Amparanoia
quedó atrás, pero Amparo sigue adelante. El nuevo capítulo de la
vida artística de una de las más recias y coherentes personalidades
de la escena musical española de estos tiempos, Amparo Sánchez, hará
sentir su verbo y pasión el próximo domingo 10 a las 9.00 p.m. en la
sala Tito Junco del complejo cultural Bertold Brecht.
El momento no puede ser más propiciatorio. El álbum de despedida
de la banda Amparanoia, Seguiré caminando (Universal Vale
Music) mereció uno de los Premios Internacionales Cubadisco 2009, en
consideración a los valores estéticos que se reflejan en la obra de
un conjunto que tuvo en Amparo una líder excepcional.
Su presencia actual en la isla responde a razones que se
entrecruzan: el amor, el nuevo comienzo artístico y su hambre de
asociarse a culturas afines. En el concierto, dedicado al inminente
Cubadisco, intervienen los buenos auspicios de la Sociedad General
de Autores y Editores (SGAE) y los vínculos de esa entidad gestora
con los organizadores de la Feria Internacional de la fonografía y
el Ministerio de Cultura.
Ella es andaluza y se había instalado hacia mediados de los
noventa en el barrio madrileño de Lavapiés, datos estos
fundamentales para entender de qué lado le vienen los mestizajes
ancestrales y de nueva data. Con Amparanoia salió al ruedo en 1996
con el disco El poder de Machín, y ya desde entonces Manu
Chao les tiende la diestra. Luego vino Feria furiosa, grabado
en directo con la colaboración de amigos como Xavier Muguruza,
Tonino Carotone, el Goñi y el propio Manu.
Una visita a México de Amparo repercutió en Amparanoia. Fue en el
2000 y pasó por la Chiapas zapatista. Somos viento, el disco
inmediato, supo más a responsabilidad que a iconoclastia. Más tarde,
Enchilao afinó mucho más la idea de una multiculturalidad
insumisa. En enero del 2006 Amparanoia llegó a la cúspide con La
vida te da. Fue la antesala del cierre del proyecto. Mucho
estaba dicho, quedaban cosas por decir, pero Amparo tenía buenas
razones para dar una vuelta de tuerca, aunque sin renunciar a ser
ella misma.
"Estoy en una etapa de cambios. No reniego de Amparanoia. Por el
contrario, fueron años de formación, de crecimiento, de
comunicación, de explorar caminos y obtener resultados. Pero de
pronto sentí que debía volver a Amparo, a un proyecto mucho más
personal donde expresara como pienso y siento a esta altura de la
vida. Hubiera querido que Amparanoia, cuando estaba en su sazón,
entregara su corazón al público cubano. No obstante, me complace que
muchas personas hayan seguido aquí nuestros discos", declaró a los
lectores de Granma.
"La música cubana siempre me sedujo. No es casual que nuestro
primer disco rindiera de algún modo un tributo a Antonio Machín, ese
cantante cubano que marcó los sentimientos de varias generaciones de
españoles que nos antecedieron y que la juventud ha ido descubriendo
luego. Pero Cuba no es solo sones ni boleros ni rumbas, sino una
actitud de apertura ante la música, un espacio de síntesis que
indiscutiblemente influyó en mí aún antes de conocer la Isla y
reencontrar el amor entre ustedes", confesó.
Amparo no se siente cosmopolita:
"Creo más bien en la apertura a los sonidos de los más diversos
pueblos del mundo —precisó—. En lugar de eso que algunos pregonan
sobre el conflicto de civilizaciones, la nuestra debía buscar el
entendimiento a partir de relacionar la riqueza cultural de cada
conglomerado humano".
Preguntamos por el influjo de Manu Chao en su carrera.
"Manu fue una bendición. No es solo el apoyo personal, sino el
estímulo ante ideas coincidentes. Ambos nos revelamos artística y
humanamente y al mismo tiempo nos rebelamos contra ciertos ritos,
convenciones y esquemas que empobrecen el espíritu.
Ya al final de la conversación le pido una definición de sí
misma:
"Amparanoia fue diversión y responsabilidad. Mezclar músicas de
una manera auténtica es mi credo. Lo que estoy cultivando es otra
cosa, pero al final es lo mismo. Yo no me puedo traicionar".