Verano habanero en familia

Juan Varela Pérez
juan.pvp@granma.cip.cu

La familia habanera Betancourt-Álvarez está complacida. Hacía muchos años que mayores y menores, así lo dijeron a Granma, no disfrutaban de un verano tranquilo y organizado como este.

Foto: Ricardo López HeviaDisfrute en familia y en un ambiente de tranquilidad.

No se trata del incremento, en cantidad y calidad de las ofertas de la gastronomía popular con precios al alcance de todos. Ni del esfuerzo de organismos, organizaciones y entidades para garantizar otras motivaciones y no solo playa.

A la par de la existencia de juegos mecánicos infantiles, reviven, gracias al impulso y estimulo de la Comisión Provincial de Recreación, juegos y pasatiempos tradicionales. Y junto al refrescante chapuzón— donde exista esa posibilidad — improvisan planes de la calle, actúan grupos de teatro y la brigada José Martí ocupa un rol prominente.

Hay muestras de literatura, competencias deportivas, simultáneas de ajedrez, dominó, damas, salas de computación, música grabada o en vivo a cargo de grupos del territorio, creadores locales exhiben, comercializan e intercambian sobre su obra, se montan miniferias agropecuarias y en tiendas y puntos andantes venden artículos de uso personal y para el hogar.

La historia no es igual en todas partes porque los matices de la programación dependen de las características de la comunidad. Está lejos de la perfección máxime si deben atender y buscarle contenido cada día a miles de personas. Pero ninguna quedó olvidada.

Esta familia aplaude el esfuerzo para que los 32 asentamientos de La Habana, incluidos los más apartados, tengan en mayor o menor grado, un verano popular y diferente. Pedro Ortega, dirigente de la UJC y de la Comisión Provincial, lo corrobora: julio dejó un saldo favorable. Los programas suspendidos o aplazados, que fueron mínimos, obedecieron a razones ajenas a la voluntad de los organizadores.

Emilio, el jefe del núcleo Betancourt-Álvarez, integrado por tres mayores y los niños Maritza y Abel, afirma que sus ingresos son modestos pero los precios del almuerzo y las meriendas "nos hacen completar un sábado y domingo de altura".

Atracciones variadas para todos los gustos.

La zona de Baracoa, en el municipio de Bauta, muchas veces maltratada por los huracanes, es reflejo de lo señalado. Cierto que sus condiciones mejoran —también las obligaciones—al tener una franja de playa no con la calidad de otras, pero que también refresca. Por eso se reúnen allí miles de vecinos de todos los municipios del oeste, mientras los capitalinos aprovechan la puntualidad de la ruta 420, al igual que los alumnos de la vecina Escuela Latinoamericana de Medicina (ELAM). Como el tramo es corto y hay garantía de ida y regreso, varios de los entrevistados califican el lugar de acogedor y muy tranquilo. El respaldo de la gastronomía estatal es amplio y para todos los gustos y bolsillos.

José Antonio Suárez, director de la Empresa de Comercio y Gastronomía de Bauta, afirmó que el ejemplo de los modestos avances de los servicios en los meses de verano se reflejan en esta comparación: en la playa de Baracoa, en julio del 2008 vendieron 76 000 pesos y en el recién terminado sobrepasaron los 289 000. Es marcada la mayor cantidad de personas atendidas, el aumento de las ofertas, la variedad y calidad y los precios populares.

Maira Barroso Barreras, presidenta de la Asamblea Municipal del Poder Popular, explicó que al terminar agosto, la afluencia continúa hasta la llegada del invierno, reto que deben vencer desde ahora.

 

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