Unas líneas por nuestros diputados

Susana Lee

Son muchas las ocasiones en que, a lo largo de las siete legislaturas de la Asamblea Nacional del Poder Popular —desde 1976 a la fecha—, me ha parecido insuficiente la información que los diferentes medios de difusión ofrecemos a los lectores sobre el desenvolvimiento de nuestros diputados, entre los que se encuentra, por ley, casi un 50% de los delegados de base.

No son pocas las veces que en comisiones o en plenarios, cuando rinden cuenta organismos e instituciones, he pensado: qué pena que la población de tal o cual municipio no pueda apreciar en directo o leer después, la intervención de su diputado. Sin duda, sentirían orgullo de haberlo elegido y valorarían muchísimo más el casi siempre anónimo desvelo de ellos por sus conciudadanos.

Cierto es, y no como justificación sino para intentar explicar lo que sucede, que los minutos de cámara o micrófono en la televisión o la radio, o las líneas en la prensa impresa, son insuficientes. Los que hemos tenido el privilegio de reportar las actividades parlamentarias siempre pedimos más¼ pero no se pueden "estirar" ni el papel ni los espacios radiales y televisivos. He ahí el dilema que tenemos los periodistas.

Los cerca de 400 diputados que en la actual legislatura integran las 12 comisiones permanentes de la Asamblea Nacional, la mayoría de ellos sin dejar sus ocupaciones habituales, trabajan buena parte del año en estudios, investigaciones, encuestas y fiscalizaciones sobre aquellos problemas que más aquejan a la población y en torno a otros para proyectar soluciones o alertar de situaciones que pudieran perjudicar el comportamiento de uno u otro programa, de esta o aquella línea de desarrollo.

No son solo legisladores nuestros diputados —aunque deberán serlo cada vez más, sobre todo en los tiempos actuales en que el llamado del compañero Raúl a perfeccionar nuestra institucionalidad lo exigirá—; como regla, han sido más veladores por la legalidad, el orden, la disciplina, la calidad de bienes y servicios, combatientes contra lo mal hecho, defensores de los derechos de los ciudadanos, promotores de iniciativas en bien de sus comunidades¼ y, como tales, su voz no ha dejado de alzarse en las jornadas parlamentarias.

La experiencia acumulada —algunos de ellos con hasta 20 años y más de ejercicio como delegados y diputados— en el duro bregar cotidiano en sus barrios, comunidades, municipios y provincias, posibilita que sus intervenciones estén avaladas por el conocimiento de la realidad, por su intransigencia ante el maltrato, el mal servicio, la mala atención a una queja, la deficiente calidad de un producto, las actitudes burocráticas, el incumplimiento de lo establecido, el peloteo ante un trámite, la ilegalidad flagrante.

Bueno sería que se conociera que uno de los asuntos que periódicamente sigue cada comisión es la atención a las quejas de la población y los planteamientos de los electores a sus delegados en los procesos semestrales de rendición de cuenta, y este seguimiento incluye las respuestas que organismos y entidades les dan, como está establecido.

El martes y miércoles últimos, entre sus labores, varias comisiones evaluaron los resultados de ese importante tema, por el que, a veces y no siempre justamente, se valora el trabajo del Sistema del Poder Popular, desconociendo las otras funciones decisivas que tiene, como el análisis frecuente de la ejecución del presupuesto territorial, asunto que debiera realizarse cada vez con más rigor y exigencia.

Y las que no los examinaron en el conjunto de sus esferas, los consideraron en aquellas actividades incluidas en sus agendas. Así lo vimos en la de Industria y las Construcciones que deliberó críticamente la información que en tal sentido les brindaran los institutos nacionales de la Vivienda y Recursos Hidráulicos, y los ministerios de la Construcción y las industrias Sideromecánica y Básica, con énfasis en temas que, como la deficiente calidad de algunos de los artículos destinados a la construcción y rehabilitación de viviendas —herrajes, por ejemplo—, motivaron un exhaustivo debate.

Igual ocurrió en los temas abordados por la Comisión Agroalimentaria donde se señalaron preocupaciones e insuficiencias presentes aún en la distribución y comercialización de productos del agro y en el empeño por ofertar conservas que satisfagan la demanda, aspectos de primera prioridad hoy en el país; y en la de Servicios, donde la atención, más bien desatención al consumidor-cliente-usuario fue punto constante en sus análisis.

Las dificultades que aún subsisten en la prestación de servicios de la salud, inestabilidad de médicos y enfermeros en los consultorios y en la obtención de turnos para especialistas, entre otros; así como la demanda de un mayor rigor, control, sistematicidad y planificación en la campaña contra el Aedes aegypti, por las irregularidades que presenta, fueron señalados con fuerza por los diputados de la Comisión de Salud y Deporte; en tanto los de Educación, Cultura, Ciencia y Tecnología, expresaron sus criterios respecto a los cambios introducidos con vista al próximo curso escolar.

En ningún caso ajenos a la difícil situación económico-financiera que vive el país, los diputados apuntaron también sus comentarios hacia temas complejos que precisan resolverse como lo fueron, en varias comisiones como la de Asuntos Económicos, los relacionados con la baja productividad y su correlación negativa con el aumento del salario medio, el sobredimensionamiento de plantillas que conspira contra la eficiencia, la revisión y aplicación de los sistemas de pago vinculados al rendimiento con más rigor y de encontrar soluciones a la contradicción creada de miles de personas en edad económicamente activa que no trabajan ni estudian o están subempleadas, frente a miles de plazas no cubiertas en sectores imprescindibles como la agricultura, la construcción y áreas como la contabilidad; o los referidos, sustentados en ejemplos, a las potencialidades de ahorrar más recursos de todo tipo, a partir del derroche y despilfarro que aún se manifiestan de manera abierta o solapada.

Por eso estas líneas a favor de los que con abnegación y responsabilidad, sin otro premio que el cotidiano cumplimiento de sus deberes, asumen con su labor la digna representación de quienes los eligieron, y frente a los que de mala fe o por ignorancia, subestiman el desempeño de nuestros diputados.

 

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