No en vano así quedó conformada la escuadra, tras conocerse este
miércoles la lesión en la columna de Emilio Correa (75 kg). Para
muchos, el más contrastado de todos nuestros boxeadores, para otros,
cuando menos el único con experiencia en un certamen del orbe, con
el bronce que obtuvo en Mianyang’05. Por ello no es raro que algunos
aficionados se vean invadidos por las dudas a la hora de opinar
sobre el posible desempeño de la Mayor de las Antillas en la cita
planetaria.
En cualquier caso, no es menos cierto que su ausencia pondrá a
prueba una vez más la capacidad del boxeo cubano para reemplazar a
figuras consolidadas en planos estelares por talentos descollantes
como Rey Eduardo Recio. A los 18 años, el muchacho promete, parece
aguerrido, exhibe una trayectoria de lujo como juvenil y en la
mirada posee el fuego de quien aspira a todo.
Queda por comprobar entonces si está listo para ganar aquellas
peleas que exigen un plus de esfuerzo ante rivales enconados, esas
que en definitiva disparan el prestigio y otorgan medallas.
Prácticamente lo mismo podría decirse de José Larduet (81) y
Erislandi Savón (+91), también monarcas del orbe juvenil.
En tal sentido, nos lo comentaba un viejo conocedor de la
materia, los púgiles cubanos atesoran una impronta especial, que en
situaciones insospechadas les permite manejarse mejor que nadie,
máxime cuando todos coinciden en elogiar la preparación que han
acometido de cara a la justa milanesa.
Eso sí, tan nocivo resulta alimentar el escepticismo que provoca
la juventud de la escuadra caribeña como el excesivo optimismo al
que invita su palmarés en el último Panamericano (7-1-1). Como
escribía en algún sitio ese venerable del periodismo deportivo que
es Elio Menéndez: Puede que tan halagüeños resultados conviden al
entusiasmo, pero una cosa es dominar un certamen hemisférico carente
de figuras y otra un Mundial plagado de ellas. Máxime cuando, según
el entrenador Pedro Roque, el de Italia será un torneo muy fuerte,
con récord de asistencia y un altísimo nivel, toda vez que este año
han sido menos los boxeadores de las escuadras rivales que han
abrazado el profesionalismo tras los Juegos de Beijing.
No hay que olvidar tampoco que en la capital china, la Isla ubicó
a ocho hombres entre los semifinalistas, pero solo cuatro accedieron
a la discusión del título y ninguno pudo conquistarlo,
interrumpiéndose así la estela dorada que se había tejido desde
Munich’72. De modo, que sin descartar la sorpresa, la prudencia
aconseja no anticipar resultados.
Al fin y al cabo, los pronósticos y el ring son dos mundos
diferentes. Allí más que el favoritismo de los vaticinios se imponen
la calidad, el temple y la suerte. La que depare el veleidoso sorteo
y la que añadan los jueces con sus decisiones en los combates
apretados. El resto ya quedará para la anécdota.