Son
muchas las ocasiones en que, a lo largo de las siete legislaturas de
la Asamblea Nacional del Poder Popular —desde 1976 a la fecha—, me
ha parecido insuficiente la información que los diferentes medios de
difusión ofrecemos a los lectores sobre el desenvolvimiento de
nuestros diputados, entre los que se encuentra, por ley, casi un 50%
de los delegados de base.
No son pocas las veces que en comisiones o en plenarios, cuando
rinden cuenta organismos e instituciones, he pensado: qué pena que
la población de tal o cual municipio no pueda apreciar en directo o
leer después, la intervención de su diputado. Sin duda, sentirían
orgullo de haberlo elegido y valorarían muchísimo más el casi
siempre anónimo desvelo de ellos por sus conciudadanos.
Cierto es, y no como justificación sino para intentar explicar lo
que sucede, que los minutos de cámara o micrófono en la televisión o
la radio, o las líneas en la prensa impresa, son insuficientes. Los
que hemos tenido el privilegio de reportar las actividades
parlamentarias siempre pedimos más¼ pero
no se pueden "estirar" ni el papel ni los espacios radiales y
televisivos. He ahí el dilema que tenemos los periodistas.
Los cerca de 400 diputados que en la actual legislatura integran
las 12 comisiones permanentes de la Asamblea Nacional, la mayoría de
ellos sin dejar sus ocupaciones habituales, trabajan buena parte del
año en estudios, investigaciones, encuestas y fiscalizaciones sobre
aquellos problemas que más aquejan a la población y en torno a otros
para proyectar soluciones o alertar de situaciones que pudieran
perjudicar el comportamiento de uno u otro programa, de esta o
aquella línea de desarrollo.
No son solo legisladores nuestros diputados —aunque deberán serlo
cada vez más, sobre todo en los tiempos actuales en que el llamado
del compañero Raúl a perfeccionar nuestra institucionalidad lo
exigirá—; como regla, han sido más veladores por la legalidad, el
orden, la disciplina, la calidad de bienes y servicios, combatientes
contra lo mal hecho, defensores de los derechos de los ciudadanos,
promotores de iniciativas en bien de sus comunidades¼
y, como tales, su voz no ha dejado de alzarse en las jornadas
parlamentarias.
La experiencia acumulada —algunos de ellos con hasta 20 años y
más de ejercicio como delegados y diputados— en el duro bregar
cotidiano en sus barrios, comunidades, municipios y provincias,
posibilita que sus intervenciones estén avaladas por el conocimiento
de la realidad, por su intransigencia ante el maltrato, el mal
servicio, la mala atención a una queja, la deficiente calidad de un
producto, las actitudes burocráticas, el incumplimiento de lo
establecido, el peloteo ante un trámite, la ilegalidad flagrante.
Bueno sería que se conociera que uno de los asuntos que
periódicamente sigue cada comisión es la atención a las quejas de la
población y los planteamientos de los electores a sus delegados en
los procesos semestrales de rendición de cuenta, y este seguimiento
incluye las respuestas que organismos y entidades les dan, como está
establecido.
El martes y miércoles últimos, entre sus labores, varias
comisiones evaluaron los resultados de ese importante tema, por el
que, a veces y no siempre justamente, se valora el trabajo del
Sistema del Poder Popular, desconociendo las otras funciones
decisivas que tiene, como el análisis frecuente de la ejecución del
presupuesto territorial, asunto que debiera realizarse cada vez con
más rigor y exigencia.
Y las que no los examinaron en el conjunto de sus esferas, los
consideraron en aquellas actividades incluidas en sus agendas. Así
lo vimos en la de Industria y las Construcciones que deliberó
críticamente la información que en tal sentido les brindaran los
institutos nacionales de la Vivienda y Recursos Hidráulicos, y los
ministerios de la Construcción y las industrias Sideromecánica y
Básica, con énfasis en temas que, como la deficiente calidad de
algunos de los artículos destinados a la construcción y
rehabilitación de viviendas —herrajes, por ejemplo—, motivaron un
exhaustivo debate.
Igual ocurrió en los temas abordados por la Comisión
Agroalimentaria donde se señalaron preocupaciones e insuficiencias
presentes aún en la distribución y comercialización de productos del
agro y en el empeño por ofertar conservas que satisfagan la demanda,
aspectos de primera prioridad hoy en el país; y en la de Servicios,
donde la atención, más bien desatención al
consumidor-cliente-usuario fue punto constante en sus análisis.
Las dificultades que aún subsisten en la prestación de servicios
de la salud, inestabilidad de médicos y enfermeros en los
consultorios y en la obtención de turnos para especialistas, entre
otros; así como la demanda de un mayor rigor, control,
sistematicidad y planificación en la campaña contra el Aedes aegypti,
por las irregularidades que presenta, fueron señalados con fuerza
por los diputados de la Comisión de Salud y Deporte; en tanto los de
Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, expresaron sus criterios
respecto a los cambios introducidos con vista al próximo curso
escolar.
En ningún caso ajenos a la difícil situación económico-financiera
que vive el país, los diputados apuntaron también sus comentarios
hacia temas complejos que precisan resolverse como lo fueron, en
varias comisiones como la de Asuntos Económicos, los relacionados
con la baja productividad y su correlación negativa con el aumento
del salario medio, el sobredimensionamiento de plantillas que
conspira contra la eficiencia, la revisión y aplicación de los
sistemas de pago vinculados al rendimiento con más rigor y de
encontrar soluciones a la contradicción creada de miles de personas
en edad económicamente activa que no trabajan ni estudian o están
subempleadas, frente a miles de plazas no cubiertas en sectores
imprescindibles como la agricultura, la construcción y áreas como la
contabilidad; o los referidos, sustentados en ejemplos, a las
potencialidades de ahorrar más recursos de todo tipo, a partir del
derroche y despilfarro que aún se manifiestan de manera abierta o
solapada.
Por eso estas líneas a favor de los que con abnegación y
responsabilidad, sin otro premio que el cotidiano cumplimiento de
sus deberes, asumen con su labor la digna representación de quienes
los eligieron, y frente a los que de mala fe o por ignorancia,
subestiman el desempeño de nuestros diputados.