Las
Tunas.— Con mil y más recuerdos evocan los tuneros a Juan Almeida
este domingo. Pero uno —el más reciente— cala bien hondo en el
corazón de la ciudad. Corresponde a inicios de julio del 2007.
Vestido de blanco, el Comandante de la Revolución entra al salón de
limpiabotas, en el primer tramo del bulevar en construcción. Aire
acondicionado, periódico del día, sosiego¼
Es todo tan distinto a cuando, niño aún, él lustraba calzado por
unos centavos en plena Habana.
"Súbete a ese sillón, soy yo el que te va a limpiar los zapatos a
ti. Voy a recordar los tiempos en que fui limpiabotas", dijo de
repente el Comandante. Los cepillos enmudecieron. Medio azorado, el
lustrador se convirtió en "cliente". Expectación. Bendita la melodía
de esas manos en vaivén. Espontánea lección de oficio y de modestia.
Gozo, dicha, elegancia. Como "caído del pueblo", un lente capta ese
instante¼ tal vez único, acaso
irrepetible, pero revelador del brillo con que los Héroes lustran
los pasos de la historia.