A
muy pocas horas del triunfo de la Revolución, en la madrugada del
primero de enero de 1959, Eladio Rivadulla despertó con una llamada
telefónica de un amigo que le comentó que el tirano Batista había
huido. En ese mismo instante, con la emoción y alegría recibida,
sumando sus ideales de la Generación del Centenario, buscó
materiales para dibujar y de sus manos comenzó a surgir una imagen
del Comandante en Jefe Fidel Castro y un simbólico colorido: rojo y
negro, y un enorme 26 de Julio que auguraba una nueva época en la
Patria.
Esa obra, realizada en la técnica serigráfica, se multiplicó
rápidamente y cerca de 100 ejemplares fueron repartidos entre los
vecinos de su casa del Vedado con una leyenda que decía: ¡Fidel,
esta es tu casa! Muchas viviendas del entorno del artista la
mostraron en sus puertas, e incluso, otros carteles fueron testigos
gráficos, en la calle 23, de la bienvenida a la Caravana de la
Libertad, saludando la entrada de los revolucionarios en La Habana.
En aquel momento, Eladio Rivadulla (La Habana, 1923) no calculaba la
magnitud de esa pieza que se convertiría en el primer cartel de la
Revolución cubana¼
En el año del aniversario 50 de la Revolución, que coincide con
el de la obra, y a pocas horas del 26 de Julio, el creador, quien
obtuvo el Premio Nacional de Diseño 2009 de la ONDI, conversó con
Granma de estos recuerdos y de una vida dedicada a las artes
plásticas, y en particular a la imagen gráfica donde ha dejado
importantes huellas.
Ojeando las páginas de un álbum, surgieron carteles firmados en
los años 40, cuando aún estudiaba en la Academia de San Alejandro.
Todo comenzó, dijo Rivadulla, cuando un profesor alemán que huyendo
de la Segunda Guerra Mundial que asolaba Europa llegó a la Isla con
los ecos de la Bauhaus. Seleccionó un grupo de alumnos, entre los
que me encontraba yo, para darle clases gratis, y así fui conociendo
la escuela y sus elementos uniendo las artes plásticas con la
industria. En aquel ambiente donde se respiraba la escultura, el
dibujo, la pintura, el arte en todas sus manifestaciones lo
mezclamos con anuncios, y muchas cosas, me enamoré de esa carrera.
Después, reunió su amor por la lectura, la pintura y el cine, y
lo tradujo a la gráfica. Surgieron, de esa forma, cientos de afiches
del séptimo arte inspirados en filmes de América Latina y Europa,
entre los años 40, 50 y 60. No por azar fue reconocido el pasado año
por su obra de toda una vida como iniciador y maestro del cartel
cinematográfico cubano. Luego de 1959, el artista continuó
trabajando en la asesoría de talleres de serigrafía donde se
realizaron las primeras vallas de la Revolución, así como del ICAIC,
el Fondo Cubano de Bienes Culturales, y disímiles murales. Además de
las exposiciones personales y colectivas, de pinturas y dibujos. En
estas técnicas, Eladio Rivadulla se ha acercado en el tiempo al
hombre, la fauna, la historia, y muchos otros temas, matizándolos de
manera personal.
El tiempo ha pasado pero el artista sigue mostrando sus trabajos
en Cuba y allende sus fronteras, en las variadas técnicas que ha
tocado su creatividad. Esas que le han regalado más de 60 premios en
diseño de carteles, revistas, libros, pintura, dibujo, así como
condecoraciones, distinciones y reconocimientos nacionales e
internacionales.
Cuando en el diálogo toca la pregunta de ¿los premios?, Eladio
Rivadulla mira a lo lejos y de regreso señala, pausadamente, que no
tiene palabras para expresar lo que ello significa. Me siento muy
honrado. Nunca los buscó, trabajó simplemente y mucho. Son
reconocimientos a las obras, dijo, depende de cómo y dónde las
hicimos, de lo que nos inspiró. Pero tienen en común la misma
intensidad, el amor. Todas las he creado con el mismo interés y
pasión, ya sea en dibujo, cartel, grabado, pintura¼