Un verano en la Isla mágica

Froilán Parra Suárez

HOLGUÍN.— Miguelito se siente como nunca. El aire, la naturaleza, los animales y, sobre todo, el mar, le parecen maravillosos y quisiera permanecer allí por más tiempo. Esto es lindo, le dice a su mamá por teléfono, en tanto ella insiste en horarios de merienda, comidas e inyecciones de insulina: no te preocupes, todo está bien y yo estoy contento. Miguelito es diabético y asmático, pero eso no importa, en la Isla de los Niños hay espacio para todos.

Foto del autorLa playa se llena con la alegría de estos niños, que disfrutan de un verano inolvidable.

Miguel Ángel Carmona Tamayo forma parte de un grupo de 46 niños (30 asmáticos y 16 diabéticos) que vacacionan en la Isla de los Niños, ubicada en Cayo Saetía, Mayarí. Allí el paisaje que se abre a la vista, sumado a los beneficios de aire puro proveniente de la Bahía de Nipe, favorece la terapia dirigida a mejorar la salud de los infantes.

Los asmáticos realizan ejercicios de respiración, además de las otras actividades propias del campamento, explica la doctora Vilma Rosa Pérez, especialista en Alergología, del hospital pediátrico Octavio de la Concepción y de la Pedraja.

Son pacientes compensados, leves y algunos moderados, detalla.

En tanto, los niños diabéticos se instruyen sobre esta dolencia, la hipoglicemia y la hiperglicemia, cómo convivir con la enfermedad, qué alimentos deben ingerir y las horas de meriendas y comidas, expone la doctora Marta Motes Velásquez, pediatra y especialista de primer grado en Endocrinología.

También aprenden a inyectarse ellos mismos la insulina, a realizarse el análisis de glicemia con el glucómetro que cada uno posee, suministrado por el Grupo Nacional de Endocrinología, detalla la doctora Motes Velásquez.

La Isla de los Niños, confirma Ariel Díaz, subdirector económico, puede recibir simultáneamente a unos 480 niños en cada rotación, de cinco días cada una. El campamento cuenta con 12 cabañas con capacidad para 42 vacacionistas, además de seis aulas, piscina, una biblioteca y un comedor con capacidad para 120 niños.

Consta, además, de dos parques, y en las noches realizan allí el Festival del Dominó y Para Bailar, entre otros juegos.

Este lugar nació el 17 de julio de 1983, y luego de varios años en que sufrió los avatares del periodo especial, renació el 20 de Julio del 2002, más bella y con mayor confort.

Los pacientes coinciden en la Isla con otros niños, unos 250 en total, e interactúan con ellos en los juegos; incluso los hay ganadores de competencias de baile que, según los organizadores, participan en torneos coreográficos.

Así transcurren los días de verano. Algunos esperan entre risas y bailes al son de Kola Loca por el turno al comedor, bajo la sombra de los árboles. Otros cuentan de sus excursiones.

Regresamos de un viaje al Obelisco, dice Elianis Mora Oliva, alumna de noveno grado de la escuela de deporte Pedro Díaz Coello, de Holguín. Allí conocimos detalles de la llegada a cayo Saetía del joven Fidel Castro, después de desafiar a los tiburones en la bahía de Nipe, para no dejarse apresar, luego del fracaso de los sucesos de Cayo Confites. Entonces tenía 21 años, subraya.

La acampada resulta provechosa para ellos —afirma la doctora Motes Velásquez—, pues aleja la perspectiva que muchas veces tienen los padres acerca de la enfermedad y les demuestra que pueden tener una vida normal.

 

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