El 5 de agosto de 1994 ha pasado a la historia de Cuba como el
día de otra gran batalla ganada por Fidel y su pueblo, sin tiros ni
muertos, frente a quienes alentados desde Estados Unidos alteraron
de forma violenta el orden público en un sector del malecón habanero
y sus inmediaciones. Ese, como dijo Fidel, "no fue un día malo para
la Revolución", sino más bien fue un día de reafirmación
revolucionaria.
A todos nos estremeció la llegada del Comandante en Jefe a
Galiano y San Lázaro para encabezar la respuesta popular a los
antisociales, en el momento de mayor tensión.
Desde horas tempranas comenzaron a concentrarse personas
alrededor de la Avenida del Puerto, alentadas por la provocación y
el rumor difundido por emisoras contrarrevolucionarias desde
territorio estadounidense, según el cual cualquier ciudadano de
nuestro país podría emigrar hacia Estados Unidos por la vía
marítima, sin que mediara trámite alguno.
Días antes, y también bajo el influjo de la irresponsable
política del gobierno de Estados Unidos para estimular la emigración
ilegal y la realización de actos violentos, ocurrieron los
secuestros de las lanchas Baraguá (26 de julio) y La Coubre (3 de
agosto), junto a otros hechos delictivos.
En una de estas vandálicas acciones fue asesinado por elementos
inescrupulosos el joven suboficial de la Policía Nacional
Revolucionaria, Gabriel Lamoth Caballero, mientras cumplía su deber.
Ante la imposibilidad de apropiarse por segunda vez de la Baraguá,
los antisociales arremetieron contra todo lo que encontraron a su
paso, rompiendo vidrieras para robar en centros comerciales.
La presencia del Comandante en Jefe en momentos en que todavía
volaban las piedras —como él mismo recordara en la comparecencia
ante la televisión esa noche— hizo crecer el mar de pueblo que
bajaba desde todas partes para concentrarse en el Malecón, justo en
la esquina del Hotel Deauville, y propinar una contundente
respuesta.
Aquella fue otra gran victoria y una advertencia a quienes
pretendían atentar contra la Revolución. "El pueblo y Fidel en la
misma batalla", fue el titular de Granma entonces, y quince
años después podría ser el mismo, pues el pueblo y Fidel seguimos
juntos en la misma trinchera, inspirados en su ejemplo.