El evento posibilitó por primera vez a los cubanos el disfrute
concentrado y masivo de valiosas expresiones de la cultura nacional
y universal, entre ellos conciertos sinfónicos, ferias de libros,
exposiciones de artes plásticas y ciclos de cine en varios espacios
capitalinos, así como un memorable recital del maestro Ernesto
Lecuona y varios de sus más afamados intérpretes, en el Aula Magna
de la Universidad de La Habana.
Programada originalmente para el 29 de mayo en el Estadio
Universitario, la presentación, por las inclemencias del tiempo, se
celebró finalmente en el amplio espacio techado del Coliseo, donde
se dio cita un público multitudinario, expectante por ver a quien
era ya leyenda viva del arte y la cultura del país, dolorosamente
alejada de nuestros escenarios desde 1956, fecha en que se negó a
actuar en Cuba mientras la dictadura batistiana siguiera derramando
la sangre generosa del pueblo cubano.
No hay que olvidar los estrechos lazos existentes entre Alicia,
el Ballet y la FEU, desde la fundación de la compañía, nexos
establecidos a menos de un mes de su creación, el 28 de octubre de
1948, cuando la FEU, a finales del mes de noviembre acudió a su
rescate en Caracas, Venezuela, donde un inescrupuloso empresario los
dejó desamparados tras el golpe de estado que derrocó al presidente
Rómulo Gallegos. Los dirigentes estudiantiles cubanos establecieron
contacto con sus colegas de la Universidad de Río Piedras, en Puerto
Rico, a fin de lograr allí la realización de varias actuaciones que
permitieron al conjunto pagar las deudas contraídas y regresar a la
Patria cargado de honores artísticos, aunque en la más absoluta
penuria económica. Se iniciaba así esa entrañable relación que
Alicia ha definido como la de "un matrimonio feliz". Los días 8, 11
y 26 de enero de 1949 nuestra prima ballerina, Fernando Alonso y
otros directivos del Ballet, con el apoyo de la FEU, lograron el
gran sueño: llevar gratuitamente el arte del ballet a los sectores
más humildes de la nación, quienes pudieron disfrutar por primera
vez, en el Estadio Universitario, de un repertorio de amplio
registro estilístico que incluyó obras del romanticismo como
Giselle, clásicos como El lago de los cisnes (II acto) y
Las bodas de Aurora; y creaciones contemporáneas de Mijail
Fokine (Las sílfides) y de Alberto Alonso (La Valse y
Concerto).
Durante otra crisis financiera de la compañía, a principios de
1950, la FEU jugaría un papel decisivo en la obtención de una
subvención estatal para la misma, arrancada al gobierno de Carlos
Prío Socarrás, que aunque exigua, permitió mantener las
presentaciones teatrales y crear la Academia de Ballet Alicia
Alonso, forjadora del método pedagógico de la hoy mundialmente
reconocida escuela cubana de ballet, de donde surgieron las primeras
generaciones de bailarines cubanos profesionales.
En esa propia década, etapa decisiva en la historia nuestra, la
vocación patriótica de las dos entidades alcanzó las más altas cotas
de identificación, ya que para ambas, defender la cultura era
defender la raíz y los destinos de la nación. Ese credo los unió en
los Festivales Universitarios de Arte, celebrados en 1954 y 1955,
presentados en el Estadio Universitario con el estímulo de los más
preclaros dirigentes estudiantiles, entre ellos Juan Nuiry y José
Antonio Echeverría, quienes con la misma entereza con que
enfrentaban golpizas, persecuciones y encarcelamientos, hicieron
causa común con la obra del ballet cubano y lucharon decididamente
por su salvaguardia.
A pesar de la apatía oficial, esos festivales permitieron que
decenas de miles de cubanos enriquecieran su cultura y su vida
espiritual con El lago de los cisnes, cuya puesta constituía
el estreno de la versión completa de la obra en América Latina, y
Giselle, obra en la que ya la Alonso era proclamada
internacionalmente como su más excelsa intérprete contemporánea.
El 15 de septiembre de 1956 la FEU organizó el Homenaje Nacional
de Desagravio a Alicia, agredida y difamada por la tiranía, que al
no lograr convertirla en su agente propagandístico, decidió suprimir
la subvención estatal que recibía el Ballet de Cuba, lo que provocó
la disolución del conjunto. En el Estadio Universitario, estallante
de arte y patriotismo, habló por última vez en público el líder
estudiantil Fructuoso Rodríguez, para fustigar tan vandálico hecho,
a escasos siete meses de ser asesinado en la masacre de Humboldt 7.
Después de la clarinada del Primero de enero de 1959 volvieron a
juntarse Alicia, el Ballet y la FEU, en la función de aquel 1ro. de
junio. Esa noche el pueblo, ya público de danza por derecho propio,
pudo encontrar en "Las princesas" de El lago de los cisnes y
en Remembranza cubana, coreografía de Elena del Cueto, con
música de Manuel Saumell, nuevos talentos forjados en el duro
paréntesis escénico de 1956-1958, quienes como Mirta Plá, Aurora
Bosch, Loipa Araújo, Josefina Méndez, Laura Alonso y Ramona y
Margarita de Sáa, estaban destinadas a cumplir un rol histórico en
el futuro que las aguardaba.
Alicia, acompañada por Igor Youskevitch, volvió a ser Odette, la
reina de los cisnes, dirigida musicalmente por uno de los más fieles
colaboradores de ella y Fernando Alonso: el maestro Enrique González
Mántici.
Esta noche, medio siglo después, la puesta de Shakespeare y
sus máscaras; una bella versión coreográfica de la tragedia
Romeo y Julieta, del genial dramaturgo inglés, realizada por
Alicia, volverá a reunirla con la FEU. Noche de gran arte será y
también de entrañable recuerdo para todos aquellos que con
sensibilidad y valentía contribuyeron a forjar la realidad de estos
tiempos nuevos.