Nettuno, una bella ciudad a orillas del mar, cercana a Roma, es el punto hacia el cual miran todos los equipos participantes en esta trigésima edición de las copas mundiales de béisbol. En ella, dentro de más de dos semanas, se decidirá cuál será el nuevo titular o si el actual retiene su corona.

El debutante Miguel Al-fredo González será uno de los puntales del pitcheo abridor.

Antes, todos tendrán que sortear el escollo que representa un calendario complicado al extremo y, lo peor: injusto, que colocará en el grupo F de la segunda vuelta en tres ciudades holandesas (Amsterdam, Rotterdam y Haarlem), a los ocupantes de los tres primeros puestos en el pasado mundial de Taipei de China: Estados Unidos, Cuba y Japón.

Vayamos con calma, pues únicamente así se podrá entrar en esta madeja competitiva, que cuenta con 22 naciones (récord histórico) y casi el mismo número de ciudades sedes. Ante todo, no pierdan de vista la tabla que relaciona los cinco grupos eliminatorios, de lo contrario no podrán saber cuál elenco tiene posibilidades de ser el primero del A, el segundo del C o el tercero del D.

Una vez concluida la etapa eliminatoria —un esfuerzo loable de la IBAF por universalizar más el béisbol—, se formarán dos grupos, el F con sede en Holanda, y el G, en Italia. El F lo integrarán los dos primeros de la llave B (Cuba y Puerto Rico, con toda seguridad), el titular del E (salvo una sorpresa mayúscula, Estados Unidos), el primero del D, que debe ser Japón; Holanda como país anfitrión, más los tres equipos que ocupen los puestos primero, tercero y cuarto entre los cuatro mejores terceros. Esto último nadie sabe cómo se va a decidir.

En el grupo G, además de Italia como sede, jugarán los dos primeros del A (se supone que serán Taipei y Australia), los dos del C (Sudcorea y Canadá), el segundo del D (debe ser Nicaragua) y del E (Venezuela) y el segundo mejor entre los terceros. No hay que ser especialista en este deporte para darse cuenta de que esta llave es muy inferior a la anterior.

Para llegar a la tercera y última ronda hay que terminar ubicado entre los cuatro primeros de cada grupo. Y ahora viene lo mejor: los resultados se arrastran, es decir, Cuba jugaría contra Japón y Estados Unidos en la ronda holandesa y ya no les vería más las caras, pues sus próximos rivales serían los clasificados del grupo italiano. Dicho de otra forma, este calendario impedirá ver un clásico entre cubanos y norteamericanos decidiendo la medalla de oro, como sucedió en Taipei de China dos años atrás. ¿Cuáles serán los finalistas? Les dejo la respuesta a ustedes. Yo no me atrevo.

Hay que salir a ganar cada partido, para evitar sorpresas y sistemas de desempate en los que, en muchas ocasiones, la casualidad decide, como ocurrió en el Primer Clásico Mundial, cuando el super- nocao en cinco entradas propinado por los norteamericanos a Sudáfrica a la postre los sacó de la lucha por los cuatro primeros puestos, pues Japón acumulaba más innings lanzados con mejor promedio de carreras limpias permitidas que los estadounidenses.

Calendario complicado e injusto aparte, nuestra selección tiene de todo para imponerse y llegar a Nettuno con la fuerza y el corazón suficientes para recuperar el título perdido en Tien-Mou, el estadio principal de la capital taipeiana. Sería el número 26 en 30 presentaciones, una marca a la cual ningún otro país ni siquiera se acerca.