Me propuse un libro totalizador, con guiños y trampas

Reynaldo González, escritor de El más humano de los autores

LEYLA LEYVA

Reynaldo González recibió el Premio de la Crítica por El más humano de los autores, un ensayo-collage que centra su atención en el denominado mundo de la comunicación masiva y la figura de Félix B. Caignet, creador de El derecho de nacer, y que, al decir del autor, intenta parecerse a una revista y promover la meditación sobre las "bondades y defectos" de esos supuestos "mensajes culturales". Una obra que el jurado votó de manera unánime.

Con el El más humano de los autores, Reynaldo González recibe su sexto Premio Nacional de la Crítica Literaria.

Premio Nacional de Literatura, de Periodismo Cultural y miembro de la Academia Cubana de la Lengua, Reynaldo González dirige la revista literaria La Siempreviva y es escritor de cerca de 15 libros, entre los que pueden encontrarse los más diversos motivos y géneros: la obra de Cirilo Villaverde y Lezama Lima, la novela radial, el folletín, el Habano...; el testimonio, el ensayo, la narrativa, la poesía y hasta un recetario de comida tradicional cubana.

La próxima Feria Internacional del Libro le dedicará sus jornadas del 2010, junto a la historiadora María del Carmen Barcia. Por lo que en febrero el lector cubano tendrá la oportunidad de estar en contacto directo con el autor de textos tan memorables como La fiesta de los tiburones, Siempre la muerte, su paso breve, Contradanzas y latigazos, Lezama Lima, el ingenuo culpable, Llorar es un placer, El bello Habano y Al cielo sometidos, entre otros de sus títulos.

Usted acaba de recibir, por sexta ocasión, el Premio Nacional de la Crítica Literaria. Pocos escritores cubanos pueden presumir de tal honor. ¿Todavía se sonroja con noticias como esa?

—Pues sí. Al Premio de la Crítica le doy gran importancia porque gratifica un libro en particular, no responde a consideraciones de otro carácter, subjetivas o ambientales. Premia un trabajo, insta a continuar trabajando y denota la relación con el medio. Recibirlo a mi edad provecta resulta estimulante.

En la próxima Feria editarán libros suyos nuevos y agotados. Según declaró, tiene una deuda con el lector cubano: su novela Siempre la muerte, su paso breve, poco divulgada en su tiempo. ¿Cómo nos la presentaría hoy, a más de 40 años de haberse escrito?

—Esa novela es una hija que debo rescatar de la ingratitud. Circunstancias difíciles me llevaron a atenuar su aventura formal y sus atrevimientos. Pero frente al silencio oficial tuvo el aprecio de colegas enamorados de la literatura y su artesanía más intrincada. La sometí a una nueva redacción para devolverle el incomprendido vanguardismo de mis 27 años. Sé que no es habitual, pero era una asignatura pendiente con mis lectores y conmigo mismo.

Escribir El más humano de los autores ¿puede verse como una continuación del debate sobre la "sentimentalidad" de nuestras culturas: cubana, latina, hispana, que nos adelantó con el imprescindible Llorar es un placer?

—A tiempo supe que en estos asuntos la improvisación y la inadvertencia son malos consejeros. La sentimentalidad popular, que usualmente se trata con ligereza, es uno de los asuntos más significativos de la cultura. Un pueblo también se mide por los estímulos que lo conmueven. A eso apunta El más humano de los autores, sobre Félix B. Caignet y su época. Me propuse un libro totalizador, con guiños y trampas, un libro como una revista. Saldrá una nueva edición porque los lectores resultaron avariciosos.

Sin duda, usted le concede un valor insustituible a la investigación para asumir cualquier labor de escritura.

—A veces pienso que investigar me gusta más que escribir, pero si no escribo, ¿para qué investigo? Sobre todo, ¿para quién? Mis libros Contradanzas y latigazos, La fiesta de los tiburones, El bello Habano, Cine cubano, ese ojo que nos ve, que por primera vez se publicará en Cuba, constituyeron esfuerzos de comprensión de nuestra cultura, su gente, su perfil histórico, sus avances y contradicciones. Han sido mis universidades.

Me gustaría saber a cuál género le cuesta más tomarle el pulso, teniendo en cuenta que los ha transitado todos y, además, ejerce un periodismo digno de que las nuevas generaciones no pierdan de vista.

—Mi reto mayor es la ficción porque la abordo, también, como una indagación del lenguaje. Me ha servido para captar la aventura lingüística de los siglos cubanos XIX y XX. En Al cielo sometidos me lancé a una zambullida en el español del siglo XV. Son retos que me impongo, además de buscar argumentos y formas narrativas que no dejen impasible al lector. Nadie abre un libro con el rótulo "novela" para aburrirse.

 

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