Rutas y Andares

Descubrimientos fuera de época

Katia Siberia García

Parecía que en 1723 La Habana intramuros rompería definitivamente su cerco. Con insospechada trascendencia, Carlos Habré estampó en papel las tarifas de precios de brebajes de la época, y circuló por algunas calles el primer libro del que se tengan noticias. Cuentan, sin embargo, que su venta fue tan escasa que casi muere de hambre.

Foto: Raúl LópezUna de las recientes propuestas tuvo lugar en la Editorial Boloña. Allí mostraron cómo se realiza un libro. 

Algún tiempo después, la inventiva de Gutenberg colmaría los estantes de Cuba, y atesorar textos se convertiría en una rutina que haría desear al impresor catalán haber nacido en otro siglo.

La Habana de entonces cambió, aunque sus vetustas edificaciones confundan a ratos. Por eso no asombra que sean precisamente las artes y las letras uno de los recorridos de Rutas y Andares, propuesta recreativa de la Oficina del Historiador que cada verano pretende revivir la historia de esta ciudad, de ahora y de antes.

Fue una mañana de viernes cuando, antes de emprender la andanza, Ambrosio Fornet deleitó, con pasajes de las letras impresas, a varias familias allí reunidas en busca de distracción escoltada de conocimiento.

En aras de la diversidad, el Programa ha diseñado recorridos que se detienen en la orfebrería, la arquitectura, la restauración, la estética del arte, la arqueología¼ Unos 50 sitios esperan las visitas que incluyen desde el Museo de Naipes, el Numismático, el del Tabaco y la Armería, hasta la Casa de la Obra Pía, la Casa Simón Bolívar¼

Durante la última edición, en el verano del 2008, más de 13 000 cubanos siguieron las huellas de la antigua Villa de San Cristóbal, interesados en cada descubrimiento fuera de época; para este, se espera similar o mayor participación, y ello se deberá también al servicio de interpretación, que permite la incorporación de personas sordas e hipoacúsicas.

Uno de los elementos que la propuesta veraniega tiene a su favor, señala Katia Cárdenas, directora de Programación Cultural, es la preparación de los guías. "No se trata de personas que aprenden un contenido o lo estudian. Son expertos, trabajadores que detienen su faena y explican al público en qué consiste su oficio".

Para muchos es un reto a la investigación porque constituye una opción muy especializada. El año pasado, por ejemplo, hablamos de la presencia de las culturas africana, china y árabe en Cuba; ello nos llevó a documentarnos para mostrarle al espectador la huella foránea que todavía se observa en la ciudad.

Sin desdeñar otras proposiciones, los viajes del sábado resultan peculiarmente atractivos. Varias familias se hacen eco de una instructiva sugerencia que les llega a través de la música, el cine, la danza o el teatro.

Ese día los artistas muestran cómo maquillarse, detallan cómo se construye un instrumento o cómo se decide la ubicación en una orquesta, narran la historia de las marionetas... No falta el intercambio y el diálogo con el público.

Según nos relata Katia, cada jornada atrae a más visitantes que llegan hasta el Centro de Información Cultural, (Oficios, número 8, entre Obispo y Obrapía) con deseos de sumarse. Allí ofrecen las coordenadas para que estos meses, entre martes y sábado, miles de personas recorran La Habana con una mirada detallada y diferente.

No obstante, la invitación sobrepasa julio y agosto y, sin pretenderlo, todos son partícipes de un concurso. Las familias ganadoras del primer premio reciben un carné que les permite, durante un año, la entrada libre a todos los museos de la Oficina del Historiador. ¿Quiénes pueden ganarlo? Los que se hayan sumado a 4 rutas y 5 andares.

 

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