Harina de mi costal
De cumplirse con éxito las inversiones previstas por la Unión
Molinera, el próximo año el país podría sustituir todas las
importaciones de harina de trigo
Yudaimy
Castro Morales
Durante los últimos años, la dependencia del mercado
internacional le ha abierto un hueco en el bolsillo a la economía
cubana. Los altos precios de productos como la harina de trigo, cuya
elaboración podríamos asumir, obligan a buscar alternativas para
rectificar la errada tendencia.
El
molino José Antonio Echeverría divide la producción en turnos de
ocho horas y cada uno debe promediar 30 toneladas de harina.
Actualmente, la tonelada de harina de trigo cuesta más de 450
dólares. Por cada tonelada molinada aquí, el país ahorra alrededor
de 100, además de obtener alimento animal y otros subproductos del
trigo, ricos en fibras vegetales y aptos para el consumo humano.
Todos estos indicadores avalan la necesidad de potenciar la
producción interna.
Sin desconocer los efectos de la crisis económica mundial, la
Unión Molinera se ha propuesto modernizar el molino de trigo José
Antonio Echeverría, en la capital y la empresa de cereales de
Santiago de Cuba con el objetivo de lograr en el 2010 la total
sustitución de la harina importada, cuyo plan asciende este año a 75
000 toneladas.
A vuelta de molino
Emplazado en el municipio de Regla, el molino de trigo José
Antonio Echeverría vive, desde febrero último, un profundo proceso
de reparación y modernización para ampliar su capacidad productiva.
La primera parte de las inversiones previstas concluyó en agosto
y estuvo en función de remodelar todo el equipamiento, extender la
molinación inicial de 45 toneladas diarias a 90 y mejorar las
condiciones higiénico- sanitarias del lugar.
La
harina llega a granel hasta la zona de empaque y se envasa en sacos
de 50 kilogramos.
Sobre el resto de las transformaciones, Ramón Feria, director de
la Unión Molinera explicó que los equipos, provenientes de Irán, ya
comenzaron a llegar y su montaje debe concluir en junio del 2010.
"Consiste en un molino automatizado que podrá operarse desde una
sala de control y ampliará la producción a 200 toneladas por día, lo
que permitirá sustituir las importaciones de harina de trigo en el
occidente del país, pues esta entidad abastece a Ciudad de La
Habana, La Habana, Pinar del Río y la Isla de la Juventud".
Para el último trimestre de este año también está planificada la
instalación en Santiago de Cuba de un molino nuevo de tecnología
italiana, capaz de elaborar 250 toneladas cada 24 horas.
De llevarse a término las inversiones en curso, "las empresas de
cereales cubanas estarían en condiciones de producir la harina de
trigo que consume el país, lo que significaría un ahorro de 14
millones de dólares anuales" comentó Feria, quien se desempeña
además como director provisional del molino José Antonio Echeverría.
La Unión Molinera cuenta con otras tres entidades ubicadas en
Ciudad de La Habana, Matanzas y Cienfuegos; esta última es la más
grande de la isla y surte desde esa provincia hasta Las Tunas.
Uno, dos, tres...
moliendo
A partir del 2 de septiembre, el molino José Antonio Echeverría
reanudó la producción y está listo para procesar 120 toneladas
diarias de trigo, con un rendimiento del 75,4%, que equivale a 90
toneladas de harina. Este resultaría un aprovechamiento eficiente.
El molino elabora dos tipos de harina con diferentes índices de
calidad y color, además de otros derivados del trigo como el salvado
grueso, materia prima básica del pienso animal y el salvado fino,
alimento dietético para el consumo humano.
El Ministerio de Economía y Planificación conjuntamente con la
Unión Molinera, diseñan un plan de suministro que prioriza a las
empresas alimentarias encargadas de elaborar el pan de la población,
las empresas mayoristas y la gastronomía —que incluye el consumo
social—, así como un plan de asignación para la red de tiendas
recaudadoras de divisas.
"Este abastecimiento —señaló Feria— estuvo afectado por el cese
de la molinación en febrero y el suministro fue asumido por otras
entidades de la capital. Gradualmente, podremos asegurar los planes
de distribución, pues con las nuevas condiciones el molino debe
alcanzar como mínimo las 2 000 toneladas mensuales".
Experiencias de moledores
Guillermo Sánchez tiene 73 años y no se ha retirado. "Siento el
molino como mi segunda casa y estoy muy contento con los cambios
porque han mejorado la productividad, la disciplina, el sentido de
pertenencia y, sobre todo, las condiciones laborales de los
obreros".
"Para mí no existe la palabra jubilación y retiro mucho menos",
afirma Héctor Facundo, quien comenzó como auxiliar de limpieza y
llegó a ser jefe del Departamento Técnico de la empresa. Hoy, con 69
años, se desempeña como asesor de la remodelación.
Ambos son fundadores del molino y entre sus experiencias más
queridas guardan las visitas que realizaran a la empresa el Che, en
1961 y Fidel, en 1972.
El Che —recuerda Guillermo— dijo que si queríamos salir adelante,
debíamos olvidarnos de mirar para afuera, había que buscar dentro de
la fábrica y con eso hacer más. "Ahora nos damos cuenta de su
vigencia".
Con el apoyo de todo el colectivo de trabajadores, el proceso de
modernización ya comienza a mostrar los primeros resultados. Cumplir
con éxito las inversiones previstas y mantener a raya el desvío de
recursos, constituyen las premisas para sustituir, de una buena vez,
la harina de otro costal. |