La verdadera pandemia que amenaza a
los pobres del planeta
 
Cada minuto muere un niño por sida. Cada cinco minutos muere un niño por falta de atención médica. Cada ocho segundos muere un niño por agua contaminada.

Cada tres segundos muere un niño por hambre y desnutrición. Cada segundo muere un bebé recién nacido por falta de atención médica; y de los sobrevivientes: dos millones de niños mueren por problemas neonatales, 1,6 millones por diarreas y 1,4 millones por neumonías, lo que significa que cada año 11 millones de jóvenes mueren antes de la pubertad. Cada minuto muere una mujer embarazada por falta de atención médica; y cada año 530 000 mujeres embarazadas mueren por desnutrición. Cada año hay 133 millones de nuevos nacimientos en el mundo, de los cuales 14 millones son nacimientos prematuros, cuatro millones con malformaciones congénitas y 13 millones mueren por falta de incubadora.

177 millones de niños sufren retraso en su crecimiento por desnutrición y dos de cada siete niños sufren retardo mental por desnutrición. El 80 % de toda la sangre para las transfusiones que se comercializan en el planeta es vendida por los pobres a diez centavos de dólar el litro. Anualmente se realizan 200 000 trasplantes de riñón, 100 000 de corazón, un millón de córneas, 300 000 médulas, 5 000 hígados, 2 millones de piel y 100 000 de pulmones; cuyos órganos, en un 90%, provienen de los países pobres, donde el imperio económico instala hospitales “gratuitos” para extraer de los pobres los órganos que demandan las clínicas privadas del planeta. El 70 % de los órganos trasplantados a los niños ricos del mundo les fueron extraídos a los niños pobres que son secuestrados en países subdesarrollados.

100 millones de niños son explotados en la prostitución infantil. El 32 % de las niñas menores de 15 años son embarazadas, de cuyos nacimientos (el 55%) surgen los futuros delincuentes de la sociedad.

 
 
 
 
 

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