Encantos al alcance de la mano

MADELEINE SAUTIÉ RODRÍGUEZ

A pesar de que aún en una parte de la Casa Aguilera, ubicada en el centro histórico de La Habana, se trabaja para culminar el montaje de valiosas obras de arte, el Museo Nacional de la Cerámica, que allí tiene su sede, se asoma a la comunidad con una vitalidad notable.

Foto: Juvenal BalánSin haberse completado su instalación, el Museo Nacional de la Cerámica acoge en su planta baja valiosos exponentes de esta manifestación.

La institución, fundada en 1990 en el Castillo de la Real Fuerza de La Habana, hubo de trasladarse en el 2005 a la casa situada en la esquina de Mercaderes y Amargura. Este inmueble, que pertenece a la Dirección de Patrimonio de la Oficina del Historiador de la Ciudad, se distingue por la conservación de su arquitectura original y por una particular elegancia.

Una vez devenida sede permanente de la Cerámica, la casa, de un merecido valor patrimonial, cobija, además de su historia, obras de los iniciadores de esta incuestionable modalidad artística como Amelia Peláez, Wifredo Lam, René Portocarrero, Mariano Rodríguez, Mirta García Buch, Rebeca García, Marta Arjona y José Miguel González.

Atesora también piezas creadas a partir de la década de los sesenta cuando la Revolución fundó, en aras de nutrir y desarrollar esta expresión, el taller de Cubanacán, y abrió sus puertas a creadores como Alfredo Sosabravo, Julia González, José Antonio Rodríguez Fúster y Fernando Velázquez. Otros artistas como Nelson Domínguez, Zaida del Río y Flora Fong tienen también su presencia en el museo al incursionar también en esta manifestación.

En el centro de tan fragorosa actividad no puede obviarse un nombre: Alejandro G. Alonso, con una larga y brillante trayectoria como crítico de arte y curador, y museólogo de excelencia.

Aunque permanecen con toda seguridad a buen recaudo, estas joyas artísticas no son exhibidas en la actualidad debido a que en la planta alta del inmueble están en plena faena aún los montajes de las vitrinas donde serán colocadas. El riguroso trabajo se propone, además de poner a toda marcha el museo, la óptima preservación de sus colecciones. Sin embargo, estas necesarias previsiones no eximen a la institución de sus notorios desempeños, por lo que en su planta baja ofrece muestras transitorias de obras que conforman sus propios fondos y que pueden admirar los amantes de este arte, como lo hace la que se exhibe allí desde marzo del 2009.

El ser humano entre único y diverso nos acerca a obras creadas por tres generaciones de antológicos ceramistas cubanos y permite que la cerámica nacional, enfrascada en consolidar el digno reconocimiento de esta disciplina dentro del resto de las manifestaciones artísticas, vista sus mejores galas con esta muestra de reconocidos valores estéticos que, con el hombre como eje temático, despliega una capacidad expresiva asombrosa.

Por otra parte, el Museo es el anfitrión principal de dos importantes eventos de carácter nacional que alternan cada año y que hallan su espacio en el Convento de San Francisco de Asís: la Bienal de Cerámica Amelia Peláez, cuya décima edición se realizará en junio del 2010, con las habituales categorías Esculturas, Instalaciones y Proyectos, e incluirá por primera vez la de Proyectos para edificios públicos y espacios abiertos; y la Bienal de La Vasija, recién concluida en agosto con una magnífica participación de ceramistas y obras de gran calidad. Con muestras personales de los creadores participantes en las bienales se nutren las reservas del Museo.

También otro evento, bajo el nombre de Un ceramista. Una maceta. Una planta, lo proveyó de obras que hoy adornan el patio central del inmueble. El objetivo fundamental del proyecto fue la confirmación de la Casa Aguilera como sede nacional de la Cerámica Contemporánea Cubana y para ello debían crearse por parte de un grupo diverso de artistas, macetas que a partir de rasgos propios e identificadores del autor fueran concebidas para plantas previamente seleccionadas con el fin de ambientar el patio.

Y como si fuera poco, a otras empresas se anima también la institución que, en aras de educar y despertar el gusto por la cerámica artística, asume la impartición de talleres de creación plástica que benefician a los estudiantes de las escuelas del entorno, que tiene bajo su dirección el especialista y promotor cultural del centro, José Luis Pérez Nussa. En ellos se enseñan los primeros pasos de esta disciplina.

Con una pequeña pero bien dotada tienda cuenta la galería, donde pueden adquirirse piezas de connotada calidad. Sin embargo, no se precisa pago alguno para acceder a la gran riqueza de esta distinguida casa que acoge plena de regocijo a la cerámica, esa creación maravillosa que, al decir de uno de sus más altos exponentes, Ángel Rogelio Oliva, "tiene una alquimia y cierto encanto porque la gente que la toca y la conoce de alguna manera queda prendada con ella".

 

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