Con el propósito de tener patio, Iliana dejó un apartamento nuevo
y se fue a vivir a una pequeña casita en las Alturas de Simpson, en
las inmediaciones del río Yumurí, en Matanzas. "Mucha gente no
entendió la razón de la permuta, pero para mí lo primordial era
esto. Tuve plantas desde pequeña, un pasatiempo que me inculcaron mi
mamá y mi abuela".
Poco tiempo necesitó esta laboriosa mujer para cubrir de
frutales, flores y otras plantas el pequeño espacio que excede a su
casa. Hoy es uno de los cuatro Patios de Excelencia con que cuenta
la provincia de Matanzas. De esa porción no desperdicia ni una
pulgada. "Aquí hay más de 450 variedades de plantas y 15
medicinales. Me fascinan todas, pero el fuerte son los helechos".
En apenas un segmento del patio cultiva además el autoconsumo
donde prosperan alcaparras, ajo porro, ají, habichuela y pepino. A
simple vista están las matas de guayaba, mango, chirimoya,
guanábana, plátano fruta, limón y naranja agria. Debajo de los
arbustos yacen las plantas ornamentales y medicinales. "Aquí se da
todo, depende de la atención. Todavía conservo una colección de
cactus de cuando yo tenía 13 años".
Decenas de vecinos tocan a la puerta de su casa cada día. "La
mayoría viene en busca de hojas para remediar dolores. Otros
solicitan plantas ornamentales y los hay que vienen sencillamente a
curiosear. A nadie se le dice que no".
A Esther García Pulido, residente en el barrio, la sorprendimos
con unas tiernas hojas de anón. Son para curar una ingesta, dijo al
reportero. "Yo vengo a menudo, cada vez que aparece la menor
molestia en la familia. Iliana está dispuesta siempre a ayudar".
Admite Sempé que del patio se encarga ella. "Yo llevo el control
de todo lo que es preciso hacer. El resto de la familia coopera. Lo
mío es pasión, puro amor. Aquí en el patio se me va la hora del
almuerzo, del baño y hasta de la comida".
—¿Y nadie se queja en la casa?
"Para mí lo primero es el patio. La víctima es mi buen esposo,
quien a veces no le queda más remedio que cocinar y hasta lavar".