Soy simplemente un reportero de toda la vida

ELSON CONCEPCIÓN PÉREZ
elson.cp@granma.cip.cu

Foto: Ismael BatistaEn un centro médico donde atiende su salud en la capital cubana, me encuentro con un hombre que aunque dice ser "simplemente un reportero de toda la vida", irradia enseñanza para las nuevas generaciones de periodistas no solo en su país, Venezuela, sino a escala universal.

En la difícil tarea de entrevistar a un avezado colega, lo enfrento con una pregunta que al parecer no esperaba:

¿Quién es Jesús Romero Anselmi?

Y transpira humildad para confesarme que "no soy un periodista excepcional; sino simplemente un reportero, que es por lo que todos me conocen".

Pero todo tiene un comienzo. ¿Cuál fue el suyo?

Empecé en una emisorita de radio pequeña. De ahí fui creciendo como periodista. Comentaba por la radio, hasta que llegó el momento en que lo hice para otros medios.

Soy de un pueblo que se llama San Cristóbal, en el Estado del Táchira. Allí fundé el periódico Los Andes, que abarca los estados del Táchira, Mérida y Trujillo.

En la capital también he trabajado en casi todos. Fui fundador de la Escuela de Comunicación Social en el Táchira.

¿Cómo llega a la Revolución bolivariana?

Trabajaba en el Canal 8 de la televisión.

Estuve en dos oportunidades al frente de Venezolana de Televisión. Conduje este canal cuando el golpe de abril del 2002 y el paro de diciembre de ese año y enero del 2003.

Acompañé al presidente Chávez en tan difíciles circunstancias.

En el 2006 el propio Chávez tomó la decisión de nombrarme presidente de honor del Canal de Televisión Venezolana.

Parece que me conocía y tenía confianza. Yo he tratado de serle fiel.

Por su obra de toda la vida recibe este año el Premio Nacional de Periodismo de Venezuela. ¿Cuál es el argumento para que se le haya otorgado?

La argumentación no la sé. Pienso que me lo dan por mi trabajo en el canal de televisión. Allí somos un equipo de gente muy modesta.

¿En este mundo mediático, cómo actúan en el caso de Venezuela, los grandes medios opositores?

Son gentes enfermizas. Hacen una guerra mortal contra nosotros, contra la revolución bolivariana, contra Chávez. Todo lo quieren descalificar. Muy parecido sucede ahora en Honduras.

En Venezuela los medios opositores actúan así. Esa gran prensa no reconoce los avances sociales en el país. Para ellos todo está malo. A Chávez lo odian como el diablo a la cruz.

¿Cómo valora al presidente Chávez?

Es un hombre de ética. No tiene odios. Es un líder de gran capacidad que conoce muy bien los problemas y les busca soluciones.

No maltrata a nadie. No lo hizo ni en los momentos más difíciles cuando el golpe de estado...

Es una persona que practica la humildad. Esa es una de sus características. Por esa humildad tiene la autoridad moral para acercarse a todos, ver los problemas, ayudar a resolverlos.

¿A propósito de lo que ocurre en Honduras y los reportes que desde allí hace la cadena Telesur, qué opinión le merecen esos periodistas jóvenes?

Los muchachos de Telesur son muy buenos, se han portado muy bien. Estoy muy contento con ellos. Quiero que sigan así.

¿Como periodista cree que le falta algo por hacer?

Tenía 16 años cuando comencé en la profesión. Si me falta algo más, lo haría. Por ejemplo, en estos momentos me gustaría estar en Honduras, reportar los acontecimientos, como lo hacen los colegas jóvenes de Telesur.

¿Qué es para usted la solidaridad humana?

Es una de las condiciones más importantes de un ser humano. El que no sea solidario no es nada. Eso es lo que se demuestra aquí en Cuba con la atención a la salud. En este Centro, La Pradera, me siento muy bien. El ambiente modesto que aquí se respira reconforta.

¿Algún mensaje a los jóvenes periodistas?

Para ser un buen periodista hay que ser honesto, solidario, tener esas condiciones; sentirlas profundamente.

No les diría que me imiten, sino que sean mejores que yo.

¿Cómo define a la Revolución bolivariana?

Es una revolución, primero que todo honesta, con capacidad de crear, con el orgullo necesario para hacer cosas buenas. Es sencilla, no se adorna con cosas inalcanzables. Es una revolución humilde, y con esas virtudes nos identificamos.

 

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