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La reinante inseguridad amenaza hoy con una fuerte abstención de
votantes en las elecciones presidenciales de Afganistán el jueves
próximo, pese al despliegue de más de 100 mil ocupantes de Estados
Unidos y la OTAN.
Unos 17 millones de afganos están llamados a las urnas para
elegir al presidente y a los 420 consejeros de las 34 provincias,
mientras flota en el ambiente las advertencias y amenazas de
interrupción del proceso por parte de la dirigencia de los
insurgentes, quienes controlan una sustancial porción del territorio
nacional.
La mayoría de Afganistán del sur al norte y del este al oeste
está bajo control e influencia de los muyaidines (guerreros de la
libertad) y salvo unas pocas ciudades y centros provinciales
intentaran celebrar esos comicios, afirman los rebeldes afganos en
un portal electrónico Web.
En su llamamiento, los segmentos que integran la resistencia
afgana instan otra vez a la población al boicot de los sufragios,
aseguran que adoptaron medidas para impedir su celebración y
advierten de que los posibles daños causados por sus acciones serán
responsabilidad de quienes participen en el proceso.
Ante esta amenaza, sectores administrativos de Kabul confirmaron
a medios informativos que prevén una campaña insurgente de
intimidación masiva y admiten que las fuerzas del orden público
integradas además por 200 mil policías y soldados afganos no podrán
garantizar la seguridad del proceso.
Un ejemplo típico de esa inseguridad está dada por el hecho de
que los antigubernamentales perpetraron el sábado pasado un atentado
dinamitero en pleno corazón de Kabul contra el cuartel general de la
Fuerza Internacional de Asistencia a la Seguridad (ISAF), que causó
la muerte de siete personas y 91 lesionadas.
El favorito en los sondeos es el actual presidente, Hamid Karzai,
traído a Kabul por las tropas de Estados Unidos y la OTAN en
diciembre del 2001, apoco más de un mes de la invasión contra esta
nación islámica centroasiática.
Según esas encuestas estadounidenses, Karzai es favorito,con 45
por ciento, pero necesitaría la mitad más uno de los votos para
ganar en primera vuelta, mientras su más cercano rival, el ex
canciller Abdullah Abdullah, tiene 26 por ciento.
Abdullah cerró su dinámica campaña en un colmado estadio de Kabul
poco después de que Karzai permitiera el regreso al país desde su
exilio en Turquia del conocido general Abdul Rashid Dostum, acusado
de crímenes de guerra, para que le consiga el voto de la minoría
tayika.
El diario The New York Times publicó el 11 de julio último que
hace ocho años, a pocos días de la invasión de Kabul, al menos mil
500 prisioneros talibanes fueron masacrados por los hombres de
Dostum, un señor de la guerra pagado por la Agencia Central de
Inteligencia de Estados Unidos, según denuncias.
Esa violación de los derechos humanos perpetrada en el 2001 en la
norteña ciudad de Mazar-e-Sharif, feudo de Dostum, es investigada
ahora por órdenes del presidente estadounidense, Barack Obama.
Sin embargo, la táctica de Karzai de tratar de obtener el
respaldo de líderes tribales y jefes de regiones nacionales
despierta la alarma entre los donantes occidentales, temerosos del
retorno al poder de los señores de la guerra cuyos enfrentamientos
destrozaron al país en la década de 1990.