No basta con rescatar las instalaciones

ALEJANDRO PANTÍN Y ARIEL B. COYA

Para nadie es un secreto que nuestro béisbol presenta en los últimos años un descenso en todas sus categorías. El asunto empieza a ser inquietante, por cuanto no es nuevo ni pervive en el desconocimiento público. Todo lo contrario. Ha sido abordado en suficientes ocasiones y desde diversas perspectivas.

Foto: Yander Zamora El preparador Yosvani Gallego.

Crucial en este sentido se revela el deterioro de instalaciones que conspira contra nuestro deporte revolucionario, basado en la masividad de la práctica deportiva. Después de visitar varios terrenos en la capital pudimos constatar las pésimas condiciones que algunos presentan.

Uno de los más afectados es el José Ramón Rodríguez, perteneciente al club social Náutico, en el municipio Playa. Allí conversamos con uno de los entrenadores que labora en esa área, Heriberto Collazo, quien fuera durante muchos años lanzador de los equipos de la capital en nuestras Series Nacionales. Collazo, profesor de la categoría (9-10 años), comentó las serias dificultades que afronta para trabajar con los infantes. "La primera, el terreno, que lejos de ser un área de pelota, parece un potrero. El diamante prácticamente desapareció y la hierba rebasa los tobillos". Según Collazo, el campo es chapeado algunas veces por los padres de los alumnos, quienes hacen el máximo esfuerzo para que sus hijos tengan un lugar donde aprender a jugar béisbol. Aunque no todos los terrenos muestran la misma panorámica, este no es un caso aislado. Otros, como el Parque Martí y el Juan Abrahantes, de la Universidad de La Habana, exhiben imágenes similares.

Foto: Raúl López ¿El Pontón es un caso perdido?

UN EJEMPLO LAMENTABLE

Fundada en los años sesenta, en el municipio Centro Habana, el área del Pontón presumía de ser una de las mejores instalaciones deportivas de la capital, cantera de figuras destacadas de nuestros clásicos nacionales como Rolando Verde, Orbe Luis Rodríguez, Enrique Díaz y Yoandri Urgellés, por no alargar más la lista. Hoy es solo un triste recuerdo de lo que fue.

Piscinas vacías convertidas en criaderos de mosquitos, tableros sin aros de baloncesto y la extinta pista de atletismo alrededor del maltrecho campo de béisbol, ilustran con claridad el testimonio de sus trabajadores: "Esto era una belleza de Centro Deportivo, donde se celebraban las Copas Marcelo Salado de natación y muchos otros eventos. Las canchas acogieron los torneos de pelota vasca durante los Panamericanos del ’91. Ahora, es un desastre."

Foto: Yander Zamora La desmesura de la hierba entorpece los entrenamientos en el terreno José Ramón Rodríguez, de Playa.

A principios del año 2000 —precisa la directora del centro, Idalmis Sánchez— se determinó utilizar el espacio de la pista de atletismo y el campo de béisbol, remozados por esa época, como aliviadero de las inundaciones que ocurrían en la zona, producto de los fuertes aguaceros.

La medida al final no zanjó del todo el problema. Cada vez que llueve la basura arrastrada por el agua tapona los huecos de drenaje y la localidad se sigue inundando.

Resultado: Centro Habana es el único municipio de la capital que no cuenta con un terreno de pelota, aunque lleva dos años consecutivos conquistando el gallardete de campeón provincial en la primera categoría.

ESCASEZ DE IMPLEMENTOS VS. MASIVIDAD

No solo se trata de las instalaciones. Otro punto crítico está relacionado con los implementos. "No tenemos la pelota Kenko u otra parecida, que es la ideal para las edades inferiores. Los niños que vengan sin guantes no los puedo aceptar, y esto, sin lugar a dudas, conspira contra la masividad", indicó Collazo.

"Antes se daban módulos completos, pero eso ha cambiado. Hace muchos años que no recibo implementos", expone a su vez Yosvani Gallego, estelar ex lanzador que durante décadas ha contribuido al adiestramiento de jóvenes figuras en el José A. Echevarría, en el Vedado, un área en condiciones aceptables (gracias a una adecuada labor de conservación) que, en cambio, padece la falta de equipos deportivos.

Frente a esto último, acudimos a la tienda Trasval, de la calle Galiano, reconocida por su gama de artículos. Allí descubrimos que estos presentan precios incosteables para la mayoría de la población. Una pelota de béisbol vale 8,35 CUC, un peto de receptor 63,75, el bate de aluminio infantil 66,20, un guante de cuero 78,45¼ Y to-dos, absolutamente todos, son de facturación extranjera, lo que sin dudas encarece su precio (más cuando en algunos casos se trata de marcas de gran reputación). Cabría preguntarse entonces si habrá alguna respuesta de la industria nacional a estas carencias. La interrogante bien podría dar pie a otro trabajo.

EN LA ENCRUCIJADA

No hay sector de la sociedad capaz de huir de los vaivenes de montaña rusa que actualmente mueven la economía mundial. Y el deporte no es la excepción.

Es evidente que se necesita el apoyo de las instituciones pero, además, hace falta rescatar la motivación de la gente. Y también se trata de eso.

Como apuntaron los entrevistados, es fundamental retomar la captación de talentos y la seriedad en el trabajo. No debe suceder, por ejemplo, que el horario escolar siga perjudicando el tiempo de entrenamiento, sobre todo en el invierno, cuando oscurece más temprano.

Al fin y al cabo, las instalaciones están ahí, al igual que el potencial humano. La cantera es una esperanza. Y su abandono, no debe convertirse en un callejón sin salida.

 

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