Para materializar la idea de Fidel, se convocó a un grupo de
jóvenes que estaban a punto de concluir la carrera de Medicina. De
aquellos días recuerda el doctor José Miyar Barrueco, ministro del
CITMA: Me correspondió como Rector de la Universidad de La Habana en
esos momentos, explicarles a esos casi médicos el deseo y solicitud
de Fidel. Esto implicaba más que una vocación por la ciencia una
conciencia revolucionaria, pues se les pedía a los graduados que
cambiaran el perfil profesional y pusieran a disposición de la
Revolución sus conocimientos. La aceptación de aquellos jóvenes nos
demuestra (...) el poder de convocatoria y de compromiso de esa
generación con el proceso revolucionario, y particularmente con
Fidel.
Entre esos jóvenes estaban los reconocidos científicos Wilfredo
Torres, Ismael Clark, Fernando González y Carlos Gutiérrez. En el
memorable encuentro de Fidel con los noveles médicos, en enero de
1969, quedan definidos los objetivos fundamentales del Centro:
realizar estudios en salud, genética y reproducción animal; brindar
servicios científicos técnicos, altamente especializados, a la
producción pecuaria; formar postgrados para los investigadores y
profesionales; y capacitar a los técnicos y obreros. La directora
fundadora y de honor del CENSA fue la doctora Rosa Elena Simeón
Negrín.
La magnitud del compromiso asumido lo resume la Doctora en
Ciencias Lydia Tablada, una de aquellas estudiantes fundadora del
CENSA, y su directora desde hace 24 años:
"Cuando respondimos a ese llamado, sentíamos que germinaba en
nosotros la obra de la Revolución, la que era capaz de compensar con
creces la transformación de nuestro diario quehacer en salas
hospitalarias y salones de cirugía, por las unidades pecuarias,
cochiqueras, naves avícolas y hasta criaderos de cocodrilos."
Hoy, entre los logros de los investigadores del CENSA están la
obtención, producción y generalización del STABILAK, producto que
evita el deterioro de la leche. También el SURFACEN, medicamento que
ha permitido disminuir a 0,2 por mil nacidos vivos la mortalidad
infantil, por el Síndrome de Membrana Hialina. Ambos productos
merecieron la Medalla de Oro de la Organización Mundial de la
Propiedad Industrial.
Destacado ha sido también el papel del CENSA como guardián de la
seguridad biológica nacional, con el acertado diagnóstico en
enfermedades agropecuarias como la fiebre porcina africana.
Gracias a la sabiduría de Fidel, y al talento y voluntad de los
trabajadores del Centro Nacional de Sanidad Agropecuaria, la genial
idea concebida hace 40 años es hoy realidad, y también prometedor
futuro.