EE.UU.

Doble rasero escandaloso

JEAN-GUY ALLARD

Lawrence "Larry" Franklin, uno de los espías más devastadores de la historia de Estados Unidos, que entregó a Israel miles de documentos ultrasecretos que sacó directamente del sistema informático del Pentágono, no tendrá nunca que cumplir la ya leve sentencia de 12 años de prisión que se le había impuesto.

Lawrence “Larry” Franklin había transmitido el equivalente de varios contenedores de documentos a dos agentes israelíes.

Tal es la decisión que rindió, en cuestión de minutos, el juez T.S. Ellis, de la corte de distrito de Alexandria, Virginia, sin darle la menor atención a la breve intervención de la Fiscalía.

El analista del Pentágono había transmitido el equivalente de varios contenedores de documentos a dos agentes israelíes, Steve Rosen y Keith Weissman, contra quienes todos los cargos fueron levantados en mayo.

Ya Franklin se beneficiaba de una complaciente orden de libertad condicional y el Wall Street Journal lo había ubicado, el año pasado, trabajando como parqueador en un exclusivo casino e hipódromo de Virginia del Oeste, mientras esperaba, supuestamente, testimoniar en el juicio de sus dos cómplices.

El juez Ellis, en un movimiento de bondad que ninguna jurisprudencia puede explicar, convirtió los 12 años de penitenciario que Franklin debía cumplir, en una simbólica sentencia de diez meses de estancia en una "casa de transición" para ex detenidos y 100 horas de servicio comunitario —lo que puede ser cualquier cosa, desde lavar platos en un asilo de ancianos o cortar el césped de la clínica de la esquina. Un salto cualitativo, gigantesco, que solo una decisión inspirada por las más altas esferas del Departamento de Justicia puede "justificar".

El magistrado, de evidentes simpatías israelíes, necesitó solo una breve audiencia en la tarde del jueves, justo antes de irse a casa, para borrar definitivamente su propia sentencia del 2005 y mandar a la calle a un Franklin resplandeciente con su abogado Plato Cacheris.

El letrado tuvo la sangre fría para declarar a la prensa que su cliente había pagado "caro" su actividad ilegal y había "sufrido grandemente".

"Nunca hubiera tenido que pasar tiempo en la cárcel", afirmó Cacheris.

El FBI sorprendió a Franklin con miles de documentos clasificados, escondidos en su casa, algunos fechados de varios años atrás, "una verdadera mina de secretos norteamericanos", según un investigador.

Mientras tanto, cinco cubanos siguen encarcelados hace casi 11 años, por conspiración para espiar, según los falsos cargos que les fueron impuestos en un amañado juicio de Miami. Pero los Cinco nunca tuvieron posesión de un solo documento que sea considerado secreto por el gobierno norteamericano. Y eso lo saben perfectamente el Departamento de Justicia, el FBI y la CIA.

 

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