¿Cuántos gigantes se habrán perdido?

FREDDY PÉREZ CABRERA

SANTA CLARA.— Antonio Muñoz, uno de los mejores bateadores zurdos y de los más completos que han pasado por las Series Nacionales, fue descubierto por un buscador de talentos llamado Pedro "Natilla" Jiménez.

 

A mediados de la década del sesenta existían varias comisiones que se encargaban de visitar comunidades y lugares intrincados en busca de nuevos prospectos. Una de ellas estuvo encabezada por Natilla, otrora estelar lanzador de la pelota rentada, quien después sería un reconocido director de los equipos Las Villas y Azucareros.

Entre los jóvenes convocados para el estadio de Trinidad, figuraba un mozalbete de más de seis pies de estatura y cerca de 90 kg de peso, quien residía en la finca Algaba, en el barrio Condado, quien impresionó a todos por la fortaleza de sus batazos. Era Antonio Muñoz Hernández, captado de inmediato por Natilla para que viniera a Santa Clara y se preparara para jugar en la pelota grande.

En la temporada 1967-1968 el "Gigante del Escambray", como lo bautizó el conocido narrador y periodista Bobby Salamanca, debutó en nuestras series nacionales. Sus defectos técnicos no le permitieron brillar ese año, sin embargo, ya en la segunda temporada comenzó a hacer estragos con el madero.

Desde entonces la relación entre Muñoz y su preparador fue un trato de padre a hijo. Cuentan los contemporáneos del Ídolo del Condado, entre ellos el estelar lanzador Rolando Macías, la inmensa alegría que sentía Natilla Jiménez cuando veía a su pupilo conectar un buen batazo. Entonces solía decir con orgullo: "Ese muchacho lo descubrí yo".

Pero no solo fue Muñoz, el experimentado preparador también resultó determinante en el desempeño de otros jugadores de la talla de José Antonio Huelga, Owen Blandino, Silvio Montejo y el propio Rolando Macías, por solo citar algunos nombres.

De no haber sido por Pedro "Natilla" Jiménez, tal vez se hubiera perdido una de las glorias más grandes que ha dado el béisbol cubano en todos los tiempos, cuyos números de por vida, lo hacen sobresalir como el máximo acumulador de bases por bolas recibidas, además de ser uno de los cinco primeros en carreras impulsadas, jonrones, carreras anotadas y dobles conectados.

Esa práctica de salir a buscar talentos hasta los lugares más intrincados, se ha perdido, precisamente hoy cuando contamos con una considerable fuerza expresada en la cantidad de profesores de Educación Física graduados por la Revolución, y cuando existen otras estructuras que, de funcionar como es preciso, pueden contribuir a descubrir esos talentos existentes en la población.

Ojalá esa labor se recupere para que sigan apareciendo los gigantes que necesita el deporte cubano.

 

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