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Hay un tipo de noticia de la cual nadie quisiera escribir, mucho más
cuando la vida de 228 personas se convirtió en angustia para seres
queridos y en un espacio muy reducido de tiempo todo terminó.
El accidente del Airbus A330 del vuelo de Air France 447 el lunes
pasado ya es historia, pero el drama continúa y la tragedia es parte
indisoluble de familias de 32 nacionalidades.
Ahora no se habla de sobrevivientes ni de pertenencias, sino de
misiones casi imposibles. De mil hipótesis para intentar explicar lo
ocurrido a un aparato en aparentes buenas condiciones técnicas y con
una tripulación experta.
Las cajas negras, que emiten señales durante un mes a seis mil
metros de profundidad, pudieran ser las claves. Sin embargo, jamás
fueron encontradas en un fondo de alrededor de cuatro mil metros, la
distancia aproximada a donde deben haber ido a parar.
Son disímiles las informaciones. El aparato que cubría el tramo
Río de Janeiro-París no dio indicios de problemas antes de despegar
y no se sabe si el comandante de la nave manejaba los controles
cuando el avión cayó al océano Atlántico.
El director de la agencia francesa de accidentes, Paul Louis
Arslanian, mostró su escepticismo en torno al eventual hallazgo de
las cajas negras, aunque señaló que sin ellas también se puede
llegar a determinar lo ocurrido.
Los expertos coinciden en que una serie de situaciones se
confabularon para provocar la catástrofe. Fuertes ráfagas de viento
y granizo en una masa de cúmulos, rayos o una combinación de hechos
extraordinarios, son señalados como factores de incidencia.
Mientras con toda la solemnidad del caso el presidente francés,
Nicolás Sarkozy, ofreció apoyo ilimitado a los familiares de las
víctimas y participó en una misa en la emblemática catedral de Notre
Dame, la conmoción general domina el ambiente.
El jefe de Estado brasileño, Luiz Inacio Lula Da Silva, ordenó
tres días de luto nacional y los partidos amistosos de la selección
francesa de fútbol, este martes contra Nigeria y el próximo viernes
frente a Turquía, tienen la marca de la tristeza.
Sólo quiero encontrar el cuerpo (…) para que pueda tener un
funeral digno, repiten en distintos idiomas los allegados de las 228
personas que estuvieron dentro de un amasijo de metal seguramente
sufriendo un terrible drama.
Las anécdotas son desgarradoras. Desde un brasileño que celebraba
su cumpleaños 35 e iba a Londres, una española de 28 años que
acababa de disfrutar de su luna de miel y 19 trabajadores franceses
premiados en las playas de Río de Janeiro.
Y siete niños y un bebé, por si faltaran ingredientes.