Cría fama…

Desde la anónima retaguardia, una panadería se empeña en corresponder a su nombre sobre terreno “resbaladizo”

Pastor Batista Valdés

LAS TUNAS.— Aunque ahora vive en otra parte de la ciudad, a menudo Nancy Cruz, funcionaria de Salud, hace un alto en su recorrido para llegar a la panadería La Fama y comprar esas galletas tuneras (conocidas también como galletas Zuca) que hasta el pequeño Zeus recibe con "apetitosa alegría".

Foto del autorLa comunicación y el control son determinantes ,según Marilín.

Del mismo modo que Teté García, Ismael Sánchez o Jorge Suárez, ella pudiera adquirirlas en otras panaderías o centros de elaboración, pero cuando un lugar "cría fama¼ ".

La frase hace sonreír a Marilín Guerrero Arias, administradora de la unidad, quien admite que si bien así se llama la panadería, "no es menos cierto que mucha gente les atribuye un poco de fama al pan y a otras cosas que producimos aquí".

"No significa que todo sea perfecto —admite—; como cualquier unidad, la nuestra también puede tener dificultades en un momento dado; incluso a veces recibimos quejas de los usuarios, pero son pocas en general, porque independientemente de las características que tenga la materia prima o de los contratiempos que se presenten en el proceso, mis muchachos ponen toda su dedicación para lograr calidad."

Cuentan que, ante la queja de un cliente, una especialista del sector gastronómico se presentó con una muestra de galleta mal elaborada, por debajo del peso establecido, y al constatar in situ las características del producto ya terminado y en proceso le dijo a la administradora: "Tienes razón, esta galleta no fue hecha aquí".

No por casualidad, a las más de 16 000 unidades de pan que La Fama entrega cada día para la población, se suman otros compromisos de venta liberada, en tanto varios organismos y entidades agradecen tener contratos allí.

Dicho así, podría parecer exceso de ponderación en un terreno tan "resbaladizo" como la elaboración del pan: foco habitual de críticas por parte de electores y de opiniones en la prensa.

Pero al César lo que es del César. Sin negar sus dificultades, La Fama no descuella precisamente por "mala fama". Al contrario; aún se habla con orgullo de cómo sus 26 trabajadores (el grueso jóvenes) continuaron laborando a cielo abierto tras el paso del huracán Ike y asumieron la producción de varias panaderías "para que en un momento tan difícil la población tuviera al menos garantía de pan".

Respuestas como esa, no solo se sustentan en el deseo o en la voluntad. Tener —a la vez— los hornos criollos, "sobadoras" y revolvedoras convencionales, permite mantener vitalidad si la nueva tecnología presenta dificultades.

Pero la fórmula para "criar cierta fama" (sin acostarse a dormir, como consigna el refrán) está en el sentido de pertenencia que Marilín nota en sus trabajadores, la confianza con que ellos se le acercan cuando tienen algún problema y, en especial, el control y exigencia sobre recursos, productos, disciplina y horarios.

No en todas partes ocurre así; es cierto. Pero donde sucede es justo reconocerlo, porque en muchos lugares hay una retaguardia de rostros anónimos, abrasados por el calor, produciendo panecillos, dulces, palitroques y otras golosinas, bienvenidas en casa y necesarias para hacer más grato este verano.

 

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