El doctor William Jiménez Reyes, director del colectivo, atribuye
la alta concurrencia a los cuerpos de guardia al arraigo de los
lugareños de acudir al hospital, más que a los policlínicos,
consultorios y otros centros.
Lo real es que esa alta afluencia satura los cuerpos de guardia y
agrava la falta de espacio en una de las pocas instalaciones de este
tipo construidas en las serranías cubanas antes del triunfo de la
Revolución.
Fundada el 13 de septiembre de 1955, disponía de 75 camas y ahora
suman 302, de las cuales 115 (39%) corresponden al bloque materno,
según refiere el doctor.
No han sido pocas las inversiones en los años de Revolución.
Entre las más significativas están la ampliación del servicio
materno-infantil, creación de la unidad quirúrgica (con seis
salones), de las salas de terapia intensiva para adultos y niños, de
la sala de nefrología y el tomógrafo, este último, el pasado año.
Sin embargo, la mayor ampliación, prevista para los servicios de
urgencia, está paralizada desde 1990.
Las transformaciones han incrementado el número y la calidad de
los servicios, pero al no representar crecimiento físico importante
en la edificación, tienen un impacto limitado respecto al
constreñido espacio con que se trabaja.
Cuando el centro comenzó a prestar servicio, la población de la
región de Baracoa (incluía Moa entonces) era de 62 000 habitantes.
Hoy el Gustavo de la Concepción y de la Pedraja garantiza cobertura
médica a más de 120 000 pobladores, sumados los del actual municipio
y de los restantes territorios mencionados.
No ha existido correspondencia entre el crecimiento de la
población baracoense y el de su hospital. Claro, la Revolución
también diseminó por el municipio una amplia red de consultorios
médicos, policlínicos y otros centros de atención primaria de salud,
los cuales deben acrecentar su protagonismo para evitar que tantas
personas asistan a los cuerpos de guardia de la principal
institución médica en Baracoa.
A su falta de espacio, constatamos, se añaden otras dificultades
que conspiran contra las prestaciones del colectivo, integrado por 1
304 trabajadores, de los cuales 122 son médicos y 446 enfermeras.
La frecuente falta de agua, el mal estado de las redes
hidrosanitarias, filtraciones en las paredes, fallas de la caldera y
el hecho de que los gases medicinales no llegan a todas las áreas
necesitadas, son algunas de esas dificultades.
Los trabajadores del Gustavo de la Concepción y de la Pedraja, no
obstante, exhiben resultados reconocidos como en el programa
materno-infantil, el servicio de cirugía, el índice de rotación de
pacientes por cama, y la propia cantidad de consultas y de pacientes
atendidos.
La institución concluyó el 2008 con una tasa de cinco niños
fallecidos por cada mil nacidos vivos, indicador que se reduce a 4,6
en lo que va del 2009; mientras desde hace cuatro años no tenemos
que lamentar muerte materna, informa el doctor William Jiménez,
especialista de segundo grado en Ginecología y Obstetricia.
El también profesor universitario en su especialidad y máster en
atención integral a la mujer, agrega que durante el año anterior el
hospital realizó 5 500 intervenciones quirúrgicas, que van desde
cirugías menores hasta complejas como las de cadera y las
colecistectomías. Ese ritmo de trabajo se mantiene en los meses
transcurridos del 2009.
Y subrayó, como parte de los esfuerzos del país por dotar a los
hospitales y otras instalaciones de salud con tecnología de
avanzada, en el centro que encabeza se dispone de seis riñones
artificiales, de un tomógrafo, de los medios necesarios para el
tratamiento al neonato grave y de cuatro ultrasonidos, entre otros
equipos que prestigian a la institución y favorecen el proceder de
médicos y paramédicos.
Pronto, tal vez en este mes de mayo, anuncia el doctor Jiménez,
el colectivo debe incursionar en la cirugía oftalmológica, servicio
para el cual ya se dispone del equipamiento necesario.
En el centro baracoense se forman 460 estudiantes de Ciencias
Médicas. Ochenta y dos profesores de la institución asumen la
responsabilidad de prepararlos para que puedan cumplir con éxito
cualquier encomienda profesional en Cuba o en otros países del
mundo.
Así, amén de espacios físicos y carencias materiales, los médicos
del hospital general Gustavo de la Concepción y de la Pedraja
irradian salud en plena serranía guantanamera.