En octubre del pasado año 2008, la Asamblea General de las
Naciones Unidas llamó una vez más a poner fin al bloqueo económico,
comercial y financiero impuesto por el Gobierno de Estados Unidos
contra Cuba. Fue la reiteración de un llamado repetido durante 17
años consecutivos.
En histórica votación de 185 votos a favor, la comunidad
internacional condenó ese acto criminal y genocida que durante cinco
décadas ha sido instrumento de agresión para doblegar por medio del
hambre, las enfermedades y la escasez de recursos, la resistencia
del pueblo cubano y su mayoritario apoyo a la Revolución.
El bloqueo económico viola el derecho internacional, transgrede
los principios de la Carta de las Naciones Unidas, constituye un
acto de agresión y amenaza, e implica un atropello al derecho de un
pueblo entero a vivir en paz.
Cuando muchos en el mundo pensaban que la elección de un nuevo
presidente en los Estados Unidos creaba las condiciones para empezar
a desmontar esa cruel política, poco ha cambiado. Diez meses después
de asumir el nuevo mandatario, el bloqueo se mantiene intacto.
La decisión del presidente Obama, hace dos semanas, de ratificar
la vigencia de las sanciones económicas contra Cuba, bajo el
argumento de que "es de interés nacional", al amparo de la obsoleta
Ley de Comercio con el Enemigo, aprobada en 1917 para enfrentar
situaciones de guerra, refleja que la llegada de un nuevo presidente
a la Casa Blanca no ha significado ningún cambio en la aplicación
del bloqueo y no se ha emprendido acción alguna para eliminar esa
política.
Durante el presente año han continuado las persecuciones a
empresas y compañías extranjeras que tienen o quieren tener negocios
con nuestro país. Las autoridades norteamericanas persiguen,
congelan y confiscan las transferencias de terceros países en
dólares estadounidenses y otras monedas, dirigidas a entidades y
nacionales cubanos.
El daño económico directo causado al pueblo cubano por la
aplicación de esta política hasta diciembre de 2008, calculado de
modo muy conservador, asciende a una cifra que supera los 96 mil
millones de dólares, cifra que ascendería a 236 mil 221 millones de
dólares, si el cálculo fuera realizado a los precios actuales del
dólar.
Mientras tanto, Cuba sigue siendo el único país del mundo al que
los ciudadanos norteamericanos no pueden viajar libremente y si lo
hacen corren el riesgo de ser procesados y sancionados. Bajo este
precepto, miles de estudiantes, trabajadores, artistas, científicos
y hombres de negocios se ven obligados a pedir una licencia especial
que en la mayoría de los casos es denegada, privando a ambos pueblos
del beneficio que traería el intercambio académico, científico,
cultural y social entre los dos países.
Muchos ejemplos de la aplicación metódica y sistemática de esta
política se pueden encontrar en el informe del Secretario General de
las Naciones Unidas al 64 período de sesiones de la Asamblea
General, que demuestra el incumplimiento reiterado de la resolución
adoptada en esa instancia el pasado año.
Hace sólo unas semanas, en ese mismo escenario de Naciones
Unidas, más de una treintena de Jefes de Estado o de Gobierno y
Cancilleres de todo el mundo levantaron sus voces exigiendo poner
fin a esta política agresiva de Estados Unidos, como ha sido
reiterado en los más diversos foros internacionales, entre ellos el
Grupo de Río, la Cumbre América Latina y el Caribe sobre Integración
y Desarrollo, la Cumbre América Latina y el Caribe-Unión Europea, la
Cumbre del Movimiento de Países No Alineados, y más recientemente en
la Cumbre África-América Latina.
El Gobierno de Cuba, en nombre de su pueblo, principal víctima de
esta política genocida, ha vuelto a presentar este año ante la
Asamblea General de Naciones Unidas un proyecto de resolución que
insta al gobierno de los Estados Unidos a poner fin al bloqueo y a
la guerra económica contra nuestro país, el cual será examinado el
próximo 28 de de octubre.
La Comisión de Relaciones Internacionales, reunida en sesión
conjunta con las directivas del resto de las comisiones permanentes
de la Asamblea Nacional del Poder Popular, solicita a todos los
parlamentos, parlamentarios y pueblos del mundo, pedir a sus
respectivos gobiernos el apoyo a esta nueva resolución y a exigir al
Congreso y al Gobierno de Estados Unidos que respeten el mandato de
la comunidad internacional y cesen definitivamente la aplicación de
este acto de agresión unilateral que dura ya cincuenta años.
La Habana, 12 de octubre de 2009