¿Cuántos soldados estadounidenses, británicos y de otras naciones
murieron en las guerras contra Afganistán e Iraq? ¿Cuántos más
tendrán que morir antes de terminar las guerras?
Se cuentan los muertos de los países invasores, pero nada se dice
de los muertos en las naciones invadidas y la resistencia de afganos
e iraquíes. Se silencian las miles de muertes de mujeres y niños,
las poblaciones devastadas por la destrucción y el saqueo de la OTAN
del patrimonio de la humanidad y de los recursos de esos dos países.
Toda la destrucción y muerte se hace en nombre de la "libertad",
de la "democracia", de liberar a esos países de la dictadura, cuando
les conviene. La OTAN es aliada de Estados Unidos, como lo fue
Saddam Hussein, utilizado en la guerra contra Irán.
El primer ministro británico, Gordon Brown, ha rendido honores
póstumos a los 221 soldados muertos en la guerra contra Afganistán y
se compromete a enviar más militares. Estados Unidos rinde homenaje
a sus soldados caídos en las guerras que sostiene en diversas partes
del mundo. Las viudas y familiares de los soldados muertos recibirán
una medalla, una pensión y el olvido de sus vidas, que engrosarán
las páginas de los héroes inútiles de las guerras hacia ningún lado.
Guerras que solo sirven para vender armas y potenciar el complejo
industrial militar y los intereses hegemónicos del imperio.
Los costos en vida y la destrucción de otros pueblos no cuentan
en la agenda del "debe y haber" del Pentágono, la Agencia Central de
Inteligencia y el Departamento de Estado, ni en los países de la
OTAN involucrados en el conflicto armado. La complicidad de los
monopolios informativos es pavorosa e hipócrita.
En la mitología griega, Sísifo, dios del Olimpo, fue castigado
por el dios supremo, Zeus, y tiene que cargar en sus hombros por
toda la eternidad una gran piedra, que debe colocar en la cima de la
montaña. Una y otra vez Sísifo hace el gran esfuerzo que nunca logra
concretar de llegar a la cumbre, y la piedra cae, y así en
permanente devenir por toda la eternidad vuelve a buscar la piedra
al pie de la montaña.
Albert Camus ha retomado el mito de Sísifo, a quien llama "el
héroe inútil", en la incesante derrota de sí mismo en su camino
existencial. Es la situación del hombre moderno, de los gobernantes
y del sistema dominante, que vuelven una y otra vez a repetir las
mismas derrotas de la conciencia y los actos inútiles, como si
fueran grandes logros de la imbecilidad humana.
En nombre de la libertad se impone el sometimiento a otros
pueblos, como ocurre en la franja de Gaza contra el pueblo
palestino, testigo de los crímenes de guerra de Israel, condenados
por la ONU.
En nombre de la democracia, Estados Unidos invade, tortura y
realiza vuelos clandestinos en diversos países, con secuestros y
asesinatos contra quienes considera "terroristas". Justifica el
horror y los llamados "daños colaterales": la muerte de miles de
niños, mujeres y población civil.
Nada de esto figura en los medios de comunicación y los
noticieros de la BBC y de la CNN, ni en las estadísticas. Los
muertos son considerados "no personas". De eso "no se habla".
Las muertes de soldados de Estados Unidos, Gran Bretaña y los
aliados de la OTAN, nada tienen de gesta heroica, sino de rapiña,
destrucción y muerte. Los soldados no saben por qué van a la guerra,
simplemente van a matar o morir; les prometen la nacionalidad de
Estados Unidos y lo único que logran es la ciudadanía de la muerte
en tierras extrañas. Los sobrevivientes y mutilados solo tendrán la
mirada del horror y recordarán las muertes de otros jóvenes, como
ellos, héroes inútiles.
Vietnam vuelve a repetirse. Es hora de que el pueblo de Estados
Unidos despierte, que Obama, galardonado con el Premio Nobel de la
Paz, se sacuda del yugo a que está sometido. Si llegó al gobierno,
que gobierne. Es urgente terminar con las guerras, es necesario que
actúe en bien de la humanidad, que pida el apoyo de su pueblo y el
mundo para evitar mayor destrucción y muerte. Es su obligación.
No puede continuar enviando soldados a matar y destruir otros
pueblos; no es justo, es inmoral y atenta contra toda la Humanidad.
Que no termine siendo otro Sísifo, que cargue la piedra del horror,
la destrucción y la derrota de Estados Unidos, que suma guerras
perdidas porque no tiene ideales. Las tropas no tienen mística ni
causa justa que defender. Y una y otra vez cargarán la piedra, cada
vez más pesada, que no podrán colocar en la cumbre de la montaña,
porque la derrota está en la mente y el corazón de Estados Unidos
transformado en Sísifo en su incesante devenir de la angustia
existencial.