El daño de la insensibilidad y el burocratismo

Sobre la rutina que provoca la indolencia en los servicios funerarios que abren espacio al lucro y al descontento de la población indagó Granma tras las alertas de los lectores

Disciplina quiere decir orden, y orden quiere decir triunfo.
Puesto que el cubano hace a su Patria la ofrenda de su
vida, hágala bien, y déle la vida de modo que le sirva, por
el orden de sus servicios, en vez de serle inútil o dañar,
por su desorden y torpeza en el instante de defenderla.
 -José Martí-

Leticia Martínez, Oscar Sánchez y Alberto Núñez
oscar.ss@granma.cip.cu
alberto.enb@granma.cip.cu

La muerte deja huellas para toda la vida. Con la pérdida el mundo se estrecha y el dolor invade despiadadamente y sin la menor espera. A la abrumadora ausencia, se suma un frío desamparo que bien podría parecer el peor de los castigos¼ Pero la odisea de cómo cumplir la última voluntad del fallecido que comienza desde el hospital y se enreda en la madeja de tantos trámites burocráticos y gestos indolentes supera cualquier condena y hace más agobiante los últimos minutos al lado del ser querido.

 Foto: Jorge Luis GonzálezUn mes de retraso presenta la reparación de la funeraria de Calzada y K.

Hasta nuestra redacción llegan criterios sobre falta de sensibilidad hacia los familiares y el fallecido, la mala y tergiversada información sobre cómo realizar los trámites, los engorrosos caminos que hay que transitar para llegar a la cremación, y la innecesaria dilación del doloroso momento. Todo esto está asentado en una resolución, la 128 del Ministerio de Salud Pública y de Economía y Planificación, del año 1992, la cual parece haber sido superada por la realidad misma, más que propiciar el orden abre la brecha al lucro personal.

A ello se suma el ambiente de algunas funerarias cuyas condiciones materiales impiden un óptimo servicio.

El caso de un anciano fallecido en el Hospital Salvador Allende de esta capital, que su última voluntad fue la cremación, descubre cada uno de los vericuetos del sistema. La muerte ocurrida en el municipio de Cerro, el traslado hacia la funeraria La Nacional (Centro Habana), luego hacia el Instituto de Medicina Legal (Cerro), más tarde hacia la funeraria Maulines (Arroyo Naranjo) y por último hacia el crematorio de Guanabacoa, hablan del tortuoso procedimiento. Mientras, el dolor de la familia se alarga.

Pero más allá de narrar un ejemplo lo importante es adentrarnos en las esencias de una realidad que, por el mal actuar de unos pocos, empaña nuestras vidas y también la imagen de una Revolución que ha puesto en su centro el bienestar del ser humano.

Términos que empiezan

Para cremar un cadáver es necesaria la evisceración. Argumentos como la mejor conservación y traslado, además de la reducción del tiempo de cremación luego de extraer las vísceras acompañan tal proceder. En estos últimos tiempos cuando cada vez son más los que acuden a la cremación dan pertinencia al criterio de que mientras menos tiempo se requiera para convertir en cenizas un cadáver más servicios pueden brindarse. Pero la pregunta de a quién toca realizar la evisceración aparece como la punta del hilo.

Foto: Ricardo López HeviaEl servicio de cremado tiene un precio subsidiado por el Estado, como tantas otras cosas que tenemos.

Por ello acudimos al doctor Efrén Acosta, director del Hospital Salvador Allende lugar desde donde surgió la queja de un lector.

Y entonces explica: "Hay dos términos, uno es la necropsia y el otro la evisceración. El primero es el proceder para sacar el bloque completo de los órganos con fines estrictamente médicos para buscar o corroborar un diagnóstico: y la evisceración es más sencilla y consiste en extraer parte del bloque para luego incinerar. Este último procedimiento no lo realiza el Hospital sino los Servicios Necrológicos de la ciudad.

Según el doctor Acosta, cuando queda clara la causa de la muerte, ya sea por la avanzada edad, complicaciones de múltiples enfermedades, entre otras, no existe ninguna indicación clínica para hacer la necropsia. "Nosotros solo las hacemos por interés médico legal, de carácter científico o cuando el familiar pide hacerla ante alguna duda, no para proceder luego a la cremación".

Sin embargo, hasta el Hospital también llegan las dificultades. Ni siquiera este tipo de necropsias se realizan por estos días por el mal estado de su incinerador, el cual tuvo que dejar de funcionar desde hace casi tres meses por bioseguridad. Expone la doctora Mylena Vázquez, subdirectora de aseguramiento técnico, que el huracán Ike derribó la chimenea y dañó las paredes de ladrillos refractarios. A causa del mal funcionamiento desprendía un olor y hollín insoportables para la población de los alrededores.

"En este minuto está reparado todo lo que tiene que ver con los ladrillos refractarios, la cementación del suelo y estamos pendientes de la instalación del nuevo quemador de alta presión que está en fase de importación."

A lo que agrega el doctor Efrén Acosta: "pero aún con el incinerador listo, la evisceración no es responsabilidad del Hospital".

Calzada y K, cerrada por reparación

En busca de respuestas llegamos a la funeraria de Calzada y K. Tres meses cerrada por reparación ha recargado el servicio en otros establecimientos y complejizado aún más la situación. Lo que inició como un mantenimiento terminó en reparación capital por la acumulación de roturas y lo añejo de la edificación, la cual según José Luis Mujica, su administrador, data de 1940.

Un mes entero de retraso tiene la obra, mientras en una visita al lugar un martes a las dos de la tarde a simple vista escaseaba el trabajo, algunos estaban cogiendo un aire, otro jugaba en la computadora, mientras nuestro fotógrafo hacía magia para lograr una imagen de constructores "doblando el lomo". Quizás por eso no pudo cumplirse el compromiso de abrir las puertas de la funeraria en julio, ya que como nos aseguraron tienen todos los materiales necesarios para terminar. Esta es otra expresión de insensibilidad e indolencia.

Vulnerabilidades en el camino

Teóricamente los funcionarios ubicados en el sistema de atención necrológica están dotados de la capacidad para tratar con las personas en estos momentos amargos, y, sin embargo, el mecanismo falla porque la rutina aflora y su buen aliado el burocratismo protagoniza.

Solo así se explica que la administración de la funeraria La Nacional contemplara con pasividad la incompetencia de dos coordinadoras, más las faltas de otros trabajadores, y solo llegara el examen de los hechos pasado un mes y gracias a la queja razonable de un familiar por el incumplimiento de los responsables del servicio, quienes irrespetaron la voluntad del fallecido de no velarlo en la capilla, con lo cual violaron disposiciones establecidas.

Una lección que dejan las irregularidades mencionadas es la importancia del proceder de los cuadros administrativos, el cual tiene que ser ágil y efectivo, y exigirse los unos a los otros para que los controles no sean formales ni se limiten a una mesa en un puesto de mando. Las visitas de terreno, a las 24 funerarias de la ciudad, establecidas como regla en cualquier horario, son un método insustituible para constatar la realidad y ofrecer soluciones en caso de ser necesarias.

Si hace casi tres años, al inicio del funcionamiento del Crematorio los casos por cada mes no rebasaban la veintena, hoy pasan de 200. Solo en los primeros siete meses del año se han cremado 1 559 cadáveres.

Un razonamiento económico sensato indica la necesidad de eliminar la práctica de luego de cremar un cadáver velar las cenizas en la funeraria.

No debemos olvidar que al complicar una gestión con excesos de trámites y viajes estamos abriendo brechas a las conductas ilegales y arbitrarias.

La Revolución cubana ha sido y es por excelencia una obra de alto valor humano, y en consecuencia nada le es ajeno. En ese sentido, el Estado ha invertido e invierte considerables recursos en este sector, hoy día tienen lugar la reparación de cinco funerarias en la capital, otras se incorporarán en las próximas semanas hasta aspirar a que las 109 capillas disponibles estén habilitadas al término del año.

Un total de 17 de estas instalaciones (las de mayor capacidad) disponen de grupos electrógenos. La base material actual incluye el parque de vehículos con 53 carros fúnebres, ocho de ellos destinados para el traslado por carreteras.

En el propio crematorio sus confortables salas de espera acogen a los familiares en uno de los momentos más difíciles de su vida. Allí la inversión en el 2006 superó los 70 000 dólares en pos de ofrecer un servicio humano a la población.

Todos los recursos no serán suficientes si el descuido, la indelicadeza y la insensibilidad hacen olvidar lo que debe ser un principio de quienes laboran en esta esfera: Trabajar con el dolor ajeno como si fuera el propio.

 

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