Los cables de la discordia

Sara Sariol Sosa

GRANMA.— Durante los debates desarrollados en este territorio a propósito de la actual crisis económico-financiera global, y la necesidad de optimizar cada recurso, se ha desempolvado el problema de las tendederas conectadas desde entidades a viviendas particulares, viejo asunto sin solución aunque constituye una brecha por donde se le escapan recursos al Estado.

Aun en los casos de tendederas con metros contadores, las conexiones mal hechas provocan pérdidas técnicas.

Por mucho tiempo la mayor parte de los organismos implicados olvidaron el tema. Solo en situaciones especiales como la de este momento, la empresa —precisada a ahorrar al máximo— se acuerda de esos destartalados cables que traspasan sus muros y por donde durante varios años ha perdido no solo electricidad sino también dinero.

QUIÉN TIRÓ LA PRIMERA PIEDRA

La polémica tiene disímiles puntos de vista. La entidad perjudicada se queja ahora de estar pagando un servicio en nada relacionado con su desempeño productivo, mientras la Empresa Eléctrica no le busca solución definitiva a tal problema.

Según esta última, las entidades son las únicas responsables de la aparición de las tendederas, con el buen ánimo de brindarle electricidad a uno o varios trabajadores que construyeron viviendas aledañas a su centro laboral y, por lo tanto, corresponde a estas financiar la inversión para independizarlas de su circuito.

Así han transcurrido años. A esos trabajadores se sumaron nuevos vecinos, y lo lamentable es que las cuentas van a parar a las obligaciones del Estado, pues buena parte de las personas que reciben electricidad por tal vía no la pagan, sino la entidad en cuestión con dinero no salido del bolsillo de los empresarios.

OTROS EFECTOS

Las tendederas son metros y hasta kilómetros de finos y desvencijados cables de diversos tipos (pedazos de conductores de electricidad, de teléfonos, alambres... ), empatados de cualquier manera, donde se producen estimables pérdidas técnicas y bajo voltaje.

De acuerdo con información brindada por Rodolfo Rodríguez y Yasín Landeaux, director comercial y especialista de la Empresa Eléctrica de Granma, respectivamente, en la provincia existen 198 tendederas conectadas a organismos, que llevan el enmarañado servicio a 4 463 viviendas.

Entre estas se incluye la tendedera aledaña a la Ciudad Escolar Camilo Cienfuegos, en el municipio de Bartolomé Masó, en la cual por gestión estatal ya se realizan trabajos para independizarla de ese complejo estudiantil.

Algunas empresas han insistido durante años en colocar metros contadores para saber cuánto consume objetivamente la tendedera colindante y hacer que los beneficiarios abonen por el servicio, como ocurre con la planta 26 de Julio, en Bayamo.

Aun así, esa situación le provoca pérdidas a la entidad, pues, según sus directivos, la electricidad que consumen las 12 viviendas conectadas a la instalación representa el 8% de la carga contratada.

Ha existido tanta despreocupación que determinadas unidades estatales permutaron o se trasladaron para otra sede, y continúan pagando la electricidad de una tendedera por la simple y negligente razón de no haber informado el cambio a la entidad eléctrica como está establecido.

Mas, como a todas luces la situación financiera mundial nos obliga a aprender a aprovechar al máximo cada recurso disponible, tal vez sea este el mejor momento para trazar estrategias que en un plazo conveniente garanticen la solución de un problema con el cual todos pierden.

 

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