La felicidad de Addiel no tiene precio

Freddy Pérez Cabrera

Este 1ro de septiembre resultó otro día de alegría para el niño Addiel Contino Gómez y su familia. Una vez más tiene escuela, maestro, materiales escolares, silla de ruedas y todo lo necesario para continuar avanzando en su reinserción a la sociedad.

La aplicación de Addielito en los estudios le ha ganado el reconocimiento del maestro y sus compañeritos de aula.

A pesar de convivir con una enfermedad llamada Focomelia, que lo privó desde su nacimiento de las extremidades más importantes, entiéndase las manos y los pies, Addiel es un niño feliz. Había que verlo este primer día de clases mientras jugaba y se divertía junto a sus amiguitos y maestros de la escuela La Plata.

Allí es un niño más. Nada de sobreprotección, porque el primero en no admitirlo es él. Juega a los escondidos, baila y realiza cada una de las actividades planificadas por el centro, asegura María Luisa Delgado, la directora.

Muy temprano en la mañana la madre lo trasladó en su silla desde la CPA Ovidio Rivero, lugar ubicado en las afueras de Santa Clara, hasta el plantel. "Quise llegar temprano para hacer cuentos con mis amiguitos sobre las vacaciones y divertirme un rato antes de empezar las clases", confesó el chico.

Cuenta Leidys Chaviano, la profesora de Educación Física, que no hay quien lo deje fuera de las pruebas de la asignatura, en una muestra de la gran voluntad que lo caracteriza. Hace planchas, abdominales y hasta salta; claro, con la ayuda nuestra.

"Sueño con ser campeón paralímpico, y si es en fútbol mejor". Para demostrarlo, Addiel toma la pelota y la mueve en su silla a una velocidad asombrosa.

A pesar de ser un niño muy intranquilo y vivaracho, a la hora de realizar las tareas docentes resulta de los más aplicados, expresa Yunior, el joven maestro de quinto grado, quien nos enseña la libreta del niño la que para sorpresa nuestra, evidencia una caligrafía impecable.

Ante el rostro de incredulidad mostrado por la visita, toma el lápiz entre los dos moñones y escribe una frase que le brota del corazón: Gracias Fidel.

Como Addiel, suman cientos los niños villaclareños con determinada discapacidad a los cuales no les está vedada la educación, incluso, muchos de ellos reciben las clases en sus propias viviendas, impartidas por maestros ambulatorios, otro ejemplo demostrativo de que la Revolución no abandona a ninguno de sus hijos.

 

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