El templo de la risa

Joel Mayor Lorán

Vuelvo a sonreír una y otra vez cuando veo 12 hombres sentados a la mesa, en torno a uno con los pelos de punta al ver la cuenta que trae el camarero. Basta esa premiada parodia de la famosa pintura La última cena como invitación a visitar un sitio muy especial, en el municipio habanero de San Antonio de los Baños.

Fotos del autorEste verano, la casa de la risa también tiene su singular propuesta recreativa.

En este archipiélago abundan las instalaciones que guardan nuestra memoria, pero el museo dedicado al humor es único en Cuba, e incluso uno de los primeros creados en todo el planeta. Como todos los demás, su función consiste en atesorar, conservar y exhibir diversas piezas, con la singularidad de que en este caso se trata de caricaturas, historietas y fotografías destinadas a hacer reír... y claro, pensar.

Desde niño, aun cuando pasaba por la acera, me detenía largo rato a contemplar aquellos simpáticos dibujos. Y a cada regreso me conquista nuevamente la sagacidad de sus autores para hallar el lado cómico del acontecer cotidiano, o la fisonomía peculiar de decenas de personalidades, excedida en sus rasgos principales por la intención del artista. Es que en este museo las obras están vivas.

RISA CON FILO

El Bobo de Abela; el Loquito de Nuez; Pucho, el perrito de Virgilio; las criollitas de Wilson; los elocuentes personajes de Martirena; las creaciones de Massaguer, Adigio Benítez, Juan David, Posada, Ares, Adán y hasta de Silvio Rodríguez, prestigian sus archivos.

Risa con filo, desde luego. Las tres grandes colecciones abarcan las épocas de la colonia, la pseudorrepública y la Revolución, y abordan diferentes temáticas: humor político, general, costumbrista, caricatura personal e historieta. Ni el maltrato en la gastronomía ni los zapatazos a Bush escapan a la imaginación de los involucrados.

Como las buenas películas, quien entra no puede marcharse hasta que llega al final, porque si alguna parte se le queda lo lamentará: los candados a los espejuelos de la estatua de John Lennon, la exuberante sonrisa de Bola de Nieve, o las alusiones a los problemas del transporte, la ecología, la pobreza, la guerra, la burocracia...

Fotos del autorQuien visita el Museo del Humor no puede perderse un detalle, ni los problemas del transporte, la burocracia, ni los candados a los espejuelos de la estatua de John Lennon.

Este verano, a las propuestas habituales se suma el quehacer humorístico de Gerardo Hernández Nordelo, uno de los Cinco Héroes. Absorbe a los visitantes. Y la sonrisa inicial conduce por los senderos donde el talento del hombre apunta a la defensa de la humanidad.

BIENAL Y FIESTA

Isel Chacón, directora del museo, indica los diferentes eventos que los distinguen: la Bienal Internacional del Humor, los certámenes nacionales Juan David, Humorismo y Sátira, y El Loquito (un salón solo para jóvenes entre 15 y 30 años de edad).

La Bienal atrae hacia este poblado que se ganó el título de Villa del Humor a los mejores caricaturistas del mundo. Durante varios días, los asuntos más serios que atañen a la especie humana caben en un puñado de cartulinas. La cita ensancha sus propósitos como taller donde se aprecian obras de calidad de diferentes tendencias, y como plaza de intercambio entre humoristas cubanos y foráneos.

Por su condición de precursores del género, por ser la cuna de valiosos exponentes, porque los personajes más populares del humor político criollo nacieron en San Antonio, los fundadores de la Bienal lo propusieron como sede permanente de este evento que habría de ser una fiesta para los caricaturistas de Cuba y del orbe.

También con esos argumentos defendieron la creación de "una casa donde viva la risa, donde el arte como puente a la comprensión sea el nido donde habite el sentimiento". Entonces, el 17 de marzo de 1979 nació el Museo del Humor.

FABULOSAS GANANCIAS

No me refiero a que engrosen sus arcas con dinero a causa de cientos de miles de visitas en 30 años, sino a cuanto deja en el ánimo de quienes deciden ser sus huéspedes por apenas unos minutos. Una sonrisa no cuesta nada; sin embargo, produce mucho —lo dijo Chaplin.

Fotos del autorNada escapa a la imaginación de los humoristas. Hay obras de Ares, Juan David, Blanquito, Laz; de caricaturistas iraníes, argentinos, alemanes, rusos…

Aunque nadie pueda calcular jamás cuánto provoca en quienes detienen sus prisas de modernidad y entran al añejo local, ellos sí lo saben porque al salir de allí les ha crecido algo bien adentro... y quizás hasta a flor de piel.

Para cualquier arigüanabense (natural de San Antonio de los Baños), el museo es un símbolo, una institución que acoge una parte importante de nuestros valores, de nuestra tradición humorística, expresa Maivy Cruz, estudiante universitaria. "Nada como un sitio donde, mediante dibujos y caricaturas, podemos observarnos a nosotros mismos".

Esa estructura de cantería y madera dura con los techos coronados de tejas españolas, amplios ventanales con balaustradas de hierro, pisos de mármol gris y un magnífico patio interior, la convierte en una joya de la arquitectura colonial de la localidad, declarada Monumento Local.

En 1981 le creció un mural de cemento gris y yeso, diseñado por René de la Nuez, realizado por Jesús Monteagudo y único en el país, en el que comparten espacio las principales figuras del humor político.

Mi mayor regocijo es que ya los humoristas sienten a este inmueble como su casa, asegura la directora. "A pesar de todo, no estoy satisfecha; el público joven tiene que necesitarnos más. Pero el museo no permanece tranquilo: llevamos caricaturas a las comunidades; organizamos concursos, peñas, exposiciones... ".

La institución se empeña en complacer a los visitantes. Su recinto también ha expuesto tejidos que reproducen caricaturas con apreciable esmero, así como bonsáis que seducen a los espectadores. Se lanza a conquistar a su gente, para hacerles fieles de ese templo de la risa.

 

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