Conversar con hombres como Lázaro Hernández, presidente de la
cooperativa, y Delio Díaz, administrador, es un placer. Además del
amor por el campo y sus conocimientos, asoman en el diálogo las
preocupaciones por las trabas que dificultan la producción de
alimentos, su comercialización, y por ende la alimentación del
pueblo.
Para el administrador de la CCS uno de los problemas que
perjudican al productor es la inestabilidad de los precios, pues el
campesino planifica a partir de ellos sus producciones y trabaja
duro para cosechar más. Si cuando recoge sus frutos los precios
bajan, pierde parte del esfuerzo y la motivación. Debemos cuidar al
pueblo, pero también a quien labora la tierra a deshora.
Según Lázaro los productos se encarecen por los intermediarios,
legales o ilegales, quienes casi siempre quieren ganar más que el
productor. "El sistema para la comercialización es muy deficiente.
En Cuba hay bastante comida, pero se pierden muchos alimentos porque
los mecanismos para comercializarlos no son efectivos. Si el país
está entregando tierra y se está produciendo más, deben abrirse más
puntos de ventas.
"Falta control sobre las producciones. En todos los países del
mundo se cobran impuestos y aquí tenemos que hacerlo igualmente. El
camionero que vaya a vender a la capital debiera tributar."
En otros tiempos, los jefes de área visitaban las fincas,
recuerda Lázaro, y contabilizaban la siembra de cada campesino. Hoy
nadie se preocupa por eso. Si pretendemos que la producción y los
recursos facilitados por el Estado estén bajo control, debe ponerse
en práctica ese mecanismo de supervisión que funcionó muy bien.
Otras insatisfacciones están relacionadas con la manipulación de
las frutas. Es un arte vender aguacates, frutabomba, mangos... Si
recogemos la guayaba hoy, mañana la llevamos a Acopio y al día
siguiente la reparten, la fruta llega golpeada y podrida a las
tarimas, puntualiza.
Y con decir campechano de quien lleva años entre los surcos
concluye Delio: Muchos tienen metido en la cabeza el término
quintales, producir mucho y rápido es la máxima. Eso no puede ser
así, porque el pueblo come de todo, por tanto hay que sembrar de
todo.