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A diez meses del paso destructor del Ike…
Guáimaro se levanta
Miguel Febles Hernández
Es el mediodía del 10 de septiembre del 2008...
Un equipo de fotorreporteros y camarógrafos sobrevuela las zonas
devastadas por el huracán Ike en Camagüey, con el propósito de
obtener imágenes abarcadoras del desastre.
Los
niños de la Comunidad La Legua ya cuentan con su escuela nueva para
el próximo curso escolar.
El itinerario del MI-17 sigue la ruta Minas-Nuevitas-Santa Lucía,
al norte, y luego pone rumbo hacia la parte más oriental de la
provincia, hacia Guáimaro, de donde las noticias de las afectaciones
resultan en extremo alarmantes.
Ya sobre el segundo municipio de mayor extensión del país —solo
superado por el de la Ciénaga de Zapata— los hechos se confirman:
plantaciones destruidas, viviendas derribadas, potreros convertidos
en enorme lodazal, almacenes y vaquerías sin la sombra de una
teja...
Abajo, un pueblo golpeado duramente por la Naturaleza comenzaba a
resarcir los daños, mientras esperaba, confiado, la pronta ayuda que
no demora en aparecer.
Es el verano del 2009, a diez meses del paso del Ike por las
llanuras camagüeyanas...
Otro grupo de reporteros, esta vez por carretera, recorre el
municipio de Guáimaro para constatar, in situ, lo que
reflejan los informes: aunque no todo está restablecido totalmente,
como es el caso de las viviendas, resulta ostensible el cambio que
se observa en la infraestructura socioeconómica del territorio.
Luis Beltrán Pérez, presidente de la Asamblea Municipal del Poder
Popular, tiene a mano dos cifras que hablan por sí solas de la
magnitud del golpe:
"Aquí tuvimos más de 10 000 afectaciones de diferente nivel en
las casas de los guaimareños y en la agricultura fueron devastadas
78 caballerías de viandas ya en producción, la mayor parte de ellas
dedicadas al plátano."
Hoy el panorama es otro: a estas alturas se ha recuperado el 41%
de las viviendas dañadas y en el campo se cosecha boniato, calabaza
y maíz, mientras se avanza en el programa de siembra de plátano y
yuca, dos viandas imprescindibles para la revitalización del sector
agrícola.
VIDA NUEVA EN VILLA FELIZ
Destruido hasta los cimientos por las ráfagas del ciclón, el
Hogar de Ancianos de Cascorro, uno de los consejos populares de
Guáimaro, muestra hoy su fisonomía reluciente en armoniosa
combinación con el cálido semblante de los 38 abuelos y abuelas que
allí son atendidos.
Enfermería, comedor, lavandería, sala de estar y un pequeño
huerto conforman el acogedor lugar que los viejitos han bautizado
con el nombre de Villa Feliz, en alusión al bienestar que sienten.
Los vecinos de la localidad no dudaron en apoyar las acciones
reconstructivas del Hogar de Ancianos, convencidos de su
importancia, sin saber exactamente que en esa zona viven más de 2
000 personas mayores de 60 años, entre ellas algunas que ya pasan
los límites de la centuria.
LA "TAÍNO" LISTA PARA EL PICO LECHERO
Unos kilómetros más adelante, rumbo a Guáimaro, está el poblado
de Martí, conocido entre otros atributos por la laboriosidad de su
gente y por la calidad de los quesos salidos de la Fábrica Taíno,
hoy nombrada Geonel Rodríguez Cordoví.
Allí también dejó su huella "Ike, el destructor", lo que obligó a
parar temporalmente la planta de 66 años, y a someterla a una
reparación capital que permitirá procesar diariamente más de 150 000
litros, una noticia halagüeña toda vez que es agosto el mes pico de
la campaña lechera.
UNA ESCUELA RESURGE DE LAS RUINAS
Pocos, por no decir que nadie en la Comunidad La Legua, dejaron
de participar en la reconstrucción de la Escuela Primaria Félix
Varela Morales, encabezados por Ramón Suárez, uno de los campesinos
que hace 46 años la levantó entre las cenizas, tras ser incendiada
por bandidos contrarrevolucionarios.
En este, su segundo renacer, y mientras se ejecutaba la obra, la
casa de la familia Suárez Rivero sirvió durante ocho meses de aula
para los seis niños que con resultados excelentes culminaron el
pasado curso escolar.
La escuelita multigrado dispone ya de paneles solares, televisor
y computadora.
ETERNAMENTE INCONFORMES
La lista de obras restauradas en estos diez meses resulta
interminable: viviendas, consultorios médicos, escuelas, panaderías,
organopónicos, fábricas, almacenes, vaquerías...
Sin embargo, para los guaimareños y sus autoridades está claro
que quedan aún muchas cosas por hacer conscientes del potencial
productivo de la zona y del sustancial aporte que pueden hacer. |