"Hola,
soy Roger Waters. Soy inglés. Soy compositor y he escrito mucho
sobre los muros externos e internos a lo largo de mi carrera.
Siempre me han despertado un deseo de entender el porqué de esos
muros".
Con estas palabras Roger Waters, uno de los íconos del rock
internacional, sitúa a los espectadores en el pórtico de una
singular incursión fílmica de apenas 15 minutos de duración pero de
indudable contundencia.
se
titula el documental que desde hace unas semanas ha dado que hablar
en diversas partes del mundo, sobre todo en Israel, donde los medios
han transitado de la perplejidad —preguntarse qué hace un rockero
británico metiéndose en lo que no debía importarle— a la
demonización por parte de quienes sostienen el apartheid que sufre
el pueblo palestino en la Cisjordania.
El filme no fue financiado por Hamas ni Hezbola ni Al Fatah ni el
Partido Comunista de Israel. La producción corrió por cuenta de la
Organización de Naciones Unidas y en los créditos deja explícito su
propósito: recordar cómo hace un lustro la Corte Internacional de
Justicia dictaminó que el cerco que confina a los palestinos es
ilegal.
Su director, el finlandés Yohan Eriksson, al escoger a Waters,
seguramente pensó en la asociación que el público establecería entre
el título del disco más vendido en la historia de Pink Floyd
—grabado en 1979 y con una versión fílmica en 1982 dirigida por Alan
Parker— y el ominoso muro levantado por el Estado sionista.
Pero hubo una razón de mucho más peso. En el 2006, Waters viajó a
Israel a ofrecer un concierto que reunió a 50 000 personas al aire
libre. Era desde hace rato una estrella codiciada y cotizada, desde
que en 1984, al margen ya de una de las bandas insignias del llamado
art rock, grabara The Pros and Cons of Hitchhiking,
junto al guitarrista Eric Clapton y el tecladista Andy Bown.
Al día siguiente del megaconcierto, un funcionario de la ONU lo
invitó a recorrer la línea de hormigón. "Había visto fotos y
escuchado sobre el tema —confesó— pero solo cuando lo ves te das
cuenta de lo opresivo que es y de lo triste que es ver a la gente
pasando por pequeños agujeros. Es una locura".
Waters no fue el primer músico en pronunciarse contra la
bantustización de los territorios palestinos. Entre los propios
representantes de ese sufrido y heroico pueblo ha habido discursos
tan incisivos como el del grupo de hip hop Dam (Sangre), sumamente
popular a lo largo de esta década, cuyo tema Extraños en nuestro
propio país, que en el 2006 formó parte del álbum Dedication
llamó la atención de los auditorios europeos. Por cierto, el
disco-jockey con el que trabajan Tamer y Suhell Nafar y Jreri
Mahmoud, es hebreo: Ori Shochat.