Era ya de extrañar que de forma unánime todo el mundo condenara
el golpe militar contra el gobierno constitucional del presidente
hondureño, Manuel Zelaya.
Naciones Unidas, la Unión Europea, el ALBA, el SICA, el Grupo de
Río, los No Alineados, y hasta la mismísima Casa Blanca y su
ministerio de colonias, la OEA, condenaron de forma contundente la
asonada de la cúpula castrense, brazo armado de la oligarquía de
Honduras.
Abogados, médicos, científicos, artistas, deportistas,
religiosos, trabajadores, campesinos, estudiantes, ancianos,
mujeres, hombres, jóvenes, niños, indígenas, es decir, los seis mil
millones de habitantes del Planeta hemos expresado nuestro repudio a
los traidores a la Patria de Francisco Morazán.
¡Pero al fin se escucharon aullidos de aliento a los golpistas
fascistoides, a los que golpean a civiles indefensos, clausuran
emisoras radiales y televisivas, prohíben la tirada de periódicos,
desaparecen a ministros y dirigentes de movimientos sociales y
amenazan con perpetuarse en el poder usurpado por la fuerza de las
armas!
Y fue Ileana Ross, representante republicana por el estado
norteamericano de la Florida, quien expresó que los uniformados
hicieron bien en asaltar la República, pisotear sus propias leyes y
retornar a un pasado que nadie debe olvidar.
Es la misma Ileana que clamó de rodillas por la libertad de los
archiasesinos Orlando Bosch Ávila y Luis Posada Carriles, la que
exige a Estados Unidos que acabe de bombardear a la Isla en la cual
la malparieron, la Loba Feroz que hizo negocios publicitarios con un
niñito de apenas seis años de edad.
La Loba aulló y dijo que apoya a los golpistas hondureños y sus
alaridos me traen a la mente dos frases, que no por añejas, dejan de
ser totalmente ciertas: "Dios los cría (si acaso eso es posible), y
el diablo los junta..." O "dime con quién andas, y te diré quién
eres..."