a las localidades, pero algunas
inversiones son muy costosas y toman tiempo. Cualquier transporte no
puede cargar áridos, sino los especializados (camiones de volteo,
cargadores...) y, generalmente, no están disponibles", afirma René
Guerra, director adjunto de GEICON.
CONSAGRACIÓN VERSUS REALIDAD
¿Cómo negar las insuficiencias que marcan a este sector? El
asunto no es solo de recursos, y requerirá probablemente años para
su completa solución. La respuesta a los problemas tienen que
emprenderse cuanto antes dentro de las posibilidades reales que
tiene el país, y sin la sombra de improvisación, como sucede a
veces.
Por tal motivo, en la rama de canteras urge meditar también sobre
un elemento subestimado a través de los años: la fuerza de trabajo.
Quizás muchos consideren inoportuno retomar el asunto, debido a
la escasa fluctuación de trabajadores actualmente; sin embargo, la
permanencia de los obreros por más de 20 y hasta 35 años, muestra el
envejecimiento de la fuerza. Ante tal realidad no se vislumbran
soluciones; ningún centro concibe planes de estudio o capacitación
para futuros operarios de los equipos de canteras.
Vale preguntarse: ¿sobre quién recaerá, entonces, la producción
de áridos en Cuba? ¿Dónde hallar "cantereros", si actualmente no se
forman en ningún lugar? Tenemos másters y doctores en especialidades
afines, pero... ¿quién garantizará la mano de obra en los oficios
básicos?
Antes los politécnicos de la construcción formaban los técnicos
necesarios. Todo eso se ha perdido, y cada vez son menos los jóvenes
que se sienten estimulados para vincularse a esta rama productiva.
Cambiar semejante realidad implica prever cada eslabón, pensar en el
hoy y el mañana, exigir y controlar.
"La insistencia de los ‘cantereros’ cubanos por moler piedra aun
a costa de grandes sacrificios" tiene que estar respaldada, además,
por una creciente organización del trabajo, definición de
estrategias y proyectos, así como un continuo aprovechamiento de la
jornada laboral que permitan minimizar los obstáculos tecnológicos.
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