Hace
veinte años, un día de 1989, Raúl Castro y Vilma Espín, acompañados
de Esteban Lazo, entraban en el estudio del escultor santiaguero
Alberto Lescay Merencio, con el propósito de ver la maqueta de la
Plaza Antonio Maceo, de la Ciudad Héroe. Hubo preguntas pero, ni el
artista ni nadie recuerdan ningún reparo sobre la obra monumental
que Lescay llevaría a cabo. El monumento, en la pequeña escala
propia de una maqueta, impresionó a todos. La obra fue ejecutada.
Cuba tuvo a partir de su inauguración un monumento a la altura del
Titán de Bronce, erigido en su ciudad natal.
Dos años después de aquella visita, Alberto Lescay, entregaba
personalmente a Fidel, como donación, sus honorarios de derecho de
autor de la obra magistral: "No podía ser de otra manera, ese cheque
me quemaba las manos, el monumento es, para mis colaboradores y muy
especialmente para mí, un monumento de Santiago, del pueblo
santiaguero y de toda Cuba", recordaba Lescay hace unas semanas,
emocionado porque un hijo de Vietnam, el embajador Vu Chi Cong,
había querido conocerlo pues, sin que él lo supiera, visitó la Plaza
y personalmente tomó fotos de Antonio Maceo, desde todos los
ángulos, según lo bañara el sol, impactado ante la fuerza de la
escultura: "Desde cualquier lugar que se le admire vemos a Maceo
como un ser vivo, actual, llamando con su mano al combate, parece
que lo está haciendo hoy mismo, invocándonos a todos", le dijo Cong
al artista, y anunció que escribiría un artículo para una revista
vietnamita, con las fotos que tomó sobre "el llamado de Maceo, que
con su gesto nos está diciendo ¡adelante!"
Lescay buscó para el hermano vietnamita un libro extraordinario
—ya agotado— que recoge el proceso de concepción de la escultura y
del monumento en su conjunto, publicado hace años gracias a amigos
solidarios.
La Plaza, aledaña a la entrada de la Carretera Central, frente al
Teatro Heredia, está siempre abierta a los transeúntes, quienes
acceden en silencio, respetuosamente, al perímetro de la gran
escultura, y parece, cuando se les ve, que dialogan calladamente con
el Titán de Bronce.
Aquel muchacho, Lescay, nacido en la Loma de Martens, que en 1959
tenía nueve años de edad, estudió en nuestras escuelas de arte y en
la Academia Repín de Leningrado (San Petersburgo, Rusia) con lo cual
su vocación artística se desarrolló en la escultura y la pintura.
Este 14 de junio, natalicio de Antonio Maceo, es buena ocasión
para pensar en los valores que inculcó el prócer, y acercarnos al
bronce artístico de tanta fuerza y belleza, logradas por el
escultor.