Enrique Martínez, vecino de la comunidad Los Horneros, del
municipio Guisa en la provincia de Granma, califica de grandiosa la
obra de la Revolución en beneficio de los habitantes de las zonas
más intrincadas de Cuba.
Nadie es capaz de valorar en su justa medida todo lo que se ha
hecho en estas montañas desde el primero de enero de 1959, afirma
con profunda convicción patriótica y la sabiduría de 73 años
vividos.
Recuerda que antes del triunfo revolucionario, cuando la miseria
y las bombas de la tiranía de Fulgencio Batista oprimían los
lomeríos del país, su barrio era muy triste.
Apenas teníamos dos o tres radiecitos de pilas, señala mientras
compara esa imagen con la del poblado actual, donde hay energía
eléctrica y televisión, a través de la cual se informa del acontecer
nacional y extranjero, asegura.
Destaca que el cambio es evidente en la cultura, la educación, el
carácter de la gente, la alegría de los niños y en todas las esferas
de la vida, beneficiada por instalaciones y servicios antaño
imposibles, como escuela, consultorio médico, farmacia y teléfono.
En ese renovado paisaje, la avanzada edad y el impedimento físico
no son limitantes para integrarse al quehacer diario, pues las
actividades llegan hasta su casa de la mano de pioneros, promotores
culturales y otros trabajadores, comenta.
Yo nací en una comunidad de analfabetos, donde no tuve acceso a
la enseñanza, indica, pero la Revolución formó a mis cuatro hijos,
entre ellos un médico especialista en ortopedia, y hoy todos sirven
a su pueblo, agrega orgulloso.
Ubicada en la Sierra Maestra, el mayor macizo montañoso de la
Isla, la comunidad de Los Horneros posee además sala de televisión,
biblioteca, ludoteca, panadería y otros beneficios económicos y
sociales.