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Cuando apenas ha concluido el conteo de los votos, los resultados
confirman lo que muchos analistas vaticinaron: la derecha vuelve a
dominar a Europa, tras unos comicios parlamentarios donde la
participación ciudadana bajó a mínimos históricos.
Dos bandos predominaron en esta contienda, la derecha gobernante
que se impuso en Alemania, Francia e Italia; y la socialdemocracia
en el poder en Gran Betaña, Portugal y España, donde los ciudadanos
impusieron un voto de castigo por el mal manejo de la crisis.
A excepción de estos reveses y de otros países como Suecia,
Dinamarca, Grecia y Eslovaquia, donde triunfaron partidos
minoritarios, la tendencia en el resto de la Unión Europa fue
similar, pues los conservadores arrollaron en 20 de los 27 países
miembros.
Ante tales descalabros de la socialdemocracia, algunos
partidarios se preguntan, ¿en qué fallamos?
La interrogante la despejó Piort Maciej Kaczynski, analista del
Centro de Estudios Políticos Europeos en Bruselas, quien explicó que
los socialdemócratas perdieron porque no aportaron alguna
alternativa creíble a la crisis económica.
Al respecto, las cifras demuestran que el apoyo a estos partidos
cayó casi cinco puntos con respecto a los comicios de 2004, al
computar el 22,1 por ciento de los sufragios.
Sin embargo, señala Kaczynski que la derecha también está
dividida a nivel europeo, pero supo prometer algo en su campaña que
aprecia y busca el ciudadano medio: seguridad y estabilidad
financiera.
Lo cierto es que el abstencionismo volvió a ser el principal
rival de los candidatos a diputados, y las cifras hablan por sí
solas.
Según resultados publicados en el sitio web del Parlamento
Europeo (PE), en los últimos 30 años, de casi un 62 por ciento de
electores que votó en 1979, la participación descendió hasta un 43
por ciento en las recientes elecciones.
Motivos, muchos; pero el esencial está asociado a la falta de
identificación de los europeos con el órgano legislativo.
Al respecto Antonio Missiroli, del Centro de Política Europea,
señaló que los electores estiman que no hay gran cosa en juego en
unas elecciones europeas.
Sobre el tema, Corine Deloy, investigadora de la Fundación Robert
Schuman, acotó que el desinterés popular se acentúa con la falta de
entusiasmo de los propios políticos, reticentes en algunos casos a
realizar una carrera europea y dejar de convertirse en piezas claves
de la política nacional.
El hecho de que pocos desconozcan el funcionamiento del PE, al
tiempo que lo perciben distante y con escasos poderes a la hora de
resolver problemas acuciantes como la crisis, desalentó a los
votantes.
Pero los resultados electorales también muestran avances en
partidos minoritarios de extrema derecha y anti-inmigrantes como el
Nacional Británico que no admite negros, y el Pirata de Suecia que
quiere legalizar el uso compartido de archivos de internet.
Esta tendencia, calificada de punto oscuro, pudiera no
fructificar porque al decir de Hans Pert Pottering, presidente de la
Eurocámara, ellos no actúan como grupo propio, pues sus intereses
son diferentes.
Como dice un refrán popular la suerte está echada, ahora hay que
ver cómo la Eurocámara y sus diputados, dominada hasta ahora por la
derecha, manejan la crisis y sus secuelas, principal preocupación
ciudadana que aún no encuentra soluciones reales.