El recuerdo de este último texto persiste en este cronista junto
a la memoria del escritor. Ambos —obra y autor— son inseparables.
Alape fue un ejemplo de consagración ética, voluntad política y
dedicación literaria orientadas hacia un mismo fin: mostrar los
entresijos de la violencia endémica que ha padecido su país, de
manera enfática, luego de que el 9 de abril de 1948 cayera en las
calles de Bogotá el prominente líder popular Jorge Eliecer Gaitán.
Desde los años sesenta, Alape —nació en Cali el 3 de noviembre de
1938 y falleció en la capital colombiana el 7 de octubre del 2006—,
se interesó por desentrañar los hilos y las consecuencia de aquel
acontecimiento, que desató movimientos guerrilleros que se prolongan
en el tiempo, la sistematización de la represión por parte de
fuerzas militares y paramilitares, y la descarnada injerencia
norteamericana.
La trilogía sobre el Bogotazo —Memorias del olvido (1983),
Noche de pájaros (1964) y La paz, la violencia;
testigos de excepción (1985)— se convirtieron en clásicos del
género histórico-testimonial, comparables en su obra a los libros de
ficción y reportajes dedicados a Pedro Antonio Marín, alias Manuel
Marulanda Vélez, alias Tirofijo.
El cadáver insepulto (2005), su última novela publicada, se
conecta directamente con la violencia derivada del Bogotazo. Alape
supo de un crimen de Estado que nunca quedó oficialmente aclarado:
la muerte de un capitán cuya existencia tuvo un antes y un después
del 9 de abril de 1948, cuando balearon a Gaitán.
A partir de las crónicas policiales del periodista Felipe
González Toledo y de la incesante búsqueda del cuerpo de su esposo
por parte de la viuda del capitán, Alape arma un relato
sencillamente impresionante.
Pocos días después de su lanzamiento editorial, el crítico Germán
Pinzón escribió: "Con la palabra insepulto Arturo Alape condensa su
nueva, y como siempre, irrefutable reconstrucción histórica, en una
metáfora doble: la primera sepulta un crimen al que por todos los
medios se le quiso echar tierra; la segunda conduce ese hecho,
gracias al hilo de una heroica Ariadna, por el infinito dédalo de
nuestras investigaciones exhaustivas, nada menos que al presente.
Tiempo metafórico para repetir nuestra mímica fatal de enterrar viva
a la historia".