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Hace 55 años
El privilegio de haber defendido al gobierno
de Jacobo Arbenz
Testimonio de Jorge Risquet sobre lo vivido en
Guatemala en el año 1954. La presencia del Che en aquellos días
JORGE RISQUET VALDÉS
Llegué a Guatemala el 27 de marzo del año 1954. Miles de personas
se habían concentrado en el aeropuerto La Aurora para recibir la
delegación guatemalteca que había participado en la X Conferencia
Panamericana en Caracas, presidida por el Doctor Guillermo Toriello.
Durante
una de las visitas a Guatemala. En 1952, Risquet, al centro (el
flaco vestido de traje) junto a varios dirigentes guatemaltecos,
entre ellos Nayo Alvarado y Huberto Alvarado, quienes ocuparon el
cargo de secretario general del Partido Guatemalteco del Trabajo en
distintos períodos, y que fueron asesinados por las tiranías
oligarquicas.
"Llegaste precisamente en un día festivo", me dijo mi amigo al
saludarme. Un grito enorme se oyó en el aeropuerto: "Abajo la
intervención extranjera". Yo también empecé a gritar a toda
garganta.
Con esta descripción inicié el artículo titulado CINCO MESES EN
GUATEMALA, HISTORIA DE UN GRAN CRIMEN, publicado en el otoño de 1954
en la Revista Juventud del Mundo, órgano de la Federación Mundial de
Juventudes Democráticas (FMJD), que se editaba en 17 idiomas, entre
ellos en inglés, francés, español y portugués, lenguas que se
hablaban no solo en las metrópolis europeas sino también en el
Tercer Mundo colonial y neocolonial de entonces.
(En lo adelante los párrafos que inserte en este artículo que
sean parte de aquel de 1954 se destacarán en negritas).
Había estado en Guatemala en los años 1952 y 1953 y en el citado
día de 1954 inicié mi tercera visita, en todas las ocasiones como
delegado de la FMJD, donde representaba a la Juventud Socialista de
Cuba y encabezaba el área de América Latina.
Mi tarea consistía en impulsar la creación y la labor de un
Comité Preparatorio del Festival de México, Centroamérica y el
Caribe que tendría lugar en el verano en la capital del país del
Quetzal, cuyo gobierno democrático presidido por el Coronel Jacobo
Arbenz aplicaba una ley de Reforma Agraria que repartía entre la
población rural de Guatemala las tierras ociosas del Estado, de los
grandes terratenientes del país y del Latifundista Mayor: la United
Fruit Company, con 200 000 hectáreas no cultivadas.
Esta Reforma Agraria significaba, además, un acto de justicia
histórica: devolver la tierra a sus dueños legítimos, los indígenas,
descendientes directos de la renombrada civilización precolombina
maya-quitché, que constituían la inmensa mayoría de la población
rural y cuyos ancestros habían sido expropiados por los
colonizadores españoles siglos atrás y vivían desde entonces en una
virtual servidumbre.
La Conferencia de Cancilleres de la OEA, de la que regresaba
Toriello, había tenido lugar en la capital de Venezuela, bajo la
sangrienta tiranía de Pérez Jiménez.
El Secretario de Estado norteamericano Foster Dulles, con cinismo
inaudito invocó a Bolívar y subrayó la preocupación profunda de
Eisenhower por "el bienestar económico en América Latina" e
inmediatamente atacó "la conspiración comunista internacional que
amenazaba al hemisferio"... "lo cual constituía una amenaza para la
soberanía y la independencia política de los Estados americanos,
poniendo en peligro la paz de América". Ello exigía "una acción
apropiada conforme a los tratados existentes...".
Los representantes de las tiranías que gobernaban en
Latinoamérica, los Pérez Jiménez, Batista, Somoza, Trujillo,
Duvalier, Odría, etc., aplaudieron la proposición del amo: liquidar
el osado propósito guatemalteco de proporcionar mejor vida a su
pueblo, afectar las propiedades norteamericanas y el latifundio, dar
la tierra a los campesinos y hacer valer la soberanía nacional.
Otros gobiernos simpatizaban con el gesto de Guatemala pero
vacilaban en enfrentarse a la represalia yanki.
El firme discurso del canciller Guillermo Toriello fue
estruendosamente aplaudido. Sin embargo, Foster Dulles utilizó la
amenaza, diferenciada según el caso, con varios países que vacilaban
en apoyar la proposición de Estados Unidos. Al final, solo México y
Argentina se abstuvieron y Guatemala emitió el único voto contrario.
UN TESTIGO EXCEPCIONAL ERNESTO
GUEVARA
Desde los días anteriores a la Conferencia, un joven médico
argentino llamado Ernesto Guevara de la Serna, quien había llegado a
Guatemala en diciembre del año anterior, en carta a su familia
exponía su postura firme de apoyo al Gobierno de Arbenz:
Bombardeo
a la ciudad de Guatemala en 1954.
"He tomado posición decidida junto al Gobierno guatemalteco y,
dentro de él, en el grupo del PGT que es además comunista,
relacionándome además con intelectuales de esa tendencia...".
Durante todo el primer trimestre de 1954, Ernesto Guevara había
compartido penurias, domicilio y magras actividades económicas de
supervivencia con Ñico López, jefe del grupo fidelista que encabezó
el Asalto al cuartel de Bayamo el 26 de julio, acción de la que
logró salir con vida, regresar a La Habana y obtener asilo político
en la embajada de Guatemala.
Los relatos de Ñico sobre el heroico asalto y la exposición de
los ideales de los moncadistas, impregnados por el pensamiento y el
ejemplo de Fidel, impresionaron profundamente a Guevara:
"Cuando oía a los cubanos hacer afirmaciones grandilocuentes con
una absoluta serenidad me sentía chiquito. Puedo hacer un discurso
diez veces más objetivo y sin lugares comunes, puedo leerlo mejor y
puedo convencer al auditorio de que digo algo cierto pero no me
convenzo yo y los cubanos sí. Ñico dejaba su alma en el micrófono y
por eso entusiasmaba hasta a un escéptico como yo". Mas a principios
de abril Ñico debió partir de Guatemala rumbo a México.
Poco después de mi llegada, una noche en el local de la Alianza
de la Juventud me presentaron al médico argentino amigo de Ñico. Fue
un encuentro breve. Más prolongada resultó la segunda ocasión.
Coincidimos en una actividad familiar en la residencia de Don
Edelberto Torres, destacado intelectual nicaragüense, acérrimo
enemigo de Somoza, exiliado político en Guatemala donde había
fundado una familia. Su hijo Edelberto Torres Rivas era el
presidente de la Alianza de la Juventud. Su hermana Mima, que
sostenía estrecha amistad con la exiliada peruana Hilda Gadea,
invitó a la muchacha andina y a su amigo gaucho al convivio.
(Mi tercer encuentro sería con el Comandante Ernesto Che Guevara,
a mediados de enero de 1959, en La Cabaña, en mi primer "pase" de
combatiente del Ejército Rebelde destacado en Santiago desde el Día
del Triunfo de la Revolución, para visitar a la familia en mi natal
Habana).
Los planes de la CIA, que dirigía Allen Dulles, hermano de Foster,
avanzaban con el objetivo de derrocar al gobierno de Arbenz,
mediante la acción combinada de una gran campaña mediática, una
invasión mercenaria y un complot en el seno de las fuerzas armadas.
La Resolución de Caracas era la cobertura "legal" de la intervención
en Guatemala.
En el mes de abril avanzamos en la preparación del evento
regional de solidaridad con Guatemala, constituyendo el Comité
Preparatorio, con la participación de dirigentes juveniles y
estudiantiles de México, los países de Centroamérica, Cuba, Santo
Domingo y Venezuela.
Sin embargo, en la medida en que se acrecentaba el peligro de
agresión contra Guatemala, la preparación de un evento regional
perdía vigencia para los jóvenes patriotas guatemaltecos, ante la
inminencia de defender la nación frente al zarpazo yanki.
El 17 de mayo, la tensión alcanzó un nuevo nivel en Guatemala,
cuando el Departamento de Estado anunció que un barco sueco, el
Alfhem, acababa de atracar en Puerto Barrios, cargado de armas
procedentes del otro lado de la llamada Cortina de Hierro. Se
trataba de un modesto cargamento de armas y municiones adquiridas en
Checoslovaquia para el ejército guatemalteco, que desde hacía años
sufría la negativa de Estados Unidos de venderle pertrechos
militares.
El escándalo en el Congreso y en la prensa yankis, que se
amplificaba en América Latina, no tenía precedentes. Se esgrimió
hasta la Doctrina Monroe. Eisenhower impuso, una "cuarentena naval"
en torno a las costas guatemaltecas. Los preparativos de invasión se
intensificaron aún más.
A principios de junio, estábamos una noche en las oficinas de la
Alianza de la Juventud. Queríamos oír un programa mexicano en la
radio, cuando de pronto apareció una emisora clandestina del
ejército mercenario procedente de Honduras.
"Todo está preparado para la invasión... el cielo se pondrá negro
con nuestros aviones... el 25, nuestro jefe, Castillo Armas se
mudará al Palacio Nacional", oímos claramente estas palabras.
El 18 de junio las brigadas juveniles habrían de reunirse en la
Alianza de la Juventud, pues a las 8 de la noche el Presidente
Arbenz debía de hablar... "tropas mercenarias", así empezó con voz
emocionada, "que están integradas por un montón de traidores de
Guatemala y aventureros de la República Dominicana, Nicaragua, Cuba,
equipados por la United Fruit y con 300 dólares mensuales han
cruzado la frontera de nuestra patria".
Una ola de indignación cubrió la repleta sala. El presidente
prosiguió: "Nuestro pueblo está más unido que nunca y junto con
nuestro gobierno democrático responderá a las amenazas con el único
idioma que esta gente entiende, con el lenguaje de las armas". Las
últimas palabras levantaron una tormenta de entusiasmo.
Los jóvenes gritaban a todo pecho:... "¡Viva Guatemala! ¡Abajo el
imperialismo yanki!...". De repente se empezó a oír la letra del
himno nacional guatemalteco de los labios de los jóvenes presentes.
Al otro día volaban los aviones norteamericanos del tipo P-47
sobre la capital y otras ciudades, tiraban su carga de bombas
disparaban sus ametralladoras contra la población. La juventud
comprendió de inmediato, que el momento decisivo para la
independencia de Guatemala había llegado. En dos, tres días, miles
de jóvenes de la capital formaron brigadas para defender la patria.
Las oficinas de las organizaciones juveniles y los albergues de
estudiantes parecían cuarteles; allí se reunían cientos de jóvenes,
que no tenían otras armas que el amor a la patria. Todos exigían una
rápida formación militar. Los días prosiguieron con ataques aéreos;
nuevas informaciones del frente, la formación, cada vez más de
nuevas brigadas y la llegada de numerosas declaraciones de
solidaridad del exterior.
EN LAS CALLES DE LA HABANA Y
TEGUCIGALPA
Una noche estuve de guardia con otro joven. Teníamos que cuidar
que nadie encendiera luces para evitar que la aviación enemiga
descubriera algún blanco. Nuestra única arma era un viejo fusil. De
los techos de las casas podíamos ver cómo los aviones volaban
impunemente sobre la ciudad, pues no teníamos antiaéreas. Es muy
difícil poder describir el sentimiento de impotencia que teníamos en
aquel momento. "¿No tienes miedo?" le pregunté a mi joven
acompañante. "Si estuviéramos solos", respondió él, "entonces habría
que sentirse perdido. Pero no estamos solos. Hoy corre por las
calles de La Habana y de Tegucigalpa las sangres de muchos jóvenes
que luchan por nuestra libertad...".
GUEVARA EMPUÑA EL FUSIL
Ernesto Guevara le escribe a su madre: "Arbenz es un tipo de
agallas... el espíritu del pueblo es muy bueno... ya estoy apuntado
para hacer servicio de socorro médico de urgencia y me apunté en las
Brigadas Juveniles para recibir instrucción militar e ir a lo que
sea".
Rodolfo Romero, un joven exiliado nicaragüense, nombrado por la
Alianza como responsable militar de la organización, relata:
"Le entrego una carabina checa que usaba el ejército de Guatemala
y me pregunta: ¿Y esto cómo se maneja? Le doy instrucciones rápidas
de arme y desarme de campaña y lo llevo, en esa noche sin luces, a
la parte más elevada del edificio para que hiciera su primera posta,
de dos a seis de la mañana."
Al día siguiente marchamos
hacia el frente
El 25 de junio, bajo la presión de la población y por orden
oficial del presidente Arbenz, comenzó la preparación de 2 000
jóvenes que después irían al frente. De inmediato se movilizaron a
todas las brigadas juveniles. Por la noche se llenaron las oficinas
de la Alianza de la Juventud con una gran masa de jóvenes.
En pocos días se alistaron unos 2 000 hombres en la mayoría
jóvenes. El sábado 26 de junio a las 8 de la mañana camiones
militares recogieron a los batallones de jóvenes. Ese mismo día
comenzó su preparación militar. Por la noche cuando regresaron a la
Alianza de la Juventud todos estaban muy contentos. ¡Qué cambio
había tenido lugar en estos jóvenes! Hace algunos días hablaban de
los bailes que llevarían al festival; discutían sobre deportes y
sobre las delegaciones que esperaban; cantaban; cantaban canciones
amorosas... Ahora sus conversaciones giraban alrededor de cómo usar
el fusil, de las lecciones militares recibidas y cantaban las
canciones de la guerra antifascista española.
El SEÑOR PUERIFOY desempeñó
EL PAPEL PRINCIPAL
Nos dimos cuenta muy tarde que la preparación militar era solo
una cínica farsa con la cual el alto mando castrense quería
confundir a la población y al gobierno, para ganar tiempo en la
preparación de su trama.
Una confesión de estos propósitos la dio la "United Press": "El
enviado
norteamericano, Puerifoy ha desempeñado
el papel principal en el rápido cambio de gobierno en "Guatemala".
La invasión y los bombardeos de las ciudades, que fueron
planeados en las oficinas del enviado norteamericano, no fueron las
únicas cartas jugadas por Mister Puerifoy.
Con el poder del dólar y mediante el chantaje, Puerifoy compró a
altos oficiales del ejército, ministros y otros funcionarios del
gobierno. La amplia red de estos traidores, saboteó las medidas
tomadas por el Presidente y le informó al enemigo los secretos
militares. Los traidores esperaban ahora el momento más adecuado
para derrotar al gobierno democrático. En sus planes también estaba
previsto, el asesinato del presidente Arbenz.
El día 27 era el día X. Tal como lo informó la prensa yanki,
Mister Puerifoy visitó al ministro Toriello con saco deportivo y le
explicó que si Arbenz no renunciaba de inmediato, entonces vendrían
los aviones norteamericanos para arrasar la tierra de Guatemala.
Mediante la traición de algunos altos militares y políticos le fue
posible al embajador yanki llevar a cabo el golpe.
ESTABA PREVISTO EL MONSTRUOSO
CRIMEN
Distintos gobiernos provisionales se sucedieron tras el golpe de
estado. Puerifoy dejó actuar a sus marionetas, hasta traer al lacayo
más fiel de la "United Fruit" al mercenario Castillo Armas.
Los gobiernos provisionales (juntas militares) tenían el
propósito de limitar las acciones del pueblo en la medida en que
pudieran desatar e incrementar el terror y así evitar la menor
resistencia en el país.
De esa forma llegó Castillo Armas al poder. Su base era la
traición a la patria, lo cual aprendió de forma aventajada a través
de Puerifoy. Se bañó en la sangre y se rodeó del odio del pueblo
guatemalteco.
LA LUCHA CLANDESTINA
"La resistencia de cualquier persona o grupo contra el nuevo
gobierno será severamente castigada". Así comenzó una cacería
salvaje de dirigentes y de los miembros activos de todos los
partidos y organizaciones democráticas. En el orden del día estaban
los asesinatos. Esas fueron las medidas del "gobierno Puerifoy". La
casa del Presidente de la Alianza de la Juventud, Edelberto Torres
fue allanada en la misma noche del domingo. Como él no estaba allí,
secuestraron a su padre. Las oficinas de la Alianza fueron
destruidas y saqueadas en las primeras horas de la mañana del día
siguiente. Poco después fue destruido el edificio donde debería
tener lugar el festival juvenil de la amistad.
A la juventud de Guatemala le quedó ahora solo el camino de la
lucha clandestina. Consideré que mi deber era ayudarla.
En el mes de agosto, en apoyo a un alzamiento de cadetes pude ver
las consignas escritas en las paredes a través de las cuales los
jóvenes reflejaban su repulsa al régimen. La lucha clandestina había
comenzado.
Mientras tanto ya habían pasado varias semanas y tuve que pensar
seriamente en abandonar Guatemala. No obstante, había perdido mi
pasaporte y las fronteras estaban cerradas.
NOS VOLVEREMOS A VER...
Abandoné Guatemala el 2 de septiembre de 1954, bajo la protección
de una embajada latinoamericana. Nadie estaba en el aeropuerto; gran
parte de la población estaba encarcelada o había sido ejecutada. Vi
solamente las caras de los soldados y los policías, sus cascos de
acero y sus ametralladoras. Un joven amigo que pudo acercarse a mí,
me dijo al oído con cautela: "En Chiquimula, en Tiquisate, han
matado a los campesinos, obreros, maestros... más de 1 500 personas
fueron arrestadas... entre ellas mi padre y mi hermano...". Me pidió
insistentemente denunciar este asesinato.
Le contesté: "¡Te juro que lo haré! Estoy seguro de que algún día
nos veremos nuevamente en la tierra de Guatemala para liberarla para
siempre del yugo norteamericano y de la opresión".
Las hélices del avión comenzaron a girar. El diplomático que me
acompañaba me tomó por el brazo y me llevó hasta la escalerilla de
la nave.
UNA NUEVA TAREA HISTÓRICA
El 21 de septiembre llega el Dr. Guevara a México. A finales del
siguiente mes, de modo casual Ñico López se encuentra con su querido
amigo argentino en el hospital general donde este trabaja. De nuevo,
el futuro Che enlaza sus relaciones con los revolucionarios cubanos.
En la segunda mitad de junio del año siguiente conoce a Raúl
Castro, que acaba de llegar de Cuba. Una cálida amistad e
identificación de ideales surge inmediatamente. El 8 de julio, llega
Fidel. En esa segunda semana de julio, Raúl organiza el encuentro
con el líder. Empieza en la casa de María Antonia en Amparán 49 y
prosigue en una cafetería 8 o 10 horas de conversación.
Los abrazos, al final de la larga plática, rubrican la firma del
Che y de Raúl, como los primeros integrantes de la expedición que
Fidel ha decidido organizar.
Todavía no hay yates ni armas, pero sí la decisión inquebrantable
de regresar a Cuba con las armas en las manos para reiniciar la
lucha por la definitiva liberación de la Patria.
El Granma parte de Tuxpan el 25 de noviembre de 1956. Se abre una
nueva página en la historia de América Latina, en su larga lucha por
su verdadera independencia.
Fidel, Raúl y el Che asumen la tarea que la historia reclama. La
triste lección de Guatemala sería tenida en cuenta. |