Otra Diana cazadora

PEDRO DE LA HOZ
pedro.hg@granma.cip.cu

Esta Diana de la que hablo se ha armado de arco y flecha para cazar melodías y, sobre todo, situarse en el meridiano de lo que debe y puede ser el pop cubano, un espectro de exigencias estilísticas que se integran a una manera desenfadada y desprejuiciada de comunicarse con el público sin bajar la guardia en cuanto al rigor de la sustancia artística.

Foto: Ángel AldereteMe refiero a Diana Fuentes, quien el último fin de semana presentó en sociedad su primer trabajo discográfico, salido de las arcas de la EGREM, bajo el título Amargo pero dulce.

No hay pretensiones, ni motivos, para pensar que Diana Fuentes deje una huella excepcional, ni que aspire a que cada pieza en su voz resuene como una obra maestra. Ella canta por el gusto de cantar y transmitir los estados de ánimo de la música y los textos que asume.

Así lo ha venido haciendo en las filas de Síntesis, bajo la tutela del maestro Carlos Alfonso, y en numerosas colaboraciones suyas en discos y escenarios diversos, hasta que al fin ahora decidió soltar amarras y registrar un itinerario personal.

En el fonograma tiene un notable peso como compositor y orquestador Descemer Bueno. La inteligencia y la sensibilidad de un intérprete se revelan, en buena medida, al afrontar determinado repertorio. Descemer y Diana no solo poseen esa conexión subjetiva que algunos llaman química, sino una afinidad estética mucho más sólida. El aboleramiento de las baladas de Descemer y la forma peculiar de tensar melodías con el ska en uno de los planos rítmicos se avienen con la proyección vocal de la cantante.

Otras dos alianzas potencian la ruta de Diana: haber confiado las promociones audiovisuales del material a Pavel Giroud (Música de fondo) y X Alfonso (Amargo pero dulce), ambos renovadores del lenguaje del video clip insular.

No por último, menos importante, es la presencia en el disco de Carlos Varela. Diana se apropia de dos temas del Gnomo: La luna de vino tinto y Círculos de humo. Diana se crece en estas canciones —solo comparables en intensidad con Tu nombre, de Bueno— para entregarlas con una carga emotiva sutil. Logra con esas interpretaciones que no falte ni sobre, sencillamente que encajen en el espíritu de quienes las escuchan.

Como producto, el disco se redondea con la limpieza compositiva de las imágenes de Ángel Alderete y el diseño para nada estridente de Eduardo Moltó. De modo que Diana Fuentes nos entra también por la vista.

 

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