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Cerca de una veintena de comunidades originarias de Bolivia están a
puno de desaparecer debido a razones dominantes de carácter
económico, cultural y social, informa hoy una fuente oficial.
Según una investigación realizada por el Componente de
Transversalización de los Derechos de los Pueblos Indígenas,
dependiente del ministerio de la Presidencia, los motivos
principales radican en la agresión a su cultura, la invasión de sus
tierras y el saqueo de sus recursos.
Tal situación conlleva a graves riesgos de salud, falta de
servicios básicos, entre otros, explicó la especialista en pueblos
vulnerables, Maritza Salazar, citada por el diario Cambio.
La mayoría de las comunidades expuestas viven en tierras bajas de
Bolivia, sólo los urus en la parte altiplánica del departamento de
Oruro, indicó la experta.
Subrayó que en la actualidad algunas de estas comunidades
entraron en contacto con la sociedad moderna y otras aún están
aisladas en la selva.
La incursión de hacendados y terratenientes madereros socava la
estructura cultural de estos pueblos y prácticamente los condenan a
la marginalidad y al etnocidio, advirtió Salazar.
Entre los asentamientos afectados figuran los weenhayek, ayoreo,
cavideño, mosetén, cayubaba, entre otros.
Esas poblaciones originarias viven en zonas de difícil acceso,
pero algunos emigran a los centros urbanos, donde se encuentran en
las calles en condiciones de pobreza y exclusión social.
Antes de la promulgación de la nueva Constitución Política del
Estado (CPE), en febrero último, los pueblos indígenas no estaban
reconocidos, por lo cual sus derechos eran vulnerables a ser
atropellados.
De acuerdo con el encargado de temas indígenas del ministerio de
Educación, Víctor Cuisara, los pueblos originarios viven en
territorios a los que el Estado nunca había llegado.
Destacó la lucha de la actual gestión para reconocer y respetar
los derechos de esas comunidades, tal como estipula el Convenio 169
de la Organización Internacional del Trabajo (OIT).
Según ese tratado, las naciones y pueblos indígena originarios en
peligro de extinción, en situación de aislamiento voluntario y no
contactado, serán protegidos y respetados en sus formas de vida
individual y colectiva.