Frente a mí, Maribel Herrera Cepeda, única mujer que se desempeña
como jefa de una PCH en Cuba. Viste overol azul y, después de
revisar los planos, llave en mano, comienza a andar por los
vericuetos de una de las unidades que se resiste a funcionar con
estabilidad.
"No sé qué vamos a hacer con esta máquina. Últimamente, no hay
forma de sincronizarla al Sistema Electroenergético Nacional y
debemos hacerlo para estabilizar el funcionamiento y aportar la
energía planificada."
Tanto conoce a su PCH que con solo abocinarse la mano junto al
oído sabe si anda bien o mal. Fue así como, hace unos días, se dio
cuenta del problema de la máquina dos: "Yo le sentí un ruidito
extraño¼ ".
Un avezado especialista en la materia le comentó que eran
problemas con el péndulo, y ella¼ "a que
no". Maribel tenía la razón, porque cuando lo cambiaron todo siguió
igual. Al final el problema estaba en el regulador hidráulico que
pasa como torrente e impulsa la máquina en funcionamiento. Dicho
así, en pocas palabras, es fácil la explicación de cómo obtener
corriente eléctrica aguas abajo de la presa, pero cuando uno llega a
la PCH y se encuentra entre relojes, pizarras automáticas,
circuitos, válvulas distribuidoras, generadores, tuberías¼
se ve obligado a cambiar de opinión.
"Es una energía limpia, dice Maribel. De enero hasta el pasado 31
de julio aportamos al SEN 2 422.02 MW.
"La PCH incorpora toda la energía que produce a la red nacional y
mantiene una generación anual de unos 3 000 MW, con lo cual el país
economiza más de 800 toneladas de combustibles por generación en
termoeléctricas. Somos una PCH pequeña, pero tenemos nuestra
importancia. ¿No crees?", asevera con sentido de pertenencia.
"En época de sequía aportamos unos 12,8 MW diarios y en la de
lluvia llegamos a los 20, cifra que puede aumentar, incluso, si la
presa dispone de mayor volumen de agua.
Quizás esa sea la razón principal por la que, según dicen sus
compañeros, la cara de Maribel cambia con la época del año o, mejor
dicho, con la cantidad de agua que tenga el vientre del embalse.
"Hoy tiene unos 60 millones de metros cúbicos y está a más de la
mitad de su llenado. Poco a poco se va recuperando. Cuando ella
alivia es capaz de embalsar más de 79 millones de metros cúbicos de
agua. Cada vez que eso sucede la alegría se me refleja en el rostro.
Es lógico que así sea.
"¿El agua? Generamos sin malgastarla. Todo con orden. Por
ejemplo, a plena capacidad, la PCH consume en 24 horas 380 160
metros cúbicos, y el nivel de la presa puede bajar hasta tres
centímetros cada día.
"No es justo que utilice más de la programada. Y si lo hiciera
enseguida se sabe porque llega mayor volumen a la derivadota, aguas
abajo."
Maribel comenzó como ejecutora de la obra en 1998. Por entonces,
trabajaba en la Empresa Constructora de la Industria Eléctrica, pero
siempre supuso que la naciente planta generadora cambiaría el
destino de su vida. Desde entonces, se mantiene adherida al enclave
como quien cumple un sacerdocio.
En cuestiones de hidroeléctrica ella conoce que en el país
existen más de 180 unidades, que cubren las necesidades sociales y
productivas de unos 35 000 habitantes y 500 objetivos de interés
socioeconómico; y que su funcionamiento propició que, hasta mayo
último, Cuba dejara de consumir más de 12 000 toneladas de
combustible en generación.
También sabe que en medio de un mundo envenenado por la
contaminación constituyen una vía de obtención de energía limpia,
como lo corrobora el hecho de que el pasado año el país dejó de
emitir a la atmósfera más de 90 000 toneladas de dióxido de carbono.
"Demasiadas razones. Es lógico que me sienta adherida a mi PCH",
afirma, y llave en mano, continúa el trabajo, tal vez para alejar al
preguntón que llegó sin previo aviso.