Cuba cuenta

Sobre la próxima participación en la XIV Reunión Ministerial Institucionalizada Grupo de Río-Unión Europea conversa Granma con Carlos Fernández de Cossío, subdirector de la Dirección de Asuntos Multilaterales de la Cancillería

DEISY FRANCIS MEXIDOR

Foto: Raúl LópezCuando en diciembre del pasado año —aprovechando el contexto de la Cumbre América Latina y el Caribe sobre Integración y Desarrollo, celebrada en Salvador, Bahía, en Brasil—, se juntaba de forma extraordinaria el Grupo de Río para dar la bienvenida a su membresía al estado número 23: Cuba, se cumplía un mandato de la XXVII Reunión de Ministros de Relaciones Exteriores de ese mecanismo permanente de consulta y concertación política de la región, celebrada en Zacatecas, México, donde fue decidida la integración plena de la Isla a la agrupación.

El General de Ejército Raúl Castro Ruz, Presidente de los Consejos de Estado y de Ministros, reconocía en Brasil que Cuba ingresaba al Grupo de Río con el propósito de fomentar la comprensión y solidaridad entre las naciones del área, "con el deseo de trabajar a favor de la justicia, la paz, el desarrollo y el entendimiento entre todos nuestros pueblos" y también precisó que "nos incorporamos con el compromiso de ser fieles a los principios de la política exterior de la Revolución cubana".

Sustentada en esa voluntad, Cuba estará representada en Praga, República Checa, donde se efectuará del 11 al 14 de mayo la XIV Reunión Ministerial Institucionalizada Grupo de Río-Unión Europea (UE). Por primera vez el país asiste a este tipo de citas desde que formamos parte del mecanismo regional. "Tenemos el propósito de ejercer una presencia activa en el Grupo de Río", comenta a Granma Carlos Fernández de Cossío, subdirector de la Dirección de Asuntos Multilaterales de la Cancillería al conversar sobre el tema.

¿Por qué Praga?

Porque la República Checa ostenta la presidencia de la UE durante el actual semestre.

Los puntos de la agenda, ¿cuáles son?

Son dos grandes temas: uno de ellos es el de las fuentes energéticas renovables, su impacto respecto al cambio climático, lo cual reviste para nosotros especial interés por su envergadura para el destino de la humanidad. La propia Cuba ha estado inmersa en un proceso de revolución energética en los últimos años, justamente para hacer más eficientes los patrones de producción, distribución y consumo energético que ha venido desarrollando el país y que han primado a nivel mundial, los que demostraron que no son los más eficientes, que no son los más sensatos para una nación en desarrollo, mucho menos en las condiciones actuales de los precios de los combustibles.

Asociado a esto, está el asunto de los biocombustibles. Nosotros no nos oponemos a que materia orgánica y vegetal se utilice como una fuente nueva y renovable para la producción energética. Nuestro desacuerdo es con la estrategia de dedicar granos y cereales y, por tanto, tierras para tales fines con el objetivo de producir energía para satisfacer los patrones de consumo energético insostenibles de los países desarrollados.

Por otra parte, se abordará lo vinculado a la estabilidad financiera mundial, su impacto en la actual situación de crisis, y cómo promover el crecimiento económico.

Respecto a esto nuestro país ha hecho pronunciamientos importantes, baste señalar que hace más de diez años el líder de la Revolución cubana, Fidel Castro Ruz, vaticinó y además describió la manera en que las prácticas desequilibradas que estaba ejerciendo la economía capitalista iban a conllevar a una situación de crisis que sería insostenible.

¿El encuentro establece la toma de algún acuerdo?

En Praga no se tomarán acuerdos. No es el propósito. Se emitirá una declaración que tiene el objetivo de intentar establecer un puente entre las posiciones de la UE y las de América Latina con respecto a los temas de la agenda, tarea difícil si se considera que hay muchos puntos de estos temas en los que las posiciones respectivas están lejos de ser coincidentes.

Los europeos expresarán sus opiniones y nosotros las nuestras como Grupo y también individualmente, como país, lo que considero nos dará la posibilidad en aquel escenario de señalar una vez más nuestras posiciones sobre asuntos tan cruciales como los mencionados.

Ha trascendido que se espera un intercambio informal sobre la idea de una nueva organización latinoamericana y caribeña. ¿Pudiera ampliar al respecto?

Como estarán las representaciones de los países del Grupo de Río, México, que tiene la presidencia pro témpore de ese mecanismo regional, propuso una discusión preliminar sobre la iniciativa puesta sobre la mesa por varios líderes de América Latina y el Caribe, de crear una nueva organización puramente latinoamericana y caribeña. En las cumbres celebradas al final del pasado año en Brasil, hubo varios pronunciamientos vehementes en el sentido de que ya es hora de concebirla para que la misma contribuya a promover la identidad propia, a defenderla y que sea un resorte para la integración.

En realidad este es un anhelo que tiene ya más de 200 años, pues desde los orígenes de los procesos de independencia en el continente ha existido tal intención. La instrumentación de tal propósito haría realidad los sueños de Bolívar y Martí.

¿Y qué nombre se propondría para esa agrupación integracionista?

Se trata de un diálogo muy preliminar sobre el tema; incluso, no estarán presentes todas las naciones caribeñas, que son partes integrales de la región. No es la intención llegar a acuerdos en ese sentido en Praga, pero será la primera ocasión en que a nivel de ministros se tenga la oportunidad de decir: ‘bueno, este es el tema acerca del cual todos hemos hablado’. Hay que escuchar y tratar de comprender lo que cada país entiende por esa nueva organización, qué significa para cada uno en particular y para todos en general, y el momento de América Latina y el Caribe es propicio para eso.

Nunca antes en la historia de la región se han manifestado los mandatarios con tanto grado de independencia como hoy, con tanto grado de compromiso por responder a las reivindicaciones de sus poblaciones, eliminar las desigualdades y crear la estructura para el desarrollo de sus pueblos. Una tarea difícil, pero jamás había existido un instante tan propicio para sostener este tipo de debate como el que se aprecia hoy.

El Grupo de Río, creado en diciembre de 1986, mantiene un diálogo institucionalizado con la Unión Europea (UE), con base en la Declaración de Roma de 1990. El primero de estos intercambios —cuyas sedes se alternan en ambas regiones— se realizó en la ciudad de Luxemburgo, en abril de 1991. Hasta la fecha se han celebrado 13 encuentros.

 

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