Cuba tampoco escapa a los posibles impactos de lo que hoy
constituye para muchos, el mayor desafío a enfrentar por la
humanidad en el siglo XXI.
Según estudios hechos por especialistas del Centro del Clima del
Instituto de Meteorología, en las últimas cuatro décadas la
temperatura media anual del país registró un alza de 0,6 grados
Celsius, vinculado sobre todo al notable aumento de los valores de
mínima en casi 1,5 grados.
También hay un comprobado incremento en la frecuencia de sequías
extremas, y los veranos tienden a ser más largos.
Ante la realidad de un clima que se vuelve más cálido, el
crecimiento de los bien denominados espacios "verdes" es de vital
importancia en la preservación de un entorno urbano menos agresivo
desde el punto de vista térmico, pues el efecto combinado del
asfalto, el concreto y otros materiales, abundantes en las ciudades,
acentúa la sensación de calor sofocante.
Debido a su tamaño, color y diversidad de forma, los árboles
contribuyen a aliviar las tensiones propias de las grandes urbes, al
propiciarnos un paisaje más agradable y armónico.
Como bien expresa Rafael Oceguera Perdomo, director provincial de
Áreas Verdes, estos mitigan los efectos de las temperaturas
elevadas, reducen el ruido y la densidad de polvo, y pueden
potenciar el efecto de filtración del aire por la vegetación.
El verdadero valor de los árboles urbanos radica en el
inestimable servicio ecológico que brindan, no por gusto son
considerados verdaderos pulmones del ambiente citadino, subrayó.
Recientes cálculos indican que la zona metropolitana de la ciudad
de La Habana dispone en la actualidad de unos 138 000 árboles
asentados en la vía pública, lo cual arroja un índice de 23 metros
cuadrados de áreas verdes por habitante. Aunque tal situación es
considerada aceptable por los parámetros internacionales, no nos
sitúa tampoco en una posición ventajosa, de ahí que reforestar
continúa siendo una necesidad.
Sin embargo, dentro de esa cantidad estimada hay poco más de 10
000 que deben ser talados y sustituidos, por tratarse de ejemplares
viejos en mal estado, o porque el crecimiento desmesurado de sus
raíces daña pisos, aceras, estructuras de inmuebles, viviendas,
fosas sanitarias, y las redes de acueducto y alcantarillado.
La situación del arbolado en la capital, precisa Oceguera, ha
sido perjudicada por la mala selección de las especies sembradas en
los años 50 del pasado siglo y en algunas ocasiones posteriores, y
la carencia de un correcto manejo al faltar sistematicidad en la
poda radicular y foliar, fundamentalmente en los años más difíciles
del periodo especial.
Estos trabajos de sustitución de los ejemplares que así lo
demandan resultan bien complejos, porque además de requerir del
apoyo de otros organismos, exigen el empleo de grúas de gran
tonelaje y equipos especializados, que no siempre están al alcance
de nosotros, apuntó.
A pesar de las limitaciones de espacio existentes en municipios
como La Habana Vieja, Centro Habana, Plaza y 10 de Octubre, el
funcionario indicó que deben plantarse alrededor de 16 000 árboles
más para cubrir el perímetro urbano de la ciudad.
Las principales especies utilizadas son el roble, majagua, ocuje,
framboyán enano, cedro, cassia amarilla y framboyán rojo.
Con el objetivo de asegurar el suministro estable de los árboles
a sembrar, la dirección provincial de Áreas Verdes produce
anualmente en sus viveros un aproximado de 40 000 posturas.
También cuentan con un colectivo de ingenieros agrónomos y
forestales de alta calificación, que garantiza la disciplina
tecnológica necesaria en cada una de las etapas del programa de
reforestación de la urbe. La siembra tiene lugar de mayo a octubre,
por tratarse de los meses que forman parte del periodo lluvioso.
Una tarea de máxima prioridad es la ejecución del censo del
arbolado urbano, cuyos resultados permitirán conocer, con mayor
precisión, la cantidad de árboles existentes, su estado técnico, la
cantidad por especie, si provocan algún tipo de afectación, y los
que deben reponerse.
Bondades de la buganvilia
Más allá de los beneficios ecológicos mencionados, sembrar
árboles y fomentar la propagación de jardines, tributan una singular
belleza al paisaje natural de cualquier ciudad.
Por
el colorido de las flores y su resistencia a las altas temperaturas,
la buganvilia debe tener una mayor presencia.
Ello fundamenta la aparición de canteros de piedras, dibujados
con plantas ornamentales, en numerosas avenidas, rotondas y viales
de la capital, como los situados frente al Zoológico de 26, y en los
alrededores de la Fuente Luminosa.
Una de las especies con mayores perspectivas de empleo para tales
fines es la buganvilia, llamada también Zarza americana y Flor de
papel, pues además del colorido de sus flores (existen las
variedades roja, amarilla, blanca, naranja y morada), es sumamente
resistente a las altas temperaturas y condiciones de sequía, por
tanto sus requerimientos de agua son bien bajos.
Los
viveros garantizan la posterior plantación de las especies
adecuadas.
Sobre el tema, Rafael Oceguera explicó que por sus
características trepadoras, es muy apropiada para sembrarla en
espacios de gran amplitud, pues si se poda mucho deja de florecer.
En los últimos tiempos hemos plantado miles de posturas de
buganvilia en el Primer Anillo de la Autopista Nacional, los
jardines de la Quinta Avenida, en áreas de los municipios de
Cotorro, Boyeros y Arroyo Naranjo, mientras promovemos su cultivo en
nuestros viveros, manifestó.
Dada sus cualidades, quizás valga la pena que la buganvilia tenga
mayor presencia en el panorama ambiental capitalino y de otras
ciudades.